Once

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...¡Pumm Pumm!.

Dos disparos se oyeron pero el joven empresario no notó nada, entonces escuchó unos golpes y ruidos así que abrió los ojos y ante él en el suelo, se encontró a McIntosh muerto.

Asustado miró a su alrededor y vio a los otros dos de los tipos encapuchados en el suelo también pero ni rastro de los otros dos.

Se levantó de la silla como pudo y corrió a buscar algo con lo que soltarse las cuerdas de las manos, de repente tras él escuchó pasos y un sonido de un revólver cargándose, entonces se giró y vio que uno de los secuaces de McIntosh le apuntaba.

El hombre miró que su jefe muerto y sus compañeros heridos y sonrió.

-Vaya, valdrás una fortuna...además parece que no tendré que repartir el premio-dijo acercándose a este para cogerlo y meterlo en el furgón.

-¡Alto!, ¡suelta el arma y al señor Suppasit!, ¡quédate quieto!-gritó otra voz tras ellos.

El tipo se giró y al compañero encapuchado que faltaba, el cual lo apuntaba con un arma.

-¿Tay pero qué coño haces?.

-¡Apártate de él ahora mismo!.

-Nos repartiremos el dinero.... McIntosh ya no nos pagará amigo...Cojamos su dinero y al ricachón y larguemonos-dijo este dando un paso atrás con Mew agarrado de un brazo.

-¡Suelta el arma y pon las manos donde pueda verlas!- volvió a gritar de nuevo el otro encapuchado, mientras se acercaba.

Este apuntó con el arma en la sien de Mew.

-¡Si das un pasó más lo mato Tay!-gritó.

De repente se oyeron las sirenas de la policía y el encapuchado empujó a Mew tirándolo en el suelo y echó a correr pero el tipo llamado Tay le disparó y este cayó al suelo herido junto con los otros dos.

-¡Esa es la Policía!, ¡vienen por ti y tus compinches, no te escaparás!-le gritó Mew tembloroso al único que quedaba en pie.

-Tranquilo señor Suppasit, yo soy de los buenos- dijo el hombre quitándose el pasamontañas, poniéndose unas gafas y arreglandose la chaqueta, mientras el joven empresario lo miraba aún de rodillas en el suelo.

-Tranquilo señor Suppasit, yo soy de los buenos- dijo el hombre quitándose el pasamontañas, poniéndose unas gafas y arreglandose la chaqueta, mientras el joven empresario lo miraba aún de rodillas en el suelo

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-¿Qui-Quién es usted?-preguntó confuso Mew mientras se acariciaba las muñecas adoloridas por las cuerdas, las cuales el hombre le soltó.

-Soy el agente especial Tay Vihokratana y estaba infiltrado en la banda de McIntosh... le hicimos creer que estaba libre y le hemos seguido los pasos...Queríamos averiguar el paradero del dinero y que confesara sus crímenes.

El joven empresario resopló molesto.

-¿Y por qué no lo detuvieron antes del incendio?, ¡Han muerto muchos trabajadores!, ¡personas con familia!.

El agente suspiró con resignación.

-Lo siento, señor Suppasit, no hemos podido actuar ante, esos hsan sido daños colaterales y no pudimos llegar a tiempo de impedirlo...McIntosh tenía muchos aliados y del incendio nos enteramos un poco tarde.

En ese momento entraron los demás policías y detuvieron a los delincuentes vivos que estaban tendidos en el suelo.

-Buen trabajo agente Vihokratana-le felicito su capitán.

-¡Oh no!, ¿Y mi esposo?, ¿Y Mild?, ¿por qué no impediste que los matarán?-habló Mew llorando.

-Su esposo y su chofer no están muertos, señor Suppasit, tranquilo...Los abandonamos en la casa del bosque, están vivos, McIntosh le mintió.

El joven empresario sonrió al escuchar eso.

-¿En serio Gulf está bien?, oh gracias al cielo, tenemos que ir a por él.

-Bien, iremos ahora mismo... Nos llevaremos un coche patrulla-dijo el agente echando a andar.

Se subieron al vehículo y pusieron rumbo a dónde habían dejado al moreno y a amigo, abandonados y encerrados en aquella ruinosa y solitaria casita del bosque.

11. El nuevo secretario -Tercera parte -Mewgulf (Zaintsee) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora