12. ¿Confianza absoluta?

485 48 18
                                    


❄️

TATIANA

Necesitaba más que nunca estar con el, soy una loca pero de verdad quería estar con él porque a su lado me siento tranquila, segura, amada y completa. Estoy en su enorme cama en su habitación muy masculina y montando sobre el con mucho gusto, la posición es perfecta para que pueda verlo de frente y con ojos de deseo para solo para mí.

—Eso es Tanya. —Me dice con su voz ronca por la excitación, —Me haces feliz y te ves tan perfecta tomándome.

Yo sonrío, soy una cualquiera, una desvergonzada y no me siento mal porque mi forma de ser es solo con el.

— ¿Feliz de terminar tu celibato?

—Nunca lo he iniciado. —El jadea y toma mis caderas que por instinto se que lo que quiere es que los movimientos sobre su miembro sean rápidos así que lo consiento.

— ¡Oh sí que me gusta cómo lo haces! —El gruñe, lo siento crecer dentro de mi y se estremece para llegar a su anhelado orgasmo

Si no tuviera preservativo seguro que habría logrado llenar todo mi vientre, la idea de cuidarnos permanece en pie y el látex especial de sensibilidad que no sé donde lo consiguió está haciendo efecto dentro de mi vagina que el delicioso calor acumulado se vuelve insoportable y estoy siguiéndolo con mi escandaloso orgasmo. Estoy acabada, sudada y llena de energías renovables como para iluminar el día de cualquiera, estoy con mi hombre, mi amante y mi futuro esposo así que esto es una celebración pre- matrimonial.

—Esto es felicidad. —Me dice y me atrae hacia el quedando yo encima de su pecho.

—Y tu qué no querías.

—Si es así como será la luna de miel me iré preparando. —Él sonríe, —Hay que hacer muchos planes.

—Como sobrevivir a mis padres, a mis hermanos y al resto de La Manada Nórdica.

Me retiro de él extrañando la sensación de tenerlo dentro de mi pero me conformo con ubicarme entre sus brazos para aferrarme a él porque somos uno solo.

—Se siente bien. —Habla con seguridad, —No lo sabía pero ya lo hago, llegar a casa y lo primero en ver sea a ti.

Yo sonrío y lo beso. — ¿Estás feliz?

— Demasiado.

Tomo su mano y la estrecho con la mía, mi mirada está allí en sus tatuajes.

— ¿Algún día sabré porque fuiste a San Petersburgo a hacerte las rosas?

—Son tus rosas. —Me confiesa y yo lo miro con curiosidad.

¿Qué rosas?

El lanza un bufido.

—Tenías como seis años fuiste de visita al orfanato en primavera y le robé a Olya de sus rosales las más grandes.

— ¿Y las marcas?

El se tensa y queda callado.

— No me lo dirás nunca?

Un fuerte silencio y me resigno, voy a esperar a que me diga la verdad porque a este hombre lo quiero de aquí a una infinita distancia.

SERIE MANADA NÓRDICA 3: La Delta SeducidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora