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Lucía.

En fin, finalmente ambos entramos con gafas y preferimos que solo fuera él por la llave ya que por ser personas del medio era obvio que podrían reconocernos y luego levantar sospechas. 

Yo fui adelantándome al ascensor, y en eso llegó Joaquín detrás mío

 —que es todo eso, Joaquín? — pregunté intrigada

—sorpresa...y esto recién empieza —me acaricia la cara.

Lo miré intrigada, y segundos después por fin se detuvo el elevador y se abrieron las puertas, bajamos directo en el ultimo piso y la habitación era la única en el, era la suite presidencial, esas que nos ofrecían en nuestros primeros años de carrera. 

Joa abrió la puerta y todo estaba muy bien arreglado, un desayuno impecable parados, rosas rojas en el piso y total iluminación natural por la luz del sol que entraba por la ventana. 

Los dos pasamos y enseguida el comenzó a besarme , tiernamente. 

Me separé un poco de él —es temprano para hacerlo Joaquin..

—¿y quien dice que lo único que  vamos a hacer es el amor? —me pregunta —que confundida estás.

Y es posible, es posible que yo esté confundida, cada vez que estoy en un cuarto con Alberto es para tener sexo y solo sexo, sé que él me quiere, no dudo de eso, pero no es de esos hombres a la antigua que te dicen cosas tiernas, te regalan una caja de chocolates, un te quiero o una flor. 

—lo siento —dije.

—no hay de que, solo.. quiero aclararte que lo nuestro no es solo sexo, yo te amo, Lucía Galán, te amo con todo mi corazón. 

—Joaquin, yo tambien, pero debes comprenderme, en las relaciones que tuve era a lo que estaba acostumbrada a sentir y bueno con Alberto ya sabes como es la cosa. 

—lo sé, y te entiendo.. pero solo quería que supieras eso, que yo te amo

—y eso lo sé —me agarra por la cintura —y yo también te amo.. —yo rodeo mis manos en su cuello—.. mucho —comencé a besarlo.

Así pasamos una mañana maravillosa, llena de caricias, de un exquisito desayuno, de halagos y demás. 

Viviana estaba trabajando y mamá en casa, Joaquín había avisado que iríamos a la oficina para ver unas cosas del dúo, lo cual obvio era mentira, pero para que fuera por Fran.

Era el medio día ya, brindamos con unas copas de vino y luego empezó lo realmente divertido. 

Estaba comiendo helado, con el trasero apoyado sobre una de las mesas casi vacías que habían en la suite. Estaba tranquila, hasta que siento la mirada de Joaquín sobre mi.

—quieres? —dije mirando el pote de helado, el asintió y se acerco. Cabe aclarar que el no tenia puesta la remera, ya que es de los tipos que entran en calor por el alcohol.

Tomé con la cuchara un poco, y lo asomé a su boca, el entreabrió los labios, pero antes de que la cuchara hiciera contacto con su boca decidí iniciar el juego.

Apropósito aplasté la cucharita contra su pecho, mas o menos a la altura de los hombros, —oh..—fingí sorpresa —cuanto lo siento —dije con sarcasmo mientras seguía embadurnando de menta su torso. 

Joaquín sonreía con malicia, puesto que ya conoce a donde quiero llegar con todo esto. 

Cuando el helado comenzó a escurrirse por su torso desnudo, volví a hablar —ay no, espera que está escurriéndose —comencé a lamer desde la ultima gota de crema hasta el punto inicial.   

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