Capítulo once

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Confusión

- Fluke. – ¿Fue un susurro o fue un grito? Sus miradas se encontraron, en un silencio casi irrespirable.

- Ohm. – Respondió él, lo más calmado posible. Fue imposible para los otros no darse cuenta de que detrás de esas simples palabras había algo casi urgente. De esos anhelos que maltratan el alma. – Me tengo que ir. – Sus piernas casi lo abandonaron, pero siguió adelante, solo se detuvo a sostener la mirada de Ohm por un segundo más antes de salir por esa misma puerta segundos más tarde. No fue consciente que Ohm lo siguió, no fue capaz de volver la vista otra vez. Ohm ya lo había lastimado una vez, quizás ahora también quería hacerlo.

- ¡Fluke! - Dijo tomando su brazo para girarlo. - ¡Has vuelto!

- Eres muy observador.

- Tenemos que hablar.

- Usted y yo no tenemos nada que decir. Todo fue dicho. – Dijo calmado.

- ¡No!, ¡ven conmigo! – Dijo tomándolo de una mano. Al tiempo que todos los de la casa miraban la escena por los grandes ventanales.

- ¿Se puede saber qué demonios quiere hablar conmigo?

- ¿Por qué has vuelto?

- Tanto el profesor y yo estamos participando del seminario. ¿A qué viene tanta preguntadera?, ¿tanto le fastidia verme?, no volví por usted. Apenas termine el seminario me iré.

- ¿Por qué tan pronto?

- No le debo explicaciones, Ohm, eso es asunto mío.

- Has cambiado.

- Si, lo hice, ¿Qué esperaba?

- Esperaba a ese chico dulce que una vez conocí. – Dijo mirando para otro lado.

- Es una pena que ese niño estúpido haya crecido. Suéltame. En cambio, usted sigue siendo el mismo idiota de siempre. – Salió a la desierta calle. La mano de Ohm lo detuvo de nuevo.

- ¿El mismo idiota?, tu besaste a este idiota, ¿no te acuerdas? – Se rio amargamente.

- No sé de qué habla, usted mintió, ¿no se acuerda? – Un fastidiado Ohm tiró del delgado brazo apegándolo a su cuerpo.

- ¿Si te beso ahora, no saldrás corriendo?, ¿no te desmayaras?

- ¡Suélteme! – Gritó.

- ¡Nunca! - Cuando sus labios se tocaron, ninguno de ellos podía negar que la chispa que antes los envolvió seguía allí, intacta como si el tiempo no hubiera pasado. Los labios de Ohm eran cálidos a pesar el frio que, reinaba esa noche, se sentía como volver a casa, era como pertenecer a un lugar, a los labios de él, ahí era donde él se había quedado. Sus manos soltaron su brazo y envolvieron su espalda en un fuerte abrazo. Mientras que sus manos eran una extraña confusión tratando de liberarse, pero cediendo después de que Ohm profundizo más en su boca. No le importaba que alguien los observara, este Ohm era diferente.

- Suélteme, ¿Qué busca ahora?, ¿convertirme en su amante?

- ¿Amante? – Preguntó sin soltarlo.

- No estoy interesado – Dijo empujándolo y limpiando sus labios hinchados.

- Has cambiado. – Volvió a decir.

- No, yo no cambie, solo deje de bajar la cabeza ante personas como tú. – Se dio la vuelta y caminó por la desierta calle sin mirar atrás.

¿Qué pretendía?, ¿pensó que con un beso podría manipularlo de nuevo?, ¡maldito Ohm!, seguía siendo la misma persona, aunque casi murió en sus brazos de nuevo.

MI QUERIDO SECRETARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora