1. Soy un sobreviviente.

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🐻

En algún lugar de la Rusia siberiana hace 20 años.

BORIS

Nadie debe saber de mí porque así me protegería de mis enemigos los cuales me iban a cortar la cabeza. 

Eso me lo dijeron ellos.

Lo que no me dijeron era que la gente con la que me habían dejado me iban a utilizar como carne de venta para el mercado negro. Ivan, Nadja y yo fuimos los únicos que logramos salir del incendio que fue provocado para que pudiéramos huir del destino que nos esperaba al día siguiente.

Y no tengo rencor con Iván para mí no habrá más sentimientos de hermandad, amistad y agradecimiento, lo que hizo por nosotros fue necesario pese a que muchos de los muertos estaban enlazados a él. Iván no tiene una pizca de malo, es valiente, agradable y muy abnegado así que porque no seguirlo ya que en lo que veo tiene muy buenas ideas.

Y no dejamos de ser críos, el fuerte frío invernal nos da duro así como la falta de comida que incluso nos hace pensar en cometer locuras.

No hay tiempo para lamentos sino de caminar y allí estamos en medio de la nada rogando a nuestros respectivos diez y siete años que un ángel como el de las historias de nuestras cuidadoras nos recoja porque ya no aguanto.

— ¿Vamos a morir? —Pregunta Nadja cansada de caminar al dejarse caer en la nieve, sus ojos dorados recuerdan que dejamos el Centro de Investigación para nada.

—No. —Ivan se apresura por levantarla. —Somos sobrevivientes y eso seremos.

El chico de 10 años varios meses menor que yo toma a Nadja y la coloca sobre sus espaldas, está más que claro que de grandes esa será la hembra que lo unirá a el de por vida.

—Vamos Nadja. —Le dice Iván muy preocupado: —Hay que seguir nuestro camino.

No muy lejos tenemos la capacidad de ver que hay un conejo muerto, no es suerte porque en varias lugares del largo camino nos pasó algo igual y puedo jurar que alguien nos está siguiendo.

—Miren. —Dice Iván muy animado: —Es un conejo muerto.

Como cambiante que somos no tenemos necesito de cocinarlo, creí escuchar una vez que las entrañas de los conejos pueden darnos energía y si es comestible bienvenido sea a mi boca porque el hambre no me deja pensar así que entre los tres devoramos la presa fácil.

—Esta fresco. —Dice Iván.

—Y delicioso. —Dice Nadja.

Yo no soy de palabras, no me gusta opinar y lo que quiero es que este episodio de seguir caminando lejos de esa mala gente termine.

Los tres nos miramos a los rostros, sabemos que debemos continuar y que entre más lejos mejor para nosotros. Una vez que continuamos el camino volvemos a lo mismo al enfrentarnos a una tormenta pero por increíble que parezca ya no esta.

Solo hay delante de nosotros un bosque, sonidos de pájaros y de repente Nadja se está desplomando en los brazos de Iván respirando con dificultad.

— ¿Que tiene?

Yo me quitó los guantes y toco su cabeza, tiene fiebre y por lo que sé debemos buscar un lugar donde atenderla.

— ¿Sabes que le pasa?

— Está enferma.

Iván la mira muy preocupado con una lágrima en sus ojos porque apuesto a que la pérdida de ella le dará muy duro.

SERIE MANADA NÓRDICA 3: La Delta SeducidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora