atravesamos Acuario, Capricornio y llegamos por Arion

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Aunque nos habían explicado demasiadas veces en la escuela que las distancias y los tamaños de cada villa eran los mismos, puesto que todo el pueblo era un circulo, ahora consideraba poner seriamente en duda aquello. Bastiaan se quejaba constantemente del frio, y no era para nada una exageración, yo también sentía un cambio repentino de temperatura en el agua y en el aire, llegue a la conclusión de que precisamente la distancias interminables se estaba dando justamente por la razón de que parecía costarnos más trabajo andar en el agua.

Mis dientes castañeaban nuevamente, por si olvide mencionarlo, dentro del gran lago de Piscis el ambiente era cálido, en ningún momento me había dado cuenta de aquello, ahora venía a experimentar una vez más la baja temperatura que había sentido al ingresar al rio desde mi villa.

—Lo mejor será que estemos al tanto, si no queremos encontrarnos con otra sorpresa en Acuario —Dijo de pronto mi amiga, estuve tentado a comunicarles lo que Nereida me había dicho, pero la realidad era que seguía teniendo mis dudas, lo ideal era guardármelo y proyectarlo con indiferencia para ayudar así a tranquilizar la presión y el nerviosismo.

— ¿Creen que aun halla gente trabajando? —Pregunto Bastiaan, enseguida se aclaró la garganta —Me refiero en Acuario, si nos evitamos el estarnos escondiendo cada que atravesamos una villa, sería mucho mejor.

Asentí:

—En piscis era muy poca gente de la que pudimos percatarnos, conforme avancemos debería ser cada vez menos. —O eso deseaba yo, considerando que el tiempo transcurría y las horas laborales ya deberían haber terminado para aquellas alturas.

El rio pareció hacerse más estrecho a medida que fuimos avanzando, tal vez unos cuatro metros de anchura, los delfines rozaban sus aletas. Instantes después, mi amiga enderezo la columna como quien de pronto experimenta un cambio repentino en el ambiente:

—Oigan, ¿Escucharon eso?

Para entonces nuestros oídos ya se habían acostumbrado al ruido uniforme de la corriente de agua rompiéndose, lo que nos permitió ubicar sonidos extra si es que los llegaba a haber. Lejos del bullido del agua en nuestro rumbo, había silencio total. Siendo de ayuda, los delfines frenaron el arranque. El ambiente se había vuelto abrumador, el césped se extendía a nuestra izquierda, no había plantas ni árboles, sumándole a eso que el suelo era irregular, lo que nos impedía ver si había algo más allá. A nuestra derecha solo había un poco de césped y el resto era tierra húmeda que se perdía hasta mezclarse con los colores del cielo nocturno en la lejanía.

Los delfines continuaron el camino a una velocidad mucho más lenta. Un chapuzón a nuestras espaldas nos sobre salto. Bastiaan se aterro y giro de pronto a una posición muy mala para la columna.

— ¿Nereida? —Susurro con voz temblorosa.

El delfín que mi compañero montaba, chasqueo.

—Lo dudo —Respondió Helena, pude ver como apretaba los labios—La orca no podría entrar en este arroyo —Hizo alusión a lo estrecho que se había vuelto el rio en aquella parte, yo por mi parte dude aquello pero me ahorre el comentario.

Sin embargo era evidente que algo había causado aquel chapuzón, no quería mostrar inseguridad pero teníamos que averiguar quién o qué era el responsable y además que pasaba con aquel silencio abrumador que me erizaba los vellos de los brazos.

Un segundo sonido se hizo presente, al principio era muy lejano, lo que me hizo dudar si preguntar a los chicos Aries si lo podían distinguir, no tardo mucho para que cobrase fuerza, y al ver las muecas de ambos fue evidente que ya habían reparado en ello.

— ¿Qué se supone que es? —Pregunto Helena refiriéndose a aquel sonido nuevo. Era como si una manada de toros corriera por el campo. Y lo que no era menos tranquilizador, se acercaba a velocidades peligrosamente rápidas.

STARVIA: El cruzado mortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora