7. Un frágil corazón

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Narrador

La semana transcurrió normalmente y todos estaban ansiosos por el evento que se realizaría en la escuela el fin de semana (siendo más específico el Sábado por la tarde-noche) aún más los alumnos de primer año, que ya habían escuchado acerca de como habían logrado alcoholizar de alguna manera a los profesores e incluso al director que casi no daba la cara en el colegio, el único que les confirmo la veracidad de la historia fue Bull, el cual, estaba ansioso de poner su plan en acción y trataba de convencer a Shelly de ayudarlo con esto.

- ¡Vamos Shelly! ¡Te lo ruego! - El grandullón estaba suplicando de rodillas.
- ¿Y como se supone que haré que los dos estén solos en un baile escolar? - Decía Shelly mientras se cruzaba de brazos.
- De acuerdo, yo lo hago pero aunque sea trata de distraer a Piper ¿Si? - Ponía una carita suplicante.
- N... - Volvió a ver la cara de Bull - Está bien, la entretendre, lo demás depende de ti.
- ¡Eso! - Bull se levantó en una pose victoriosa.
- ¿Y ya has analizado los riesgos?
- La mayoría pero, con suerte todo saldrá bien y los dos...
- ¡Si! No quiero saber eso - Lo interrumpió - Pero en caso de que falles, toma esto - La morena le dio una pastilla amarilla a Bull.
- ¿Que es esto? - La miro confundida.
- Un afrodisíaco, se llama aflojatodo y...
- ¡Espera! - La interrumpió - Yo no quiero sexo.
- Mhm - lo miro con una cara de "Si, claro".
- Lo digo enserio y no pienso drogarlo.
- No son drogas... Son legales así que no hay que temer.
- Bueno, no la necesito.
- Como quieras, grandote solo espero que no lo rompas a la mitad.
- ¡Shelly!
- ¿Que? Digo la verdad ¿O acaso tú eres...
- Mejor me voy, tengo tarea - Bull tomó sus cosas y se dirigió a la puerta.
- ¡Vamos, no puedes dejarme con la duda! - Se escuchó la puerta cerrarse - Me dejó con la duda.

El pelinegro salió de los dormitorios para chicas luciendo un color carmesí por toda la cara, eso sumado a su ceño fruncido hacia parecer que estaba rojo de la irá, provocando que aquellos que lo vieran se alejaran, todos excepto su hermana que venía de su práctica de béisbol.

- ¿Ahora quién te hizo enfadar?
- Nadie... - Dijo tajante.
- Pues ese tono y esa cara dicen otra cosa.
- ¿Podemos cambiar de tema? Por favor.
- Muy bien grandote ¿Me vas a ayudar con... Tu sabes? - Bibi hizo un gesto de simular una bebida con su mano.
- Más tarde, por ahora debemos ser cautelosos.
- Bien, la vigilante se va a las 9, dejo la ventana de mi dormitorio abierta, espero no llegues tarde.
- Si, si, adiós.

Bull se despidió con un gesto y una cara de fastidio hacía su hermana, está ni siquiera respondió y se fue directo al edificio donde se encontraba su dormitorio.

La tarde fue normal, junto a los estudios con El Primo, sumado a sus pláticas que les ayudaban a matar el tiempo extra que tenían, había llegado la hora favorita de Bull, sus clases de violín junto al pequeño que hacia su corazón vibrar. Se dirigía al salón de música peinado y mejor vestido que lo habitual pero antes de abrir la puerta escucho unas carcajadas de una voz conocida, era Piper quien se burlaba del pequeño pelirrojo el cual actuaba como tonto.

Bull veía a ambos por el marco de vidrio de la puerta, riendo y jugando, la escena le era dulcemente amarga, pues se veía que tenían una buena conexión, ambos se sonreían y parecían no estar incómodos con el contacto físico el uno con el otro, el pelinegro juró escuchar algo romperse pero no fue su frágil corazón, había retrocedido tanto que su cabeza chocó contra un tablero de anuncios con protección de vidrio la cual estaba completamente rota a causa de el golpe recibido. Colt salió rápidamente al escuchar aquel golpe, miro al mayor que tenía una cara de dolor y se sobaba la nuca, rápidamente lo hizo pasar y sentarse en una de las sillas que había en aquel sitio mientras Piper le ayudaba a examinarlo.

- Eso fue un gran golpe ¿Estás bien, cariño? - La rubia veía a Bull con determinación para encontrar alguna herida.
- Si, solo fue un golpeci... ¡Auch! - Se quejó.
- ¿Golpecito? No lo creo- El pelirrojo apretaba una parte de la nuca del mayor - ¿Piper me puedes pasar las gasas, el desinfectante y la tela adhesiva? Por favor.
- Claro, nene - Piper fue rápidamente hacía el botiquín de emergencia, sacó lo que pidió el menor y volvió para dárselo - Aquí tienes.
- Está bien, probablemente sientas dolor.
- ¡Sss! - El pelinegro sintió aquél líquido quemarle la nuca y la presión que la mano de Colt hacía junto a una gasa.
- Bien, ahora solo... - Le puso un poco de tela adhesiva al rededor de la gasa para sujetarla - Listo, vas a estar bien, grandote.
- ¿Enserio era tan grave? El mayor tocó la gasa.
- Mira tu mano, cielo.
- Mi... ¿Mano? - Bull miró su mano y estaba cubierta por algo de sangre, el grandullón quedó en shock por aquello.
- Tal vez deberíamos traer a la enfermera - Sugirió Colt.
- Y una escoba, iré por ambos, vuelvo pronto - Piper salió por la puerta dejando al par completamente solo.
- ¿Te encuentras bien, Bull? - El pequeñín trataba de llamar la atención del mayor.
- S-si, bien - Bull volteo a ver los ojos azules de Colt que lo veían fijamente, un leve sonrojo apareció en su cara y desvío la mirada.
- ¿Seguro? Parece que... - El pelirrojo puso su mano en la frente de Bull y luego en su mejilla izquierda - Tienes un poco de fiebre.
- N-n-no E-e-es na-na-nada - Aquél contacto le hacía sentir un ardor en las mejillas pero intentaba recuperar su cordura.
- ¿Seguro? Estás rojo.
- Enserio no es nada, es que... Hace calor aquí - Recuperó la cordura.
- Bien... ¿Cómo te llamas?
- Bull - Lo miró confundido.
- Bull... ¿Que?
- Bull Neroni.
- ¿Que edad tienes?
- Veinticinco
- ¿Que día es hoy?
- Viernes
- ¿Cuánto es diez más quince?
- Veinti... ¿Cinco?
- Muy bien, no sufriste derrame, me alegro - Suspiró aliviado el pelirrojo - Mi pregunta es ¿Cómo ocurrió esto?
- Yo... - Bull no iba a decir la verdad, así que inventó algo rápido - Me tropecé.
- Hmm ya veo, supongo que hoy no tendremos práctica, de nuevo - Colt se estaba levantando.
- ¡Espera! - Lo detuvo del brazo - Estoy bien, no es nada grave, lo juro - El mayor puso una cara de "confía en mí".
- No lo se... Aún no estoy del todo seguro en no llevarte a la enfermería.
- Bueno... si logro tocar un poco ¿Continuamos con la clase? - Bull parecía retar al menor.
- Bien... Si lo logras tendremos la práctica y sinó, te llevo a la enfermería ¿Bien?
- Bien - El mayor se levantó de su asiento y fue directo al estuche que contenía el violín color obsidiana.

La otra cara de la monedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora