Dos

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A la mañana siguiente el empresario se despertó y miró a su lado sonriendo feliz, estaba tan contento y agradecido a la vida pues tenía de nuevo a su esposo consigo, el cual era todo lo que necesitaba.

Este dormía plácidamente y no quiso despertarlo pues aún era temprano, así que se acercó y lo contempló embobado durante todo el rato hasta que éste se despertó.

...—Buenos días, amor.

—Buenos días, ¿Ya estabas despierto?—habló éste frotando sus ojos.

—Si, me desperté hace un momento pero quería contemplarte.

Gulf sonrió tiernamente.

—Eres incorregible, anda vayamos a la ducha.

Se ducharon juntos y luego se vistieron también, aunque varias veces el empresario intentó quitarle de nuevo la ropa a su esposo pues no podía resistirse.

Entre risas y besos bajaron a desayunar el rico y nutritivo desayuno que la cocinera les preparó.

—¿Listo entonces, amor?.

—Claro, lo estoy deseandolo.

Salieron de la casa y el moreno iba a coger su coche pero entonces su esposo lo detuvo.

—No amor, vamos a ir en este—dijo señalando un todoterreno—... El tuyo lleva parado muchos meses y tenemos que llevarlo a revisar a un mecánico, no quiero que te ocurra nada malo.

—Vaya... yo tenía muchas ganas de conducir... Me encanta ese coche—dijo este haciendo un puchero.

Finalmente y el empresario condujo hasta la empresa, allí el moreno se encontró una sorpresa pues todos lo esperaban con una pancarta y unos refrescos para celebrar su regreso.

—¡Bienvenido, señor!—gritaron a la vez.

—Oh gracias... sois todos muy amables y estoy muy feliz de estar de regreso—dijo muy emocionado.

Después de un brindis y unas palabras más, cada​ uno volvió a su trabajo, incluidos  la pareja que subieron a su planta, la décima.

Después de un corto beso se metieron cada uno en su despacho y mientras Gulf dedicó la mañana a ponerse al día, Mew estuvo en varias conferencias y con mucho papeleo que revisar y firmar.

La hora del almuerzo llegó y el empresario fue a buscar a su marido.

—Amor...¿vamos a comer?.

—Oh si, la verdad es que estoy hambriento—contestó este rápidamente levantándose de su sillón.

Bajaron en el ascensor a la planta de la cafetería y el restaurante, sin parar de besarse.

—Te extrañé mucho, mi amor— le dijo el empresario besandolo sin dejar de abrazarlo.

—Yo también a ti.

A este le encantaba la nueva actitud de su marido pues sin duda era tan dulce y tierno que le hacía derretirse más por su ser y agradecía esos meses que éste había pasado en la clínica, ya que lo habían renovado completamente.

Llegaron al restaurante por fin y se sentaron.

—Recuerdo la vez que vine aquí contigo, estaba tan nervioso y abrumado por todo esto... Ese fue un buen día.

—Si lo fue...Te prometo que a partir de ahora habrá muchísimos más—dijo Mew cogiéndole la mano para acariciarle.

El moreno sonrió sonrojado pues jamás pensó que estar enamorado era estar tan bien y sentirse tan protegido y especial.

11. El nuevo secretario -Tercera parte -Mewgulf (Zaintsee) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora