26. ¿Qué Quieres De Mi?

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Todo este tiempo había sido él...

Por eso el miedo, por eso el odio, mi cuerpo lo había reconocido y me había alertado a lo que yo sólo ignoré y pase por alto

—Víctor...—Susurré desconsolada mientras las lágrimas volvían a caer, había sido engañada, y este gran imbécil me había visto la cara de idiota todo este tiempo

¡Ese era su plan!. Pasar desapercibido, la verdad alguna vez estuvo en frente de mí y yo nunca lo capté, quizá sí era una idiota, una verdadera idiota

Christopher mantenía sujetada mi mano con fuerza de manera protectora, mientras aquel cínico hombre nos miraba con curiosidad y malicia

—Confié en ti—Recordé en un tono arrepentido mientras desviaba la mirada al suelo, él había infiltrado aquellas imágenes sacándolas completamente de contexto para tener una excusa e ir a verme, para tenernos entretenidos mientras y atacar de manera lenta y eficaz

—Reafirmemos lazos, Kris—Murmuró con una sonrisa llena de maldad, se acercó hasta nosotros y estiró su mano hasta mi, a lo que Christopher gruñó y en el momento que iba a decirle algo sacó un arma colocandola directamente en su frente, jadeé con horror mientras negaba con la cabeza

—No le hagas más daño, haré lo que quieras, por favor—Musité entre sollozos leves, suspiró y hizo un movimiento de cabeza en señal de que me levantara de una vez, miré a Chris y leí sus labios que repetían varias veces un rotundo "No", pero no me arriesgaría, tenía una idea de lo que Víctor era capaz

Tragué saliva y acepté su mano. Él me jaló hasta su pecho para luego ponerme de espaldas, colocar un brazo alrededor de mi cuello y esta vez apuntar el arma contra mi cabeza

—Si le llegas a hacer algo...—Amenazó aquel muchacho tirado en el suelo, Víctor rió

Tu linda Reina Roja estará a salvo conmigo, no te preocupes—Dijo con simpleza mientras empezaba a caminar fuera de la habitación

Estaba en otro lugar, uno más grande, parecido a un deposito o algo parecido, habían herramientas esparcidas y las paredes eran de un gris que hacia que el ambiente fuera más que aterrador, una mesa, una silla, más cadenas apegadas a la pared en cierta esquina y sinceramente no pude ver más a fondo puesto que habíamos llegado a una oficina, era el mismo color gris, solo que esta tenía un piso de cerámica negra, escritorio con distintos tipos de objetos, una cámara en una esquina y dos sillas, en donde me sentó Víctor era una bastante peculiar; esta era de metal y parecía de cierta forma apegada al suelo, tenía esposas en las patas delanteras y unas cadenas para las muñecas. Cosa de la que me di cuenta cuando me vi presa esta vez en ella

Aquel chico sonrió sentándose en frente de mi al fin y estirándose un poco, dejo su arma al lado, en un sitio que estuviera a su alcance de forma rápida y suspiro

—No sabes cuanto e esperado por verte aquí, a mi merced—Confesó en un susurro con una mirada macabra—Apuesto que ya no te sientes tan fuerte, ¿cierto?, ahora tu vida depende de mi, porque si me sacas de mis casillas puedo simplemente tomar esa arma y dejarte un hermoso recuerdo mío entre ceja y ceja—Aseguró haciéndome asentir temerosa—Aunque, sabes, no sé si eliminarte del mapa es lo que quiero justo ahora, ya que e notado que tus capacidades para recordar van en ascenso, y si acabo contigo no será del todo fácil conseguir lo que quiero—Murmuraba con la mirada perdida, sin duda este tipo estaba mal de la cabeza

—¿Por qué haces esto?—Cuestioné en un balbuceo nervioso mientras miraba a mi alrededor impaciente, debía encontrar una manera de librarme de todo esto, debía hacerlo...

—¿Qué por qué lo hago?—Cuestionó para luego soltar una estruendosa carcajada, haciéndome saltar ligeramente—¿Por qué no fuerzas a esa cabecita tuya a recordar, eh?—Instó haciéndome suspirar

Te Recordaré |Venganza Y Avaricia: Dos Cosas Que No Deben Juntarse| (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora