La boda

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No se reconocía a sí misma, era una completa desconocida. La situación en la que se encontraba se la había buscado ella y aun así no pudo evitar sentirse extraña.

Intentó esbozar una sonrisa y la extraña en el espejo le devolvió una mueca torcida, bien, eso no era una sonrisa, tenía que sonreír y lucir feliz como fuera, después de todo la novia debía estar alegre en el día de su boda.

Observó por última vez a la persona en el espejo, su maquillaje era pesado y cambiaba un poco sus facciones, tenía el cabello recogido en un moño demasiado elaborado como para haberlo realizado sola y estaba vestida con un elegante kimono blanco con bordados del mismo color que eran solo para darle relieve y demostrar lo fino del traje, el obi era blanco también, dándole a su atuendo el aspecto que debía, el de ser una mujer pura o mejor dicho, el de una mujer que no había sido tocada. Nada más lejos de la realidad.

Llamaron a la puerta y supo que era el momento en que la función debía empezar, puede que no lograra fingir ser una novia feliz, pero al menos haría que nadie notara lo mal que le estaba sentando eso, el peso que aumentaba a cada minuto. Con calma avanzó hacia la puerta y la abrió, saludando levemente a la muchacha que la acompañaba y empezando a caminar hacia el altar con la cabeza en alto, como si realmente perteneciera a ese lugar.

Las grandes puertas dobles se abrieron, revelando un salón gigantesco con demasiada gente reunida, aunque eso era de esperarse, no todos los días se casaba el hijo del gran señor feudal. Observó atenta todos los rostros que pudo mientras empezaba a avanzar hacia la parte delantera, finalmente encontró lo que buscaba, un par de ojos blancos fijos en cada uno de sus movimientos.

Esa mirada le decía que se detuviera, diera media vuelta y corriera de regreso a casa, pero ella no iba a renunciar, ella era una kunoichi en todo el sentido de la palabra y no iba a abandonar su última misión. La intensidad de su mirada se hizo mayor, y eso la hizo romper el contacto visual, recordando que él la había tratado como si no valiera, empezó a caminar un poco más rápido hacia el altar. El camino fue corto, y finalmente estuvo frente a la persona con quien se casaría.

Por primera vez desde que llego a ese lugar analizó realmente la apariencia de su futuro esposo, era alto, no muy acuerpado pero no exactamente flaco, con el cabello rubio y unos ojos color miel, definitivamente no era feo... apariencia, ella jamás la había tenido en cuenta, pero debía agradecer que él fuera lo que muchos definirían como atractivo.

Unas palabras recitadas de memoria por el juez presente, un anillo puesto en su mano y fue momento de firmar la hoja frente a ella. Ahora sí era oficial, estaba casada con Yoshida Toshio el hijo del gran feudal y su misión acababa de ser cumplida, así mismo acababa de despedirse para siempre del mundo ninja. La máscara que se obligó a fingir se resquebrajó por un momento, mientras su esposo rozaba levemente sus labios en un corto beso que daba por terminada la ceremonia.

¿Cuánta gente había en ese lugar? Al caminar rumbo al salón donde se realizaría la cena todos los felicitaban y la abrazaban deseándoles muchísima suerte y uno que otro comentó que esperaba oír pronto noticias sobre niños. Su máscara se encontraba intacta, al igual que la siempre usaba el Hyūga, no dejaba traslucir ninguna emoción ante los sucesos.

Entraron a un salón enorme y tomaron su lugar en una mesa al frente de todos los asistentes, una cena ligera y unas palabras de su suegro indicaron que era la hora en que los recién casados bailaran por primera vez. Si creía que el hecho que todos la abrazaran y felicitaran por la boda había sido poco agradable, es porque no preveía que tras bailar la primera tonada con su esposo todos empezarían a bailar con ella, aunque no era difícil seguir el ritmo, pues todas las canciones eran lentas, era un poco tedioso fingir que le interesaba lo que le contaba el que estuviera bailando con ella.

La noche iba avanzando y estaba agotada, pero eso no impidió que un ligero brillo escapara de sus ojos al ver que Neji finalmente pedía un turno para bailar con ella. Su cansancio se esfumó y mientras giraba en sus brazos sentía que flotaba, su imaginación volaba... soñando que la celebración era porque se había convertido en la señora Hyūga como siempre deseó.

- Deberías sonreír o al menos intentar lucir feliz — habló él, y cual baldado de agua fría rompió el encanto.

- No veo el motivo para hacerlo — le contestó bajando su mirada, se sentía incapaz de encarar a Neji sin romper a llorar

- Es tu deber, al menos deberías cumplir bien tu misión — sus pies se detuvieron momentáneamente mientras un sentimiento de odio la recorría de arriba a abajo y la sensación de querer llorar aumentaba, él siempre la menospreciaba — ¡no te atrevas a llorar! — le susurró de modo cortante mientras empezaba a girar nuevamente con la melodía — No es apropiado.

-Ven, es hora de retirarnos — dijo una voz a su espalda al tiempo que una mano se apoyaba en su hombro haciendo que dejara de bailar, sintió como su sangre se helaba. La mano de Neji apretó con más fuerza su cintura.

-Cla... claro, vámonos — habló tan pronto logró encontrar su voz nuevamente, intentó apartarse de Neji, pero la mano en su cintura se lo impedía

-Muchas gracias por asistir, pero mi esposa y yo estamos cansados y deseamos poder estar a solas

-Por supuesto — dijo Neji en un murmullo — les deseo muchos éxitos juntos — y tras decir eso desapareció.

Toshio empezó a caminar hacia la salida del salón mientras ella caminaba sumisa tras él, siguiéndolo por los infinitos corredores de la mansión, pasaron en frente de un sinfín de puertas, deteniéndose finalmente frente a unas que eran más grandes y elaboradas que las demás.

La habitación era gigantesca y estaba dividida en dos, casi podía asegurar que su antigua casa cabía allí e incluso sobraría espacio, en la entrada había una sala con tres muebles rodeando una mesita de té, y al frente de la mesa había una hermosa chimenea. A un lado se veían otras puertas tras las cuales se veía un precioso tocador todo hacia juego en tono vino tinto. Lentamente empezó a soltar su peinado, el que había sido sumamente incómodo y ya era hora de librarse de él. Caminó hacia el tocador y sobre éste depositó todas las hebillas que iba retirando. Tal vez era porque la sangre volvía a circular por su cabeza o simplemente porque el reflejo del espejo mostraba exactamente aquello que había pretendido ignorar, detrás de ella estaba una gigantesca cama que ocupaba una buena parte de la habitación.

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La elegida antes de perder el impulso por hoy (que ya me tengo que ir a hacer mis cosas de la universidad). 

Como curiosidad: esta historia la empecé hace 10 años, quedando en hiatus y fue el motivo por el que regresé en la pandemia. En medio del insomnio cuarentenal me surgieron mil ideas y muchísima inspiración para continuarla y por fin darle el final que merecía. 

Espero les guste, no la subiré tan rápido como Club Tres pero sí espero traerla completa lo más pronto posible. 

Por si acaso: esta historia tiene algunos lemon por ahí, pero son contados y no son el eje de la misma.

Boda Forzada (NejiTen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora