Picnic

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Estabas en medio de tu clase de álgebra cuando el teléfono que sostenías entre tus manos, a modo de calculadora, comenzó a vibrar mostrando en la pantalla el mensaje de tu amado novio. Nuevamente insistía en salir contigo a pesar de estar en medio de tus clases.

Ignoraste el mensaje y continuaste haciendo las operaciones que tanto trabajo te estaban costando. Tu atención debí mantenerse en esa pizarra para que el profesor no te volviera a sacar de la clase solamente por intentar responderle el mensaje a él.

Se estaba volviendo en algo incómodo toda esa extraña relación. Lo habías conocido de la forma más inoportuna posible, pero siempre tuviste la fe de que, conforme se fueran conociendo, su relación mejoraría. Todo había comenzado porque estaba lloviendo, tú estabas utilizando un calzado incómodo con el que a penas y podías mantenerte de pie, tropezaste y caíste directamente sobre un charco de lodo.

Kang Joon solamente estaba pasando por ahí cuando presenció todo, se atrevió a burlarse de ti pero te ayudó a ponerte de pie; eventualmente te llevó a casa y ahí comenzó todo. Habían salido un par de veces y, recientemente, habían decidido que su relación de amistad era lo suficientemente buena como para pasar al siguiente nivel: un noviazgo.

—Señorita ____________, ¿podría pasar al frente a resolver la ecuación? —solicitó el profesor mientras te entregaba el plumón y el borrador.

No habías terminado aún, tu libreta estaba hecha un desastre con un montón de operaciones que, de repente, habían perdido toda lógica y sentido.

—Tengo dificultades para resolverla, profesor —admitiste avergonzada. —¿Podría pasar alguien más?

El profesor suspiró resignado y obligó a otro alumno a  pasar al frente. Nuevamente te habías distraído pensando en él, pero Seo Kang Joon tenía la culpa de todo, si no fuera tan guapo entonces no habría necesidad de cargar con su imagen ocupando un gran espacio dentro de tu corteza cerebral. Nuevamente intentaste poner toda tu atención en la clase, pero entonces el teléfono, que reposaba sobre la banca, comenzó a vibrar constantemente exigiendo tu atención.

—¿Puedo salir a atender una llamada? —dijiste al fin interrumpiendo la clase.

—Adelante, salga —instó el profesor, aunque todo sonó a que te estaba corriendo de la clase, podías identificar cuando no te querían en algún lugar.

Aceptaste la llamada entrante y la voz de Kang Joon te sorprendió de lo tan alterada que sonaba.

—¿Qué te pasa?, ¿estás bien? —preguntaste evidenciando la preocupación en tu voz.

—Todo está bien, solamente quiero que vengas un momento por favor. Estoy peleando con unos perros traviesos y creo que se comerán mi almuerzo si no te das prisa.

No encontrabas sentido en lo que estaba diciendo, pero te resultó divertido imaginarlo peleando con un par de canes de grandes dimensiones; aunque, conociéndolo, seguramente estaba exagerando y solamente se trataba de unos cachorros que no paraban de ladrar en el lugar.

—¿Dónde estás exactamente? —preguntaste un poco cansada por sus constantes llamadas y mensajes incoherentes.

—En el parque que se ubica saliendo de la facultad de contabilidad.

—Estaré ahí en media hora, ¿puedes esperar hasta entonces?, tengo algo importante que decirte.

—Claro, yo también quiero hablar contigo.

No querías que las cosas se dieran de esa forma, pero comenzaba a ser irritante el hecho de que fueras tú quien siempre abandonara sus deberes para atenderlo a él, querías que todo terminara para poder atender una sola cosa en tu vida. Deseabas tener tiempo también para ti.

One shots (Seo Kang Joon y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora