Almas perdidas

8

SAMUEL

Me beso.

Carla volvió besarme.

Pero de pronto se aparta de mí.

¿Por qué?

Yo no quiero que deje de besarme.

-Esto es una locura – suspira

-Estoy totalmente de acuerdo contigo – dije

Nos miramos en los ojos, el hecho de que sea locura no significa que no es la cosa correcta o más adorable.

-Podemos salir y comer algo si quieres – comenta

-¿Salir?

-Algún restaurante o algo así – responde

Llegamos al acuerdo de irnos a un restaurante de comida rápida, los dos tenemos mucha hambre, ordenamos dos hamburguesas.

Necesito romper este silencio, es muy incomodo, cada vez que me besa los dos pensamos que es un error, que debíamos hacerlo solamente para seguir con el plan pero de pronto queremos mas que eso.

-¿Qué comida te gusta más? – pregunta

La pregunta más rara.

-Todo, creo... la pizza no me gusta.

Ella empieza reírse, todos los harían.

-¿Pizza?

-Lo sé, es muy raro pero prefiero macarrones.

-Menos mal, por un momento pensé que no te gusta la comida italiana.

-Solamente la pizza, lamentablemente.

-¿Sabes qué? A mí tampoco me gusta pizza pero tenía miedo a decirlo a voz alta, a todos le gusta y pensé que no iba tener amigos si digo que no me gusta.

-Los verdaderos amigos no van a juzgarte por eso, créeme.

-Tú no me estas juzgando y además tenemos una cosa en común.

-Si, una cosa, por ahora.

Seguimos comiendo hasta que de pronto se me ocurra abrir una nueva tema.

-¿Qué se supone que vas a estar haciendo cuando terminas el colegio? – cuestione

Carla deja de comer, ni ella misma lo sabia supongo, nadie lo sabe cuando está yendo al colegio, pero la universidad es otro cuento.

-Quiero estudiar negocio o filosofía – responde

-Vaya, eso parece guay.

-¿Y tú?

-Me gustaría convertirme en un chef de restaurante.

-Eso parece genial, así podríamos trabajar juntos en el futuro – bromea

-¿Cómo?

-Tú podría trabajar mucho y abrir un restaurante exitoso y yo podría ser la gerente de tu restaurante.

Aunque creo que bromea parece a una propuesta interesante, por un momento olvide porque estamos sentados aquí, olvide que todo eso paso por culpa de mi ruptura con Marina.

Por un momento somos Samuel y Carla, dos personas que quizás tienen más cosas en común de lo que pensaron, estamos comiendo y hablando como si fuéramos dos amigos de infancia, otro universo en el que quizás me gustaría vivir.

CARLA

Este ha sido el mejor día de mi vida y sigue siendo porque aun no hemos terminado de despedirnos, cuando terminamos de comer salimos para caminar un poco.

-¿Lo has pasado bien? – le pregunto

El asienta con cabeza tímidamente.

¿Samuel es tímido?

Ay, eso le hace ser mas adorable y atractivo.

-¿Y tú? – cuestiona

-Claro – respondí

Quería tomarle por la mano pero mi móvil empieza soñar, cuando lo tome y vi nombre de Christian en la pantalla bufe frustrada.

Mire a Samuel pero él se alejo un poco de mi lado.

-¿Quieres responder? – pregunta

-No.

Vuelvo poner el móvil en mi pulsera.

-Quizás quiere volver a invitarte a salir – comenta

-Volveré hablar con él, ahora rechace la llamada – respondí

Siento mirada fría de Samuel, está pensando en algo...

-Samuel...

-¿Qué piensas decirle para que te deja en paz de una buena vez? – pregunta de un golpe

-Le voy a decir que estoy contigo – respondí

Samuel sonríe pero de pronto cambia la expresión facial.

-No deberías mentirle.

-¿Acaso no estamos juntos?

-Si lo estamos pero sabes muy bien porque.

-Christian no sabe nada de eso, tampoco lo va saber porque eso es lo que quieres, ¿no?

Vuelve repetir que estamos ''juntos'' para seguir con la farsa, no sé porque pero eso me duele, no quiero que piensa que solamente paso tiempo con el por esa misma razón. Yo no me enamoro pero él es un chico que no me ve como puto objeto y eso es mucho más de lo que puedo obtener de cualquier otra persona.

-Como tú decidas, Carla.

-¿Qué quieres que le diga?

-Lo que tú quieras – responde

¿Lo que yo quiero?

Ni yo misma se lo que quiero, no quiero una relación, no quiero involucrarme con nadie de esa manera, no busco amor pero parece que el amor me busca a mi desesperadamente, se me hace imposible seguir huyendo.