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Completa
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Alexander Lightwood, un arquitecto importante, felizmente casado y con un hijo. Consigue una licitación, para realizar un estudio de suelo y posterior construcción de un complejo habitacional en Michigan...
Alec cargo a Magnus hasta la habitación. El moreno se había quedado dormido llorando. Su corazón latía de la impotencia que sentía ¿Cómo fue capaz de hacer eso? En la casa donde estaba su esposo e hijo. Magnus tenía razón en odiarlo, a pesar de su falta no quería darle el divorcio.
No pudo dormir durante toda la noche su conciencia no se lo permitía. Sonó la alarma. La apagó rápido, para que Magnus no se levantará. Fue a la cocina, preparó el desayuno y la merienda de Rapha, subió de nuevo en busca del niño.
-Buenos días, Arándano -dijo besando su mejilla- es hora de levantarse.
El niño se movió, metiendose debajo del pecho de su papi.
-Sé que quieres dormir un poco más, pero debes ir a la escuela, mi príncipe.
El niño abrió los ojos con cuidado.
-Papi está calentito, quiero quedarme con él.
-Yo también quiero estar con él... -su voz sonó partida-, Pero tenemos que irnos.
El pequeño hizo un puchero y talló sus ojos, para luego levantarse. Lo llevo al colegio, paso por la obra a chequear algunas cosas importantes. Regresó a mitad de mañana. Magnus estaba acomodando algunas cosas en la habitación de Rapha.
-Magnus...
El menor se asustó, pero al notar que era él, su desagrado se notó, prosiguió con su tarea, ignorando al chico por completo.
-Bebé quer...
-Por tu propia vida no me vuelvas a llamar así -en su voz no tenía rabia, solo estaba cargada de tristeza.
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-Magnus, hablemos, por favor -le pidió el pelinegro.
-¿Crees qué hay algo más de qué hablar que no sea el divorcio?
Alec no respondió solo vio por la ventana.
-Ya veo que no.
-Yo no quise, no sé que pasó.
Magnus se volteó violentamente hacia él.
-¿Qué no sabes, qué pasó? Eres un maldito cínico, estabas follando en la sala de nuestra casa, con tu hijo en la cama ¡Y no sabes lo que pasó! -dijo Magnus muy alterado- ¿Sabes qué veo cuando cierro mis ojos?
El chico solo negó.
-Tú maldita cara de placer.
-Magnus, yo no...
-¿Tú no qué? Me vas a decir que no lo disfrutaste, que no te gusto -el moreno estaba rojo de la indignación- pues, te describo gráficamente malnacido, tenías los putos ojos cerrados, mientras te mordidas tu asqueroso labio -las lágrimas no paraban a la vez que su voz subía- eso solo lo haces cuando estás excitado y te gusta lo que sientes.
