9. Una Loba y un Oso

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❄️

TATIANA

Me han pasado tantas cosas con Borya que no sabría por donde comenzar a decirlas o describirlas, creo que nunca supe en la vida lo que era pasar vergüenza cuando llegaba a mostrarme atrevida para llamar su atención. Recuerdo que al final del día después de uno que otro intento con él llegaba a casa me miraba al espejo y sonreía, había arrastrado a una hembra por tocarlo o inclusive había preparado algo delicioso que el comía con gusto por lo que al día siguiente planeaba nuevas formas de que me mirara.

¿Cuantas veces no le pedí a la Luna que Borya me mirara en serio?

Pero creo que la Luna actuó un poquito tarde y de la forma más estúpida en un país que ni mío era.

-Espérate Borya, por favor.

El no escucha porque su enfado es enorme, está tomando fuerte de mi mano mientras me saca del restaurante y los tacones altos recién comprados no me favorecen para dar la carrera ante su desespero.

- ¿Puedes por lo menos decirme dónde están Thea y Lytta?

-De compras.

-Vamos por ellas.

El se detiene de forma abrupta que incluso llego a chocar con su espalda. - ¿Qué te hace pensar que para lo que vamos a hacer las necesito a ellas?

-No voy a ningún lado sin ellas.

- Ellas merecen ser ellas antes de regresar a Barguzin. -El mira las calles como si buscara algo y cuando lo logra divisar me lleva con él hasta un auto de lujo en color blanco.

- Espérate que con esto tacones no puedo seguir tus pasos ¿A dónde me piensas llevar?

-Cállate y sube.

-No lo haré.

- En las próximas horas seremos tu y yo nada más. -Su tono de enfado me asombra: -El lugar hacia dónde vamos no interesa.

- ¿Podrías por un momento actuar con prudencia?

-Lo he hecho por 20 años, Tatiana. -Vocifera molesto. -No me pidas que me detenga porque no lo haré, así que entra al maldito auto con la boca cerrada.

Me suelto y lo miro igual de enfadada que el: -Te exijo respeto, aún soy una Volkov y no me puedes dar órdenes.

-Ahora mismo los Volkov se pueden ir a la mierda. -Me habla como si tuviera poder sobre mí: -Entra al maldito auto de una buena vez.

Entro de mala gana al lado del pasajero y el me sigue, no se porque tengo que obedecer sin dar pelea mientras que el está muy tenso.

- ¿Ya quiere poner el auto en marcha, Señor? -Le pregunta el conductor que no es más que un joven vestido de forma elegante

-Si.

- ¿Vamos a la siguiente dirección?

-Por supuesto.

El auto se pone en marcha y ninguno de los dos decimos nada en el camino, por un lado estoy nerviosa pero por el otro estoy enfadada. Se lo que viene a continuación cuando el auto se detiene en un hotel exclusivo porque tonta no soy, es algo que siempre he querido o soñado desde que supe lo que significaba la palabra sexo.

SERIE MANADA NÓRDICA 3: La Delta SeducidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora