Forgive Me «Yoonmin»

Capítulo 31

Quiso gritar su dolor, expulsarlo de inmediato pero el nudo en su garganta no se lo permitió. Maldita sea que lo había engañado y de forma tan espectacular. Su vista cegada por sentirse completo de nuevo, no le permitió pensar por tan solo un segundo que las cosas eran extrañas.

Con la ira y el dolor de la traición burbujeando en su interior, susurró

— ¡Joder! ¡Cuando esperabas decírmelo! ¡Maldito cabrón! 

Jimin se removió levemente en la cama. Se sentía feliz, saciado, en un mundo de algodón donde sus sueños eran esponjosos y bonitos. Abrió los ojos lentamente encontrándose con la mirada fruncida y cargada de odio en Yoongi.

¿Qué ha pasado?

— ¡Tu maldito traidor! — le gritó el mayor sujetando su propio cabello — ¡Maldita mierda! ¡Joder! ¡Te creía muerto! ¡¿Disfrutaste verme sufrir todos estos años?! ¿Sonreíste mientras yo seguía visitando tú maldita tumba cada aniversario? ¡Puta mierda! — gruñó dando un puño en la pared, sintiendo el dolor correr a través de su brazo.

El menor se encontraba en shock, sin palabras, observando su desnudez, claramente mostrando el tatuaje perfectamente realizado hace más de ocho años sobre sus costillas.

— ¡¿No tienes nada que decir?! — le gritó iracundo.

— Yo...yo... lo ... si- — tartamudeó el menor, desorientado y angustiado.

— ¡¿Cómo fuiste capaz de hacerme esto?! — cuestionó cabreado — Yo te amaba ¡Joder! más que a nada en el mundo... más que a nadie. ¿Pasarse por muerto? — susurró cerrando los ojos. 

— ¿Qué otras bajezas has alcanzado Jimin? o debería decir ¿Christian Park?— suspiró cuando las lágrimas salieron irrefrenables — Ya ni siquiera puedo confiar en que ese sea tu maldito nombre.

Jimin se encontraba sentado en la cama, cubriéndose a sí mismo con las delgadas sábanas blancas, llorando desconsolado. La verdad lo había atropellado, arrasando de tal forma que no tendría otra opción que enfrentarla.

—No es ... no es lo que crees Yoongi... yo no — tartamudeó llorando — yo no quería engañarte... no creí jamás que te encontraría de nuevo — sus manos se hicieron puños mientras el dolor fluía como corrientes de agua.

— Espero lo hayas disfrutado Park. Ya nunca lloraré por ti. De ahora en adelante, estás muerto para mí — aseguró con frialdad.

Le dió una mirada decepcionada y fría, dejándolo solo en la habitación, mientras el corazón de Jimin se despedazaba por el suelo.

Con la ira fluyendo a través de sus venas caminó a la playa, cuando el agua fría y salada del mar tocó sus pies, un grito desgarrador abandonó sus labios. Se sentía como un loco, destrozado, toda su realidad despedazada en segundos. 

A lo lejos se encontraban Jungkook, Hoseok y Taehyung, jugando tontamente a lanzarse al mar. 

— ¿Ese es Yoongi? — le preguntó el castaño a a Hoseok cuándo divisó la compacta figura de su mejor amigo, gritando y agarrando su cabeza a lo lejos. 

— Cre-creo que sí — tartamudeó el contrario.

— ¿Qué pasa con él? — cuestionó Taehyung a su lado. 

Los tres caminaron en su dirección, al llegar Jungkook susurró

— ¿Qué pasó?

Yoongi se giró diciendo con amargura — El maldito de Jimin me engañó — sus oscuros ojos negros se clavaron en Taehyung que se sintió palidecer — Christian jamás murió — soltó fríamente.

Taehyung hizo un ¡Oh! con sus labios y salió corriendo en búsqueda de  Jimin como acto reflejo. Jungkook y Hoseok lo miraron levantando una ceja y volvieron su atención hacia el pelinegro.

El mayor pateó la arena decepcionado. — Al levantarme esta mañana vi el tatuaje de Jimin, en sus costillas — con los ojos cargados de dolor se giró para ver a sus hermanos.

— Yo estaba presente cuando nos tatuamos juntos hace ocho años... yo estaba allí ¡Maldita sea! ¡El maldito cabrón es Christian y jamás me lo dijo! — gritó dolido, cuando las lágrimas se precipitaron a su rostro.

Jungkook y Hoseok, saltaron sobre él y lo apretaron en reconfortante abrazo, mientras el corazón del mayor se despedazaba y lloraba desconsolado. Los minutos pasaron, llevando consigo el calor de la mañana y trayendo el viento del comienzo de la tarde. Juntos se habían sentado sobre la arena, importandoles poco que los shorts picaran por las pequeñas partículas. Se quedaron mirando a la nada, por un buen rato hasta hasta que la vibración de un celular rompió el momento de reflexión.

— Jeon — contestó el castaño con voz gruesa.

— Ji-jimin desapareció — sollozó Taehyung — lo busqué por todo el hotel, golpee en su habitación y no... no hay rastro de él.

El menor observó a Yoongi y Hoseok con una mueca. — Iremos para allá.

Yoongi levantó una ceja, preguntando silenciosamente. — Taehyung no ha podido encontrar a Jimin en toda la tarde...

— ¿Por qué querría saber de él? — cuestionó Yoongi con molestia.

— Las cosas se deben hablar — expresó Hoseok con tranquilidad — Esto puede ser una gran traición, pero sabemos que tu padre tiene mucho que ver en ello.

El pelinegro le miró irritado — Me importa una mierda lo que tenga que decir, no merece mi confianza.

Jungkook suspiró. — Vamos a la habitación, algo debe tener por decir.

El mayor bufó con resignación y se puso a caminar lentamente detrás de Jungkook y Hoseok. Al llegar a la habitación, pasó la tarjeta encontrando la cama perfectamente tendida, sin rastro de Jimin. Los cuatro entraron a la estancia observando atentamente el panorama.

Taehyung, lloró en silencio presintiendo lo que había sucedido. Yoongi se acercó a la cama encontrando un sobre blanco y encima una nota.

— Lo siento — leyó en voz alta, dando vuelta al papel sin encontrar nada más.

Los tres se acercaron a la cama. El mayor abrió el paquete, mirando atentamente el contenido y sintió como el aire abandonaba lentamente sus pulmones. Entre todos los papeles habían varias cartas en las que reconocía la letra de su madre junto a un certificado de nacimiento.

Al ver el pánico en su mirada Jungkook tomó el papel leyendo en voz alta.

— Hijo de Sun Hwa y Min Hyuk — tragó sonoramente — Min Hwan

Yoongi se volteó en su dirección, arrancando el papel de sus manos. Cuando leyó el contenido sintió como todo su mundo desaparecía y el suelo comenzaba a dar vueltas. Los demás gritaron su nombre, al ver cómo él se entregaba al mundo de la inconsciencia, pues justo en la fecha de aquel nacimiento, aquella tarde, también había perdido a su madre. 

La espera ha sido larga y no puedo hacer más que pedirles disculpas. No olviden que los quiero mucho, laven sus manos y cuídense. Rían sin moderación y nos leemos por ahí.