Biblioteca

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Era demasiado temprano como para volver a casa, de todas formas, cuando regresaras tus padres estarían en el trabajo y no habría nada que hacer mas que la tarea y escuchar música pero, ¿para qué volver a casa si podías hacerlo en la escuela? Con ese pensamiento te colgaste la mochila al hombro y caminaste hacia la biblioteca para realizar las labores que algunos profesores habían encargado.

—Hola Kang Joon—saludaste a tu compañero de mesa en la biblioteca.

Aquel extraño en un inicio siempre estaba ahí leyendo para pasar el tiempo, tu acudías solamente porque había internet y tenían computadoras veloces que te servían para hacer la tarea. Tu interés no iba más allá de no ir a casa porque no había nadie en ella.

—Hola ______ —saludó con amabilidad.

El tiempo los había hecho amigos y el mal clima los había acercado un poco más. A pesar de que en un inicio no se hablaban, el hecho de que un aguacero los tomara por imprevisto en la parada de los autobuses logró volverlos un poco más cercanos.

En ese momento un auto había pasado cerca de la cuneta de la gran avenida y había salpicado toda el agua estancada hacia ustedes, sacándoles una fresca carcajada que rompió el silencio que entre ambos se había impuesto. Ese fue el inicio de su amistad.

—¿Ahora qué estás leyendo? —preguntaste fisgoneando por encima de su hombro para leer el contenido del libro que sostenía entre sus manos.

—Es mi peor pesadilla —suspiró con pesadez y dejó caer el enorme libro sobre la mesa, logrando así que muchas personas giraran a verlos solamente para ordenarles que se callaran.

—¿Álgebra? —intentaste adivinar.

—Sí, debo entregar para mañana la mitad de los ejercicios ya resueltos y me faltan solamente unos cuantos —volvió a abrir el libro y sacó su libreta cuadriculada. —¿A qué debo tu visita el día de hoy?

—A que el internet aquí es más rápido, ¿quieres que te ayude?

—No, la profesora se dará cuenta del cambio repentino de números.

—Oye,  si puedo falsificar  la firma de mis padres creo que podré falsificar tu caligrafía.

Bajo ese lógico argumento fue como él terminó escribiendo de un lado de la libreta mientras tu comenzabas del otro. No tenías nada por hacer mas que pasar el tiempo ayudando a un amigo. Ambos siguieron trabajando hasta que por fin terminaron de realizar los ejercicios, por suerte las matemáticas no se te complicaban tanto cuando podías trabajar en equipo.

—¿Y ahora qué? —preguntaste estirando tus brazos sobre la cabeza para mitigar la fatiga de estar encorvada para escribir mejor. Inevitablemente el suéter de tu uniforme se elevó un poco al igual que tu blusa, dejando expuesto tu estómago; como tu amigo fue su deber picar tu vientre con su dedo índice provocando que soltaras un grito de sorpresa.

El chico solamente se burló de ti mientras manoteabas sobre su cabeza para detener su burla. A modo de defensa, él tomó tus manos deteniendo los golpes.

Ante el tacto de sus cálidas manos intentaste retirar las tuyas de un tirón, pero él las sujetó  con mayor fuerza para evitarlo. ¿Hacía tanto calor o eras tú?

—¿Por qué te pones nerviosa? —preguntó al ver que comenzabas a agachar el rostro para no verlo directamente a los ojos.

Tenías que ser ciega para no notar lo apuesto que era. Al principio no le hablabas porque pensabas que una persona tan atractiva era inaccesible,  pero él era la excepción a la regla, había sido completamente cálido contigo y resultó ser alguien excéntrico y muy divertido. Fue cuestión de tiempo para que el fugaz enamoramiento se fuera, pero en su lugar se instaló un sentimiento de cariño que poco a poco se fue arraigando hasta crecer a la dimensión en la que se encontraba actualmente.

Tu cariño de "amiga" había sobrepasado los límites de una amistad rosando la tenue división entre eso y el enamoramiento. Eras consciente de que si admitías tu sentir las cosas no volverían a ser las mismas, no podrías verlo de la misma forma que lo habías hecho.

