Historia 2
La enfermedad – una enfermedad mortal-
Cayó sobre ella como el simún,
Y, mientras yo la contemplaba,
El espíritu del cambio la arrasó,
Penetrando en su mente,
En sus costumbres y en su carácter,
Y de la forma más sutil y
Terrible llegó a alterar incluso su identidad
Y la fuerza destructora iba y venía,
Y la victima... ¿dónde estaba?Berenice
Edgar Allan PoeHe de aludir a continuación a una época a la que considero nuestra primera parada hacía el infierno al que después de esta noche estoy más que segura ha de ir nuestra alma al morir. No cuento esta historia para pedir misericordia por las acciones que tomamos o como justificación alguna por nuestra conducta esta última noche, aunque para mí no son más que la justicia que merecíamos con creces.
Mi historia no comienza en aquel edificio lleno de almas pérdidas, este no fue más que la última parada para una mente y espíritu fracturados. Mi pasado estaba plagado ya con vacíos en mi memoria, sueños de sangre y huesos, y fétidos aromas que parecían venir de ninguna parte pero que jamás se disipaban y que me condenaron cual princesa de cuentos al encierro y la soledad. Dejándome a merced de los demonios que se escondían en los rincones más sombríos dentro y fuera de mi mente.
Fueron minutos o años perdidos tras paredes de piedra y la brisa nocturna. Una desesperanza que llevó a que mi propia familia me entregara a las bestias que ahora sangran sus pecados en baldosas blancas. Una madre y un padre cuya base se centraba en la etiqueta y que haciéndome desaparecer esperaban deshacerse de la vergüenza de una hija poseída por los demonios de la demencia. Cerrándome las puertas de su corazón mientras situaban su mano en el pidiendo perdón a un Dios piadoso que a nosotros no nos otorgó perdón o misericordia alguna.
Y he de admitir, aunque con cierta vergüenza, que para entonces arrastrada por el peso de la soledad y la indiferencia, había dejado que mi mente se entregara a la locura como aquel enamorado que sin titubeo se entrega a los brazos de su amada. Había dejado que la debilidad se arrastrara por mi cuerpo cual virus maldito y la risa de los espíritus en mi cabeza hiciera eco en mi propia voz. Ya el sentir sus dedos fríos tocar los rincones más oscuros de mi mente, el gritar cantos de palabras extrañas que acompañaban las horas de luna o silencios absolutos que parecían consumirlo todo a su alrededor se habían convertido en parte de mi.
No esperaba mucho al entrar en aquel lugar de lúgubre aspecto. Para mí no era más que otro lugar en el que sería encerrada por pecados que no había cometido. Mis esperanzas habían muerto hacía mucho, solo quedaba la amargura que había consumido por completo mi corazón.
Comencé a recibir las visitas desde la primera noche, mucho antes de florecer completamente. Esa primera vez me había hablado con dulzura y me había tocado con suavidad. Y parecía natural, como si hubiera vivido aquellos mismos toques y escuchado esas mismas palabras. Aunque no eran sus manos ni su voz las que hacían eco en mi cabeza y mi piel. Se me dijo que debía mantenerme quieta y callada en aquel juego que parecía ya haber jugado, cuyo único rol era conservar la posición que mi titiritero disponía para mí. Las voces callaron y escucharon atentas a las palabras que salían de aquella boca que aun no reconocía como maligna, he incluso se inclinaron hacía su toque ávidas de contacto.
Era solo otra niña perdida en aquel bosque lleno de espectros de apetitos siniestros. Y al principio me era tan natural aquel dolor entre mis piernas, y la tristeza en mi corazón que solo la voz de un ángel pudo traer la conciencia y el verdadero significado de tales actos, más no había forma de evitarlo como no había forma de escuchar el hipnótico cantar se las voces dentro de mí.
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Pesadillas De Medianoche
TerrorHistorias ¿Puedes escuchar los gritos que traspasan las paredes? ¿Puedes callar las voces que susurran día y noche dentro de tu mente? ¿U ocultarte de aquel que te sigue por las noches en tu camino a casa? Son muchos los hechos atroces que han ocurr...