INMORTAL

V E I N T E

Milicia

Camino entre las ramas y hojas de una zona boscosa, llevo relativamente poco tiempo rastreando a este par de locos, pero algo me dice que no me queda mucho camino por recorrer antes de topármelos. Mientras camino pienso en miles de cosas que podría decirles, de las formas en las que los podrían regañar y castigar, cuando sus padres y tutores se enteren de que les gusta desaparecerse y escabullirse en tiempos de guerra.

Y lo que podría ser más importante, que es lo que realmente están haciendo, el por qué se esfuman. Sí, una milicia, lo que pensé por las armas y por los juegos, tiene algún porcentaje de probabilidad, aunque no creo que realmente sea eso ¿o sí? No creo que sean tan imbécilmente locos ¿cierto?

Durante todo este debate y cuestionamiento interno, voy caminando mecánicamente, de pronto me encuentro con un camino de tierra, no sé por qué hay un camino de tierra por aquí, en medio del bosque, pero cada vez siento aun más su presencia mágica. Presiento que el par está metido en algo turbio, y la verdad no sé si quiero ser yo la que descubra que traen entre manos, y por consiguiente la que le dé la noticia a sus padres de que sus hijos se escapaban para ir a el universo sabe dónde.

En corto comienzo a sentir una vibración en la tierra, tiembla por algo que la golpea y se acerca. Por la sutil vibración o es algo grande que aún está un poco lejos o es algo pequeño y apurado que está cerca, de inmediato y por resguardo me subo a un árbol, para pronto escuchar mejor al objeto que provoca la vibración; Es una carreta, una carreta tirada por dos caballos, no son caballos finos, como los que ocupa a veces la República cada vez que se infiltra en un planeta, son caballos comunes, bien cuidados y fuertes, para mi mala suerte, su cargamento está tapado con un manta, así que no puedo ver qué es lo que llevan.

A donde sea que esa carreta vaya, va en la misma dirección que el rastro de los chicos. Hablando de rastros, debería cubrir el mío de mejor manera, ahora que me topo con esto en verdad no sé qué pueda pasar, ni si sean hostiles, o si siquiera puedan sentir mi presencia y rastro mágico, la verdad a cada minuto que pasa me siento más y más nerviosa, aunque sean poderosos y sepan defenderse, ambos son niños aún, y sé a los quince, y con lo rápido que han tenido que crecer ambos, creen que lo saben todo y que lo tienen todo bajo control, pero al toparse con un tipo específico de adultos, más conocido como "malditos bastardos" pueden correr real peligro, aún más siendo un don y el hijo del don rey de Erídanos, y como cereza sobre el pastel en tiempos de guerra... Juro que apenas vea, los llevaré todo el viaje de la oreja hasta su casa, y los sostendré así hasta que sus padres tengan tiempo para escuchar lo que hicieron... De verdad espero que estén bien.

Finalmente estoy escondida detrás de unos arbustos, mirando hacia el claro en el que paró la carreta. El lugar está lleno de carpas y de chicos de entre unos diez a dieciocho años.

Dos de ellos destapan el cargamento, y dejan al descubierto un montón de armas, armas como las que ocupa la república, así como también armas mágicas y canalizadores de mana. Sí, todas mis sospechas nacidas de algo insignificante, y que la probabilidad de que acertara exactamente lo que sucede de una sola vez, es algo irreal y muy conveniente para la trama; resultaron ser totalmente ciertas. Aquí hay una milicia, una milicia de la que solo están participando menores de edad.

Verán, al menos aquí en Erídanos la participación en la guerra es voluntaria y sólo para mayores de diecinueve años, por lo cual muchos pequeños, y no tan pequeños, guerreros quedaron obligatoriamente fuera de la guerra, y si me preguntan pienso que es lo más sensato que se pudo hacer, yo no enviaría a pelear a una guerra a niños.

Mierda, estos niños sí que saben cubrir sus huellas, sinceramente durante todo el camino sentí la presencia mágica de no más de 4 o 5 personas poderosas.