—¿Te estás sonrojando? —insistió en tono burlón.

—¿Eso qué te interesa?

—Claro que me interesa. Sé que suena y es egoísta, pero me gusta saber que pongo nerviosa a alguna chica. Sobre todo si esa chica eres tú.

Alzaste la vista de golpe en cuanto él terminó de decir esas  palabras, no esperabas que dijera algo como eso. Tú no sentías que tuvieras algo especial mas allá de tu buen sentido del humor, no eras especialmente atractiva ni poseías el mejor físico del mundo y aun así se atrevía a decirte cosas lindas en un momento de vergüenza y un poco de seriedad.

—Deja de decir esas cosas, por favor —enunciaste con la voz temblorosa por el nerviosismo.

—No quiero hacerlo, no ahora que al fin he podido hablar al respecto.

—¿Te estás burlando de mi?

Ese era el lado negativo de ser una persona alegre y divertida, muy rara vez las personas lo tomaban enserio en aquellos momentos

—No lo hago. Mírame ________, siempre me has parecido alguien linda y divertida; fue  por eso que me atreví a hablarte a pesar de que todas las personas decían que eras una retraída social y que era complicado tratar contigo.

—¿Solamente te interesaste por mi apariencia?

—Eso no es lo que quiero decir —el chico soltó tus manos y pasó las suyas por su cabello, alborotándolo a su paso. —Hablo de que quería conocerte mejor para saber por qué las personas dicen eso de  ti, ahora me doy cuenta de que ninguno te conoce, por lo menos nadie lo hace de la forma en que yo lo hago.

—Es que me canso de hablar de los mismo con todas las personas y tú eres diferente, siempre tienes algo nuevo qué contar —sonreíste al recordar una que otra de las anécdotas que él te había contado.

—Para mí tu también eres diferente, es por eso que me gustas.

Había dicho aquella frase de la nada y con total convicción que te quedaste boquiabierta. Querías responder. Necesitabas responder, pero entonces tus neuronas habían dejado a un lado su sinapsis para hacerte quedar como la persona más boba del mundo.

Aún con el asombro, agitaste la cabeza pensando en que eso solucionaría tu falta de habla, sin embargo todo empeoró porque pudiste ver a muchos rostros desconocidos observando hacia la mesa donde ambos estaban.

—Creo que éste no es un buen lugar para hablar al respecto.

A toda prisa guardaste las cosas en tu mochila y saliste de la biblioteca en dirección a la parada de autobuses donde ambos se habían hablado por primera vez. Para tomar confianza necesitabas volver al punto donde todo había comenzado, solamente por si aquello era el final de una bonita amistad.

—He dicho que me gustas, si no sientes lo mismo solamente dímelo y me haré cargo de mis propios sentimientos,

—Me gustas —respondiste con el corazón acelerado.

Estabas más nerviosa que nunca, le habías confesado tus sentimientos de repente y ya no había marcha atrás. Ni siquiera había una propuesta de noviazgo ni nada, solamente él había dicho que gustaba de ti y tu respuesta solamente corroboraba el hecho de que el sentimiento era mutuo.

Él solamente se dedicó a observarte sin nada más que decir, no tenía nada planeado y las cosas estaban yendo mejor de lo que esperaba. Lo único que cruzó por su mente en ese momento no era algo que aceptarías así sin más.

Se acercó precipitadamente hacia ti y depositó un fugaz beso sobre tus labios. Estaba tan avergonzado que, en cuanto se hizo hacia atrás, dio la media vuelta y salió corriendo, dejándote con un montón de pensamientos revueltos que no tenían sentido, y con la sensación de sus labios sobre los suyos.

Ya hablarías con él al respecto cuando se volvieran a reunir en la mesa de siempre. Podrías esperar sólo un poco más para poder abordar el tema con toda la normalidad posible.


One shots (Seo Kang Joon y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora