Los acontecimientos que habían seguido a su pequeño descubrimiento fueron un poco desastrosos. Viendo todo el ajetreo y con la seguridad de que aquel hombre era atendido, se dispuso a escapar de allí, para su mala suerte uno de los paramédicos lo sujetó y lo envió al asiento delantero de la ambulancia. Al parecer tendría que llenar algunos formatos por haber sido el primero en prestar atención al paciente.
Reprimió el impulso de golpear su frente con la palma de su mano, los nervios se colaron por su cuerpo, obligándole a cruzar sus manos sobre su regazo, apretándolas en intervalos cortos. Había sido un idiota, no podría dormir en paz de haber dejado al hombre tirado, pero... ¿Min? ¿Por qué de todas las personas posibles tenía que ser él? Sus cavilaciones no duraron mucho tiempo, tan solo diez minutos después se encontraban en el hospital Wooridul Spine.
Observó con ojos brillantes la gran estructura, detallando que de inmediato salieron al menos tres enfermeras a recibirles. Los nervios le atravesaron de nuevo, mordiendo su labio inferior, tomó respiraciones profundas tratando de calmarse, una de sus piernas comenzó a temblar levemente y cuando el pánico estaba por asentarse apareció una mujer rubia en su ventana dando pequeños golpecitos.
Abrió la puerta tembloroso, siendo recibido por una sonrisa amable que en voz suave le preguntó
— ¿Cuál es su nombre?
— Jimin, Park... Jimin.
La chica sonrió condescendiente al ver el estado inquieto del chico. Le tendió una tablet mientras decía
— Señor Park, le pido me acompañe para realizar algunas firmas y por favor vaya llenando estos papeles aquí.
El peli-negro asintió con un casi imperceptible movimiento de cabeza, bajándose del auto y siguiéndola. Si el lugar era bonito por fuera, majestuoso sería la única palabra para describir su interior. Los pisos relucían ante los altos techos, con las paredes blancas tan inmaculadas como si se encontraran recién pintadas. La nostalgia le invadió y reprimió el impulso de tomar una profunda respiración para impregnarse del olor a alcohol y desinfectante.
Tan ensimismado en su andar, tardó algunos segundos en notar el carraspeó que realizaba la enfermera de información para llamar su atención. ¿Tan rápido llegaron?
— ¿Ha terminado allí? — preguntó la mujer, igual de rubia y perfecta que la anterior enfermera, pero con el ceño profundamente fruncido.
Jimin negó en respuesta, llenando rápida y superficialmente las casillas de las hojas en la tableta. Al terminar entregó el aparato para recibir a cambio unos papeles y un esfero.
— Debe llenar los espacios y poner su firma, también sus datos de contacto.
El peli-negro observó el papel, firmando con la esperanza de que no hiciera ningún daño poner el número de su trabajo. Antes de terminar con su labor, escuchó gritos al fondo y de nuevo fue inevitable no voltear.
— ¡¿Cómo sé que no lo mataste Sun hwa?! ¡Todo esto ha sido tu culpa! ¡Eres una zorra cazafortunas!
La anciana agachó la cabeza sobrecogida por la fuerte voz del hombre de cabello azul. Jimin se sorprendió un poco por el trato. Aquella mujer que había visto en shock, totalmente aterrada por el Señor Min, ya no se veía tan mayor como creía, a pesar de ello, debía tener por lo menos 60 años.
Luego, sus ojos se posaron en el hombre que seguía vociferando algunas maldiciones en su dirección. Relativamente alto y delgado, bien construido, perfectamente alineado en su impecable traje Givenchy negro, su cabello azul oscuro, sin una sola hebra fuera de lugar, un reluciente rolex en su muñeca y los perfectos zapatos Hermes en sus pies. El hombre destilaba rabia y respiraba con fuerza, haciendo que su pecho saltara y sus largos y blancos dedos se apretaran.
— ¿Señor Park? — llamó por segunda vez la enfermera al ver que el peli-negro no le respondía.
Jimin salió del pequeño trance en el que se encontraba y la miró. Los ojos café claro de la chica destilaban un poco de diversión y su expresión era una de burla contenida.
— Le preguntaba si ya ha terminado.
El peli-negro sintiéndose algo avergonzado, realizó una bonita y estilizada firma en la línea punteada al final de la hoja.
— Espero esto sea todo — susurró.
La mujer asintió diciendo — Siéntase libre de retirarse.
Un gran peso invisible fue removido de sus hombros. Había salido invicto, sin preguntas extrañas sobre el pasado o de los procedimientos que realizó. Sonrió hacia la chica del mostrador, haciendo una pequeña reverencia y se dirigió a la salida. Dejó la nostalgia para otra ocasión, los hospitales fueron parte de su pasado y no tenía la seguridad de lograr hacer que pertenezcan a su presente o inclusive a su futuro.
Cuando su pie estaba a punto de pisar el tapete que activaba el sensor de la puerta, una mano se posó sobre su hombro. Volteó un poco asustado para encontrarse con un hombre de cabello cobrizo y rasgos definidos.
— ¿S-si? — cuestionó en un susurro.
— El hijo del Señor Min desea hablar con usted.
— ¿El hijo de quién? — rebatió fingiendo genuino desconocimiento.
— Del hombre que salvó. El dueño de industrias Min.
El corazón del peli-negro se saltó un latido. El dolor apareció fugazmente siendo mezclado con el recuerdo de un Min Yoongi un poco más joven, observándolo con extrañeza a la par que un absoluto desprecio crecía en su expresión. ¿Quién diría que se encontrarían de aquella forma?
— ¿Con que es el dueño, eh? — silbó mostrándose incrédulo de nuevo. — No estoy interesado, bien pueda dejarme ir.
El hombre levantó una sola ceja. En sus ojos brilló algo similar a la diversión, luego sonrió.
— Me temo que debo insistir. Usted hizo algo heroico esta noche y él de verdad se siente en la obligación de agradecerle.
Jimin rió por lo bajo. — No estoy interesado. Dígale que espero su padre esté bien.
Se volteó decidido a seguir con su camino, pero aquella voz que al parecer se volvió más gruesa con los años, lo detuvo.
— ¿Qué te toma tanto tiempo Hoseok? — preguntó Min Yoongi al hombre que aún sostenía su hombro.
— El chico no quería ve-
— El chico aquí no se encuentra interesado en nada de lo que usted tenga que decirle.
La sangre corrió por sus venas, sintiendo como la valentía y fuerza que reunió para decir aquello lo abandonaba. Min Yoongi se giró a verle, experimentando una punzada de que aquel chico le resultaba vagamente familiar. Aunque le sería imposible decir de dónde lo conocía.
— Señor... ¿Cuál es su nombre?— preguntó Yoongi con la intención de llenar el vacío, agregando con rapidez al tiempo que tendía su mano — Me gustaría agradecerle por lo que ha hecho est-
— Ya le dije que no estoy interesado Señor Min. Espero su padre se mejore.
Y sin más salió por la puerta automática dejando a los dos hombres de trajes de alta costura con las palabras en la boca y los ojos muy abiertos.
Sabía que debía tomar el autobús pues vivía en Mapo-gu y tardaría varias horas en llegar, aún así caminó todo lo que pudo hasta que sintió sus piernas flaquear. Las lágrimas corrían por sus mejillas, sin intención de ser detenidas, su corazón pesado y afligido expuso las heridas que desde hace ocho años fueron abiertas. Con las sensaciones abrumándolo por completo y el dolor a flor de piel, cayó de rodillas al suelo, sintiendo el frió concreto y un grito desgarrador escapando de su garganta.
Millones de recuerdos lo llenaron en ese momento, entre ellos predominaba el agua. Agua entrando en sus pulmones y cortando su respiración, agua atravesando las ventanas y viento, mucho viento. En algún momento de su crisis su cuerpo se estampó contra el suelo, dejándolo allí en la mitad de la calle, lleno de dolor.
¡Amados lectores! Se que no entienden nada pero prometo que en algún momento lo harán por eso... ¿Estén sintonizados? (O.o) Rían sin moderación y nos leemos.
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Forgive Me «Yoonmin»
Fanfic«Cuando los muertos vuelven a la vida siempre arrastran muchos secretos» Donde Yoongi cree que se enamoró de nuevo y Jimin no desea lastimarlo o... que se entere quién es en el proceso. - Yoonmin - Otras ships que si menciono serían spoiler (?) ...