Acuerdos

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Dio algunos pasos por la aldea y sin poder evitarlo sus pies la llevaron de nuevo hasta la casa de Tenten, desde su partida habían guardado todos los objetos personales que allí habían en un depósito mientras definían qué hacer con estos pues cuando le presentaron la candidata disponible al emisario de la aldea del Rayo, el hombre dejó claro que no era necesario que llevara nada. Toda su ropa sería acorde al nuevo puesto que tendría en esa aldea y no se esperaba que usara bajo ningún concepto las armas, por lo que todo el arsenal que ella tenía y que le había costado varios años conseguir debería quedarse.

La castaña no había dicho nada, ni dio ninguna señal de estar reconsiderando su decisión. Tan solo asintió cuando le dijeron que era hora de irse y sin más se fue. La vivienda pasó a ser propiedad de la aldea y se puso en renta, siendo alquilada por una familia que no tuvo problema en tomarla amoblada pero por lo que notó por la ventana en algunas de sus caminatas, habían cambiado el tapizado de los muebles por algo menos colorido.

¿Eso era todo? ¿Esa era toda la tormenta? No, sabía que no podía ser así y en esa visita por los exámenes chunin tan solo puso su mejor cara de representante de la aldea, sorprendiéndose de lo triste que se veía Tenten en general. Podía ver que se había adaptado todo lo posible a su misión, a ser la esposa silenciosa y sonriente de un diplomático y futuro feudal de una aldea, pero en ese proceso se había perdido a sí misma. Ya no era la kunoichi alegre y sonriente que todos conocían. No lo entendía, le daba vueltas una y otra vez al asunto y cada vez tenía menos sentido que hubieran pedido una jōnin para darle ese uso, había mujeres que eran criadas desde su nacimiento para tareas como esas ¿por qué desperdiciar una shinobi de rango alto en ser un trofeo?

Esa noche se había quedado en la oficina leyendo algunos reportes pues con todos los ninjas de otras aldeas presentes no era una buena idea ir a caminar, así mismo su papeleo se había quintuplicado pues al tener que asistir a los combates se estaba represando horriblemente y ya le había dicho adiós a sus horas de sueño, al menos hasta que dichos exámenes concluyeran. Lo primero que sintió esa madrugada fue la presencia del Hyūga escalando la pared y posicionándose afuera de su ventana, definitivamente le dejaba pasar demasiadas cosas, sobretodo porque sabía lo difícil que era la situación para él y que aun así hubiera insistido en estar presente como un adicto al dolor, pero que se atreviera a espiarla iba mucho más allá de lo que estaba dispuesta a soportar. Estaba a punto de girarse en su silla para gritarlo pero en ese momento pudo sentir la otra presencia que terminaba de subir las escaleras y se asomaba tímidamente en su despacho.

La vio titubear en su presencia, Tenten estaba asustada antes de por fin admitir que había asistido a esa hora a una consulta médica por sentirse indispuesta así que la había revisado, descubriendo el palpitante cúmulo de energía que estaba empezando a crecer dentro de ella. Alegría no era una palabra para describir la reacción que tuvo la castaña, era algo más parecido a la resignación.

~

Exhaló pesadamente, Tenten acababa de irse después de su ecografía por el cuarto mes. Le gustaría decir que simplemente era un daño colateral, una misión que había salido mal. Pero la situación estaba lejos de tal definición, es decir, una misión que sale mal podía dar como resultado una herida de gravedad y una estadía indeterminada en el hospital, el detrimento de la salud, la pérdida de alguna función del cuerpo o incluso de una extremidad, en los casos más extremos se podía perder la vida. PERDER la vida, no GANAR una vida, no se regresaba con una nueva vida producto de dicha misión fallida.

Aunque dicho resultado era precisamente porque ella había cumplido a cabalidad lo que debía hacer en el papel que tuvo que desempeñar y que iba a ser por el resto de su vida, pues todos ignoraban que el desenlace de tal unión iba a ser la caída de un feudal y la decadencia de una aldea pequeña que hasta el momento era próspera. Quiso ofrecerle la alternativa de interrumpir el embarazo y de esa forma no tener un recordatorio permanente de lo que fueron esos meses, pero antes siquiera de intentar mencionar algo, los orbes chocolate le dieron a entender que no iba a hacerlo. Independientemente de los demás factores, y aunque no tuviera ni un poco de aprecio por el hombre responsable de su estado, ella no había sido forzada y la criatura que ya le estaba abultando el vientre no tenía la culpa de nada.

Boda Forzada (NejiTen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora