El primer día

128 7 0
                                    

Era al fin tu primer día de clases después de haber pasado por tanto papeleo para al fin lograr el intercambio con la universidad de Seúl. Tuviste que desarrollar todo un cortometraje en stop motion para que te aceptaran en la especialidad de animación y edición de contenido en tercera dimensión.

La maestría sonaba más compleja de lo que en realidad era, bastaba con haber pasado tus prácticas en una pequeña productora que fue subcontratada por un canal importante en tu país, como para haber tomado la decisión de inclinar tus estudios en aquella área.

—Señorita _______ —te llamó por tu apellido el director de la facultad de artes escénicas.

—¿Sí? —interrogaste en un cuestionable inglés, pero todo era gracias al nerviosismo.

—Mañana  comenzarán oficialmente las clases para el alumnado extranjero, así que venga preparada con los libros digitales que se le han enviado al correo electrónico proporcionado en su solicitud de intercambio.

Asentiste porque las palabras que tenías pensadas para responder se habían esfumado en un parpadeo, diste la media vuelta y saliste de la oficina donde te encontrabas. Era el primer día, estando en Corea del Sur y no pensabas desperdiciar el tiempo paseando por el campus de la universidad.

"Iré a visitar algún sitio cercano a casa" pensaste en cuanto tus pisadas te guiaron al exterior de la universidad. En un inicio tus padres habían insistido en quedaras en una de las residencias que ofrecía la universidad, sin embargo tu no querías compartir la habitación con alguna persona extraña; tu única opción fue contactar a personas coreanas que te pudieran recibir en algún sitio durante los tres años que iba a tomar el posgrado.

Afortunadamente una chica dijo que iba a volver a casa de sus padres por causa de una enfermedad, pero que ya había dado el depósito de un departamento y pronto tendría que pagar por adelantado el otro semestre que quedaba, eso y era un buen comienzo cuando estabas detrás de la computadora en tu propio país.

Su departamento conservaba algunos muebles, era suficiente con que tuviera el refrigerador y la cama, habías acordado que cuidarías todo hasta que ella regresara a recoger sus cosas.

Tomaste una guía turística en inglés y comenzaste a leer sobre algunos sitios que podías visitar...iniciando por algunos edificios de las agencias de kpop que conocías muy bien; aun así tenías que tomar el transporte público porque resultaría más barato que ir al transporte subterráneo.

El autobús azul te podría llevar y también regresar a casa, solamente necesitabas usar tu sentido de la orientación para poder volver sana y salva a casa; bien, tu sentido espacial no era el mejor del mundo, así que confiabas más en el GPS del teléfono.

Al subir al transporte fue inevitable que tu vista se dirigiera directamente al chico que reposaba recargado en la ventana, por alguna razón el también te estaba observando.

Él te dijo algo mientras sonreía, pero al ver que no respondías decidió apartar la vista de ti.

—Lo siento, soy una estudiante extranjera —murmuraste al pasar junto a él porque el único asiento vacío estaba a sus espaldas.

Aquel sujeto parecía haber pasado de un estado de ánimo a otro en cuestión de segundos. Tú misma lo habías visto sonreír, pero ahora no hacía nada más que ver la puerta con una expresión de molestia.

Él sacó sus auriculares y el resto del trayecto continuó de esa forma. No apartaba la vista de la puerta y tampoco alejaba su cuerpo de la ventana. Generalmente cuando las personas escuchaban música en el transporte ellos movían la cabeza o los pies, pero el parecía no ponerle atención a lo que sea que escuchaba.

La ruta continuaba y tu no podías dejar de revisar, muy de vez en cuando, qué era lo que estaba haciendo el chico delante de ti. Estabas tan abstraída en tus pensamientos que se te pasó la parada donde debías bajarte.

—Señor, ¡señor! —gritaste en un coreano muy extraño. Algo bueno dejaba escuchar y ver tantos dramas coreanos.

El chico frente a ti se quitó los audífonos y te observó caminar hacia el frente del transporte un tanto desesperada por bajar. El conductor detuvo el avance del transporte de forma abrupta, así que perdiste el equilibrio y diste un traspié, aquel hombre te tomó de la mano para evitar que cayeras de frente por el brusco movimiento.

—¿Te encuentras bien? —preguntó en inglés.

—Sí...gracias —respondiste tan nerviosa que las palabras a penas y fueron audibles para tu salvador.

—No puedes bajar hasta la siguiente parada —indicó con amabilidad sin soltar tu mano.

—Está bien, gracias.

—¿Se te ha pasado la parada?

Era tan vergonzoso que él se diera cuenta de lo que estaba pasando, que fue inevitable que el rubor subiera hasta alcanzar tu rostro. Era tu primer día en Corea y la mala suerte se estaba haciendo presente.

—Sí, iba a explorar un poco en Seúl...

—¿Quieres que te acompañe? —se ofreció sonriendo. —He vivido aquí el tiempo suficiente como para hacerla de guía.

No estabas segura de aceptar el ofrecimiento, pero ¿qué mas daba?,  ya habías llegado hasta allá y ahora estabas con un chico guapo. No existía posibilidad alguna de que eso volviera a suceder en algún otro momento de tu estancia en Corea.

Asiste su brazo y decidiste seguirlo a donde sea que te llevara, disfrutarías de tu primer día como si fuera el último. Te llevó de aquí para allá, amablemente la hizo de traductor de algunas cosas que de vez en cuando preguntabas y finalmente te ayudo a volver a casa.

—Eso fue muy divertido y cansado —susurraste a penas y subiste al transporte.

—Mañana nos esperan más cosas —respondió tomando asiento a tu lado.

—¿Ma...mañana?

—Sí, mañana tengo el día libre y puedo salir contigo.

—¿Salir?

—¿Vas a repetir y cuestionar todo lo que te digo?, eres linda, pero me gustaba más cuando no desconfiabas de mi.

Te viste tentada a preguntarle el verdadero significado de aquel "me gustaba más", pero sabías que él se molestaría y no se tomaría con gracia tu comentario.

—Claro, mañana puedes pasar a verme después de mi primer clase en la universidad.

—¿Es esa una cita?

—¿Quieres quieres que sea esa nuestra segunda cita? —preguntó en un tono juguetón.

—¿Segunda cita?, ¿es que ya tuvimos la primera?

—Ésta es la primera —respondió mientras extendía la mano para que bajaras del autobús.

—Ya veo, creo que vamos apresurados...

—Es porque estás estudiando y eres extranjera, a muchas personas aquí les parecen atractivos tus rasgos...debo incluirme entre ellos —susurró avergonzado—, no quiero que malinterpretes mis intenciones.

—Insisto, vas muy a prisa.

—¿Entonces mañana paso por ti?

—Claro —asentiste una vez que llegaste a la puerta de tu nuevo departamento. —Aquí vivo —informaste para que comenzara a despedirse de ti.

—Nos vemos  mañana.

Él se aproximó a ti con la intención de besar tu mejilla, sin embargo el movimiento apresurado te tomó por sorpresa y giraste el rostro, haciendo que sus labios se estamparan contra los tuyos.

—Sería una mentira si te digo que lo lamento —elevó la comisura de sus labios en una media sonrisa y se fue de inmediato.

Ese primer día de tu vida en Seúl había sido toda una anécdota, aunque muy en el fondo esperabas que el segundo día fuera aún más emocionante.


One shots (Seo Kang Joon y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora