Epilogo

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Caminaba por la calle principal de Tauro, el gran monumento yacía a pocos metros de mí. Jamás había durado tantos días sin salir de la villa que yo recordase.

Después de lo sucedido en el hospital, desperté en mi cama, lo primero que mire fueron tres rostros frente a mí, el de mi madre, el de mi hermano y el de mi abuelo. Todos observándome con atención como abría los ojos y buscaba incorporarme, ellos por supuesto se apresuraban a impedirlo y obligándome a reposar lo necesario, pues ponerme de pie al instante no era lo mejor para mi salud. De acuerdo a mi abuelo, habían pasado tres días desde la catástrofe aquella... y del resto de las cosas que había experimentado en unos cuantos días.

Si tanto tiempo dure dormido ¿Cómo es que lo primero que pude ver cuando abrí los ojos fueron a ellos observándome de tal modo? ¿A caso habían estado en la misma posición los tres días? Lo dudaba seriamente.

En la mirada de mi madre solo había mera preocupación. Richard buscaba culpar a cualquier otra persona de algo que nadie del pueblo tenía la culpa, se quejaba constantemente de la labor de los ancianos y La primera Mano, tal pareciera quererlos responsabilizar de lo sucedido, yo lo conocía y sabía que sus comentarios se debían a la presencia de mi abuelo y sus peticiones para mí.Mi abuelo se mantenía en silencio ante lo que mi hermano decía. Le dio a mi madre el espacio necesario para que me ayudase a recuperarme en los cuatro días que ya habían transcurrido, incluso un hombre de piscis, especialista en hierbas y medicina me había visitado, no estaba enfermo, solo herido y probablemente con una contusión que fue lo que me mantuvo dormido por varios días. Ahora finalmente podía salir de casa, quería ver a mis amigos, quienes estaban bien, sanos e ilesos de acuerdo a Richard y mi abuelo. Ya mencione que este último se había mantenido en silencio ¿Cierto? Bueno pues así había sido... hasta ese día. Cuando fue a mi casa y me pidió hablar conmigo, había cosas que tenía que decirme. Una pequeña petición, que fuese a El paso interno, si, aquel puente que marcaba la entrada y salida del pueblo. Así que ahora me encontraba caminando en aquella dirección, por supuesto mi madre estaba al tanto, le había rendido explicaciones con lujo de detalle. Para mi gran sorpresa ella entendió y asintió a cada palabra que le dije, solo se llevó unas pequeñas impresiones y si se alteró, fue en partes como el ataque de los escorpiones acuáticos, a pesar de que yo trate de suavizar los hechos. Si hay algo que oculte, fue aquel extraño suceso en la estrella de Orión, mientras peleaba con este último. Mi abuelo por otro lado sabía del tema, mis amigos se lo habían contado mientras yo yacía dormido, temiendo que tuviese algo en común, ahora tenía el presentimiento de que sería un tema a tratar, no tendría que esperar demasiado considerando el destino fijo que tenía en ese preciso instante.

El punto estaba desértico, siendo plena tarde, no me sorprendería ver la gente que ya se preparaba para instalar sus negocios en el huevo del cisne, sin embargo, el escenario frente a mí era muy diferente. Había una bruma en el viento que hacia parecer que un eclipse se aproximara. De acuerdo al profesor Wave, si habría un eclipse en un tiempo no muy lejano, pero ese día en específico el ambiente simplemente era extraño. Hablando de educadores, no pude evitar pensar en cierta profesora.

—Colega —Alguien me llamo, sacándome de aquellos pensamientos afortunadamente. No quería volver a sentir mi estómago revolverse. Se trataba de mis amigos, quienes estaban esperando por mí en una banca de madera cerca a El trofeo del vellocino. No tardaron en ponerse de pie, a excepción de Bastiaan que no estaba sentado, el trio se acercó a mí.

—Mikhail ¿Te has recuperado ya? ¿O estas fuera de la cama por otra razón?

¿Otra razón? No se que estaba pensando Helena en ese momento.

Asentí. Me di cuenta que una sentía mis músculos débiles. Incluso para hablar un dolor punzante se abría paso en mi garganta, la cual tenía cubierta con una pequeña gasa, cortesía del hombre de Piscis.

STARVIA: El cruzado mortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora