XIII. Christmas Mirage

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Navidad trajo consigo alegría y paz al castillo, los árboles de cada una de las casas descansaban a sus pies con regalos para sus residentes.

Draco se levantó temprano mirando los presentes de su madre, junto la carta de agradecimiento de su regalo. Ese día tenía un plan para dar entrega al detalle que tenía en sus bolsillos, pero le fue opacado al ver que la ocupante de la pintura no le permitía pasar a la Sala Común de los leones.

-...Soy prefecto por Merlín, necesito entregar esto.

-Serpiente regresa a tu mazmorra, y aún así, no hay nadie en los adentros de la Sala.

Bufó molesto de la situación pensando en una nueva idea de entregar su detalle y se dirigió al Gran Comedor. Una emoción lo inundaba como hace mucho no sentía, la carta de su madre le brindó calidez y su día se hacía cada vez mejor con cada paso que daba, al llegar pudo divisar aquello que tomaría su mente por el resto del día.

Hermione había recogido sus regalos del árbol y los llevo a su habitación, disfrutó de la soledad de la Torre y se arregló para bajar al Gran Comedor. La mesa estaba centrada, llena del desayuno y miles de galletas navideñas, la chica sonrió muy alegre con el paquete entre sus brazos.

-¡Buenos días! ¡Feliz Navidad!.- les dijo a los profesores que se encontraban en la mesa.

-¡Feliz Navidad Señorita Granger!, es un gusto tenerla aquí.- le dijo Dumbledore.- siempre puntual al desayuno, aunque sus compañeros hoy claramente llegarán mas tarde.

-Está bien profesor, el día es muy bello para aprovecharlo, Profesora McGonagall, Feliz Navidad!...

-¡Feliz Navidad!, Granger sólo tengo un favor que pedirte, encárgate que todos los alumnos asistan a la cena a la 8 pm. Recoge las asistencias y déjalas en mi despacho.

-Claro profesora.- y se sentó a comer sus panqueques adornados por la festividad mientras miraba la entrada esperándolo entrar.

-¿Me permite sentarme a su lado?.- el profesor con larga barba se dispuso a sentarse.

-Profesor será un honor...

-Señorita Granger quiero disculparme por la entrega de su carta, quiero sugerirle que disfrute mucho su estancia y compañía sin preocuparse.- miró por encima de los anteojos de media luna.- su secreto está a salvo, y quiero decirle que me parece poética la situación.

La castaña no podía bajar la mirada al director, él lo sabía. Lo leía en sus ojos, sabía que ella y Draco estaban juntos, no sabía cómo sentirse ni cómo articular alguna palabra.

-Me parece muy afortunada la situación que ambos pudieran quedarse en el castillo; todos tenemos derecho de encontrar la luz señorita. Le menciono esto con la intención que el día de hoy pueda garantizar la entrega de ese bello paquete al joven Malfoy que seguro adorará.- el profesor sorbió su té y tomó un pequeño montón de galletas.- si me disculpa, es hora de retirarme. ¡Qué tengan un bello día!

El profesor salió con elegancia dejando a Hermione pasmada ante la situación, descifrando la frases del profesor, cayendo en cuenta que quedarse en el castillo no fue para nada una coincidencia. Sonrió alegre de entender que podría vivir su felicidad al menos por esos días y tomó la decisión de no comentarle a Draco que él director sabía sobre ellos.

Lo miró entrar e intercambiaron cómplices miradas de tranquilidad, como si nadie se encontrara en esa habitación, el rubio le dedicó una sonrisa y se colocó a lado del Snape como todos los días. En unos minutos los jóvenes estudiantes que disfrutaban la estancia en el castillo bajaban en pijamas y grandes suéteres a desayunar haciendo el ambiente ameno; la sinfonía de platos y cubiertos, pláticas armoniosas hacían una utopía del gran día en Hogwarts.

In NoctemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora