Capitulo 28: Solo eran Anne y Gilbert

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🚨 Advertencia 🚨
Este capítulo contiene lenguaje sexual y explícito. (+18)

Diana y Anne estaban sumergidas en su abrazo cuando un gemido se escuchó en el segundo piso.

- ¿Qué fue eso? - Pregunto la pelirroja.

- Hillary, está muy mal. El parto se le junto con la fiebre y me temo que no a llegado el doctor.

- ¿Y que estamos haciendo aquí? Debemos ver si podemos ayudar en algo.

Tomo de la mano a Diana y la guío arriba.

- Debemos llamar a Gilbert, es el médico más cercano y...

- No. - Anne la interrumpió. - Minnie May dijo que está muy grave. No creo que pueda ayudar en estos momentos.

- Si puedo.

Reconoció esa voz como si de la palma de su mano se tratara. Se quedó en su lugar como si hubiera escuchado a un fantasma, no quería voltear. No quería verlo, sabía que en cuanto hiciera contacto con aquellos hermosos ojos color avellana saldría corriendo a abrazarlo. Así que evito aquello.

- Yo... Creí que - Carraspeó la garganta algo nerviosa. - que estaba mal ,señor Blythe.

- Creyó mal señorita Barry. - Gilbert miro que no tenía anillo en el dedo y se maldijo en voz baja. - Quiero decir, señorita Shirley.

- La señorita Baynard está en el segundo piso. - Hablo Diana para quitar la tensión.

Se veía sudoroso, por la fiebre obviamente.

- Con su permiso.

Subió hacia la habitación de Hillary para asegurarse de que ella y el bebé estuvieran bien. Detrás de el iban Diana y Anne. Con la cabeza agachada como su hubieran hecho alguna maldad.

Todos estaban sumergidos en pensamientos distintos, incluso Gilbert, quien hace poco había alucinado con ella.

– La fiebre está aumentando, no haremos mucho con estás tinas de agua. ¡El agua ya está hirviendo Raechel!

– ¡No hay nada que hacer Marilla, es en lo que podemos ayudar! Me temo que ya hemos hecho todo para que la fiebre disminuya. Debemos ir por un doctor.

– ¡¿Acaso estás loca?! El doctor más cercano está por la estación de trenes, dudo mucho que pueda llegar.

– Es mejor tarde que nunca.

El joven que estaba postrado en la cama se sentía débil, estaba empapado en sudor y sus ojos no podían ni abrirse. Escuchaba a las mujeres lejanas a el hasta que una de ellas le removió el hombro.

– Gilbert, iremos por un doctor, por favor no te levantes de la cama y no te preocupes, ya volveremos.

Escucho como la puerta se cerró y el silencio se apoderó de su hogar, aquel hogar que le quedaba tan grande ahora que no estaba Bash con el.

Cerro los ojos un momento y cuando volvió a abrirlos se encontró con unos ojos tan claros como el océano y rodeados de miles de pecas.

– ¿Anne? – Fue lo único que logró decir antes de verse interrumpido por los labios de la pelirroja.

La extrañaba, la extrañaba tanto que dolía, le dolía no tener su cercanía y no tenerla a su lado en estos momentos dónde se debatía entre la vida y la muerte. Pero por Dios, sabía que no era real, sabía que posiblemente todo se tratase de una alusinacion por la fiebre.

Amor por las cartas || Anne With Ann'e ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora