Capitulo siete

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- Bájate de mi auto - musité y él solo rió

- ¡QUE TE BAJES!

- Cálmate un poco - se defendió.

- No sabes nada de mi vida

- Se mas de lo que crees

- ¡NO LO HACES!

- ¿Ah no?

- ¡NO! AHORA BÁJATE DE MI AUTO -

exigí.

- ¿Dime, que harás en cuanto yo me valla

y tu auto no se arregle? - me quedé

callada; la verdad es que no tenía

solución alguna. Él rió, se bajó del auto

y se alejó bajo la lluvia. Me desesperé

un poco para ser sincera. De repente su

figura apareció nuevamente con unas

cosas en sus manos.

- ¡Abre el capó! - obedecí y así lo hice,

busqué una linterna en el asiento

trasero del auto y me bajé a su lado. No

sin antes sacarme los tacones.

- Eres más petiza de lo que creí

- La magia de los tacones - sonreí e

iluminé toda la zona por la que estaba

trabajando.

- Lindura, hace cuanto compraste esta

chatarra?

- suspiré molesta, odiaba que me llamara

así - Hace... 3 años? Era de mi padre -

me encogí de hombros.

- rió - ¿Hace cuanto no cambias la

batería?

- 3 años? - sonreí excusante.

- Con una sonrisa compradora no

conseguirás ninguna batería nueva por

aquí...

- Cierra la boca - fruncí el ceño y miré

mis pies, estaban mojados y fríos.

- Cierra tu auto, te llevaré.

- Pero... - suspiré frustrada y obedecí,

tomé mis tacones entre mis manos y mi

bolso en el brazo, caminamos hacia su

moto y me subí tras él.

- Agárrate fuerte - me sostuve miedosa a

su cadera y la moto arrancó, largué un

chillido y Michael rió.

El viaje a casa fue bastante corto, sin

embargo por alguna razón no quería que

terminara.

Llegamos al barrio privado en el que se

encontraba mi casa y el guardia miró

receloso a Michael, este lo miró mal y

poco más no lo deja pasar. Solo que yo

di mi identificación y lo hizo.

En cuanto llegamos, Michael ya había

frenado y yo seguía agarrada a él.

- Ya llegamos, lindura.

- DEJA DE LLAMARME ASÍ

- rió - como sea, bájate

- Oh si, claro - me solté y me bajé - Eh,

gracias

- Adiós

Me adentré en mi casa y subí las

escaleras, me cambié la ropa mojada por

una seca y volví a bajar; allí estaba mi

madre. Y no se veía de buen humor...

Bueno, nunca lo estaba.

- ¿Quién era ese chico ______?

- Un compañero de la escuela - dije sin

darle importancia.

- ¡______! - me paré en seco - ¿CÓMO

PUEDES SI QUIERA DEJAR ENTRAR AL

BARRIO A UNA PERSONA COMO ÉL? -

comenzó a gritar.

- ¿Qué tiene de malo? - me excusé.

- No tiene buena pinta.

- Es mi decisión con quien me junto,

mamá.

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Recomiendela por favor significa mucho para mi
las quiero

.Mel

the best of both worlds (m.c)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora