Uno

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Mew estaba feliz y sonriente observaba a su esposo, el cual miraba por la ventanilla del coche que Pete conducía para llevarlos a casa.

Después de que habían dejado a Mild en el restaurante de Nick pues aún seguía trabajando allí muy a su pesar, la pareja cogidos de la mano suspiraba muy emocionada por esa nueva oportunidad.

El empresario no dejaba de pensar en lo hermoso y tierno que se veía gul Gulf pues como un niño pequeño, lo contemplaba y señalaba todo con asombro, era como si este lo viese todo por primera vez.

Lo había extrañado mucho y lo seguía amando con locura, así que no aguantandose más, tiró de él para que éste se girase y así volverlo a abrazar y besar.

Habían sido cinco largos meses separados, en los que su esposo había estado recluido en la clínica mental pero finalmente daba comienzo esa vida juntos, la vida que debieron tener al acabar su luna de miel.

Gulf lo miró sonriendo tras romperse el beso que su esposo le había dado.

-¿Por qué te sonríes tanto, Mew?.

Éste le cogió la mano y se la besó.

-Pues porque estoy muy contento amor, porque por fin estás conmigo...Porque volveremos a estar juntos como debe ser y porque estos meses sin ti han sido un infierno y ahora estoy en el cielo de nuevo.

El moreno lo miró coqueto, apoyando la cabeza en su hombro.

-Yo también te extrañé mucho...Estaba perdido pero ahora ya estoy aquí contigo y me siento muy bien, gracias Mew.

Al llegar a la mansión, se bajaron y rápidamente y este muy sonriente caminó unos pasos y comenzó a dar pequeños saltitos de felicidad, tan solo había pasado una noche en aquella casa y no había sido la mejor pero aún así, la había extrañado muchísimo.

Su terapeuta le había dicho que en esa casa, veía reflejada la que su madre le había prometido, en la que tantas ilusiones había puesto y ansioso había querido vivir y empezar una nueva vida.

La verdad era que se sentía tan bien consigo mismo tras su recuperación, que ya no le importaba lo lujosa que fuese pues sólo quería ser feliz y hacer feliz al hombre que había conseguido hacerle creer en el amor.

Pete cogió la maleta de Gulf y la llevó a su habitación, mientras que este y Mew recorrieron el gran jardín de la casa pues quería pasear.

-Ven, metamos los pies en la piscina-dijo este acercándose y mirando al empresario.

-Claro cielo-este asintió conforme y complació a su esposo.

Ambos se descalzaron y se sentaron al borde de esta.

-Mew

-Si, amor.

-Mañana es lunes, ¿iremos a la empresa verdad?.

-Como quieras amor, tu decides-dijo el empresario besando su hombro.

-Si, claro que quiero ir... Necesito empezar cuanto antes, quiero sentirme útil.

Mew sonrió.

-Cielo, tú ya eres muy útil... Eres mi esposo y llenas mi vida de felicidad.

-Ya y tú la mía pero sabes lo mucho que me gusta trabajar.

-Lo sé...lo sé y te prometo que te llenaré de trabajo, ¿de acuerdo?.

-Eh... tampoco te pases-dijo Gulf haciendo un puchero-...déjame vivir un poco.

-Claro amor, eso seguro-rió el empresario.

Después de más bromas, varios achuchones y múltiples besos finalmente, la pareja entraron a la casa.

Amanda, la cocinera les tenía preparada una rica cena y luego de disfrutarla y de unas cuantas miradas coquetas y furtivos toques, se fueron a descansar.

El moreno entró primero en la habitación y se encontró la cama llena de pétalos de rosas, una música suave y velas perfumadas.

-Quería sorprenderte, cariño ¿te gusta?-le susurró el empresario tímidamente al oído.

-Oh vaya, es precioso... me encanta...Eres el mejor marido del mundo.

Gulf se colgó del cuello de éste y poniéndose de puntillas, atrapó los labios de su esposo en un beso tierno que poco a poco se hizo más profundo.

El empresario entonces deslizó sus manos por las delineadas curvas de este y las posó en su redondo trasero, apretandolo con ganas y eso hizo que el moreno diese un pequeño bote enredando sus piernas en la cintura de su esposo.

Mew caminó hasta la cama y con cuidado lo posó con delicadeza para luego acostastarse a su lado.

-Te amo tanto, amor... Jamás creí sentir esto por nadie... Soy el hombre más rico y afortunado del mundo al tenerte.

-No tienes que decirme todas esas cosas para que tengamos sexo, Mew-bromeó el moreno.

-Hey... no te estoy mintiendo... En realidad es imposible de explicar con palabras todo lo que me haces sentir.

Gulf se incorporó y lo miró fijamente clavando sus orbes en los del empresario.

-Lo sé tontorrón... Siempre he sabido todo lo que me amas...Perdóname por ser un idiota y haberte lastimado con mis tonterías... Realmente tú siempre me gustaste y ahora te amo.

Mew sonrió ampliamente.

-No tengo nada que perdonarte, amor... Estabas enfermo pero ahora que estás bien, estoy seguro que esta vida no nos llegará para amarnos.

-Pues deberíamos empezar cuanto antes, ¿No crees?-dijo el moreno desabrochando la camisa de su esposo y acariciando su fornido pecho-...hazme el amor, Mew... Por favor amame toda la noche.

El empresario besó su boca con ternura y entonces posó su frente con la de su esposo.

-Siempre, amor... Te amaré todo lo que me pidas.

Mew se levantó y rápidamente se despojó de la molesta ropa mientras Gulf se quitaba la suya, cuando estuvieron desnudos volvieron a tumbarse en la cama, mientras que nerviosos reían sin parar.

El roce de sus cuerpos hizo que el calor aumentase y todo lo que se le había prohibido durante meses volvía a salir a la luz, ahora podían volver a unirse completamente en un solo ser.

El empresario preparó a su marido con cuidado, introduciendo los dedos poco a poco y masturbando su miembro eréctil para apaciguarle el dolor de la penetración y cuando estuvo listo, se introdujo en él haciendo que este arquease​ su espalda y soltase un gran gemido.

Luego de eso, empezó a moverse introduciendo y sacando su miembro del interior de su esposo provocando cada vez más y más jadeos y gemidos en los dos.

-Oh joder, te extrañé tanto... aah...Tenía tantas ganas de estar contigo así de nuevo, mi amor.... ooh me hacías tanta falta- susurraba el empresario loco de pasión.

-Oooh si Mew, sigue... aah no pares, aah... eres enorme.... Aah si-sigue-decía Gulf entregado al placer.

El empresario sonrió complacido pues le encantaban escuchar a su marido pidiéndole más cada vez que hacían el amor.

Poco después el moreno se corrió en su estómago, entonces tras varias penetraciones más, lo hizo Mew en el interior de este.

Finalmente exhaustos se limpiaron y abrieron la cama tirando al suelo todos los pétalos que aún quedaban en ella.

Se cubrieron con la sábana y abrazados se durmieron felices, hasta que unas horas después volvieron a despertarse para hacerlo de nuevo, recuperando así el tiempo perdido.

11. El nuevo secretario -Tercera parte -Mewgulf (Zaintsee) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora