Amanecer

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Recurro a mis pesadillas una y otra vez. Soy mi propia destrucción.

Yoongi estaba en la ventana con Sombra dormida en su regazo, viendo las primeras luces esparciéndose en la llanura. Era extraño, como cuando nuestra vida se ha roto y se ha recompuesto de una forma que no podemos reconocer, incluso cuando queremos que todo parezca diferente porque nosotros somos diferentes, incluso entonces, las estrellas no cambian de lugar, el viento sopla como siempre y amanece.

El mundo parece ser el mismo, pero nada es igual. Es como si hubiera habido un cambio imperceptible en el eje de la Tierra: es invisible, pero tiene enormes consecuencias.

Yoongi ya estaba vestido: jeans negros, poleron grande negro y sus inseparables zapatos negros. Sólo había dormido cuatro horas, pero su sueño había sido profundo. Se sentía descansado de una manera extraña y energética, como un resorte listo para saltar.

Pensó en lo que había pasado la noche anterior, en el demonio-perro que la había atacado en su propia casa. Nunca, nunca antes se había atrevido una criatura a atacar la casa Min. Pero ahora que sus padres se habían ido...

«De algo estoy seguro: no me voy a quedar sentado aquí a esperar que me maten», pensó Yoongi.

La Valaya. Humanos, no demonios: gente como él, como sus amigos, como sus maestros, como sus vecinos, como sus compañeros. Y otra gente que había visto el abismo y había decidido que le gustaba, que era ahí a donde pertenecía, que había formado una alianza con las antiguas fuerzas de la tierra para reclamarla como propia. Nunca pensó que alguien se aliara voluntariamente con los demonios; no después de todo lo que había visto.

Por milésima vez, revisó la lista de nombres que había copiado de los archivos de sus padres la noche anterior.

Michael Sheridan

Sheila Douglas

John Burton

Katy McHarg

Simon Knowles

Mary Brennan

Catherine

Yoongi se puso las manos en la cabeza. «Nunca he lastimado a un humano antes. No quiero, no puedo...», pensó Yoongi.

Alguien llamó a la puerta.

—Yoongi, ¿estás despierto? —Era Jungkook.

—Sí, pasa.

Se veía terrible, con sombras púrpuras bajo los ojos, una playera desteñida y los mismos pantalones de mezclilla del día anterior.

—¿Dormiste bien? —le preguntó.

—No mucho, pero bien. ¿Cómo... no dormiste?

Jungkook sonrió.

—Exacto. ¿Quieres café?

—Yo lo hago. —Incluso en la circunstancia más dramática, Yoongi no iba a renunciar a su capuchino perfecto.

Escaleras abajo, se paró frente al espejo y se vio. No pudo evitar sentir una sensación cálida que se esparcía por sus venas de algún modo a pesar de que estaba envuelto en la neblina de todo ese miedo, de toda esa pena. Porque Jungkook estaba ahí y no estaba solo.

Sentados a la mesa del desayuno, Yoongi y Jungkook sorbían sus capuchinos en silencio. De repente sonó e teléfono. Los dos brincaron como si les hubieran dado un choque eléctrico.

—Es sólo el teléfono —Rio Jungkook—. ¡Qué nervios!

«No será nada importante», pensó Yoongi.

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⏰ Última actualización: Sep 19, 2020 ⏰

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Sueños Secretos - kookgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora