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Momo.

En la vida te toparas con muchos estorbos, estorbos de todo tipo. Porque bueno todos sabemos que la vida no es fácil, hasta a la persona más rica le aparecen dificultades.

Lo bueno de los estorbos es que los puedes apartar de una patada. Y es que de verdad que sí quiero darle una patada a la mojigata de Eunha, pero Kai me detiene. Así que aunque él hecho de llegar tarde no me importe, de igual forma me molesta que precisamente ella me impida seguir avanzando o más bien no es ella, simplemente me molesta el hecho de que alguien me estorbe.

Ruedo los ojos y me distraigo retocandome el maquillaje con ayuda del reflejo de mi celular.

La vida de los demás siempre me importa poco por lo que no me doy cuenta cuando Eunha y Kai comienzan un discusión estúpida.

—Que falta de profesionalismo, profesora—digo lo último de manera irónica.—Dos alumnos peleándose en su cara y usted no hace nada al respecto, sin contar también que...Esa, trae el uniforme incompleto.

Eunha abre mucho los ojos con preocupación.

—No es nada grave, solo me confundí de camisa, pero no hay diferencia.

Suelto una risa sarcástica.

—Por supuesto que hay diferencia.—me acerco a ella y comienzo a arreglarle el cuello de la camisa como una madre que regaña a su hija.—Es un tono menos blanco de acuerdo al código de vestimenta.

Se dispone a darme una mirada desafiante yo no me quedo atrás, sin esfuerzo alguno no dura ni un segundo sosteniendome la mirada y agacha la cabeza.

Estoy dispuesta a seguir de largo pues la verdad me gusta hacerle la vida imposible a las personas solo cuando de verdad me importan, importarme en el sentido de pensar que realmente valen el tiempo como para ser molestados por mi.

Y Eunha, Eunha no vale ni una cuchara de plástico en mi vida.

—Estoy tan segura que a mí padre no le gustará esto.—no escondo mis intenciones, la amenaza es clara.—Le marcare, para que vea, profesora...

—Lin.—completa de inmediato.—No habrá necesidad, en seguida la señorita y yo nos dirigimos a la dirección, ahora mismo.

Encogo mis hombros y comienzo a caminar, no necesito decir nada porque se que Kai viene detrás de mi.

En clase de ética me aburro mucho.
Cómo no, las preguntas que hace son tan...¿Cómo decirlo? ¿Tontas?. Bueno a mí me parecen tontas.

¿Cuáles son sus pasiones?

Esa fue la pregunta que hizo. Escribir, pintar, cantar, viajar, etc. Esas fueron las respuestas de algunos.

¿La mía?

—Mi pasión soy yo.

Nadie dijo nada pero pude ver cómo algunos voltearon los ojos o hicieron muecas de irónia.

No es que no lo sepa, yo sé que no le agrado a la gente, pero bah, ellos no me dan de comer.

A parte, no lo digo por egocéntrica o sea si lo soy. El caso es que uno debe empezar por si mismo en todo, no es egoísmo, pero en esta vida es difícil encontrar completa confianza en algo o alguien, no me pasaré toda la vida teniendo una sola pasión para que al final eso me aburra, a si soy yo. Hoy me puede gustar una canción, puedo decir que es la canción más genial del mundo pero mañana ya no la escuchare, hoy me encantará alguna cosa y estoy muy segura que mañana ya no. Por eso yo vivo al momento y no saco conclusiones apresuradas. Mi pasión soy yo porque estaré conmigo por toda la vida.

La siguiente en responder fue Eunha.
Doy gracias a todo el universo que está sea la clase con la que salimos a receso.

Tomo mi celular y comienzo a jugar Candy Crush.

Pero como siempre los estorbos tienen que hacer su trabajo.

Eunha comienza ha hablar y cuando voltea en mi dirección después de decir "me gusta hacer sentir a las personas que no están solas" la atención de la profesora se centra en mi, me descubre jugando Candy Crush.

Me quedo sin celular pero me da igual, tengo otro.

20 minutos después salimos a la hora del almuerzo.

—¿Ya viste como tiene los zapatos la de ahí?.—Jennie señala a una chica y yo disimuladamente la veo.

—Uh, debería ser un delito salir así de casa.

Mi cara es de desagrado.

—A veces se les olvida que no todos son estúpidamente ricos como nosotros.—Kai cómo siempre, aboga por todos los estudiantes cuando Jennie y yo los juzgamos.

Las dos encogemos nuestros hombros enviando una clara señal de que no nos importa.

De vez en cuando me preguntó porque Kai sigue hablandonos, el es todo lo contrario a nosotras. Mientras nosotras le ponemos el pie ha alguien para que caiga, el se asegura de evitar eso.

Solo Jennie y yo somos capaces de soportarnos la una a la otra.

Jennie es la única persona en la que confío y quiero. No me permito amar a nadie más. Como dije, siempre estoy yo antes que todos. Amar hace estúpidas a las personas, hace que en lugar de correr del peligro te quedes en el para sacar al otro del riesgo.

Yo jamás cometeré ese error.

Después del receso las clases pasaron volando.

—Te marco en la noche, dulzura—me da un beso sonoro en la mejilla y se sube a su auto.

Kai ya se fue, solo quedó yo. Las clases ya terminaron. Abro la puerta de mi auto.

—¡Ey!.—Jennie tiene medio cuerpo fuera del auto y me hace señas con las manos.—Me llego invitación para una fiesta ¿Te apuntas?.

—¿Ahora mismo?.

Jennie asiente repetidas veces.

Pienso un poco mi respuesta pero la verdad no me apetece embriagarme hoy.

—Sera otro día.—le guiño un ojo, me subo a mi auto y arrancó.

Al llegar a casa, desde el momento que estacionó mi auto se que nada va bien soy de todo menos sensata por lo que a pesar de mis sospechas me adentro a la casa.

Inmediatamente escucho gritos. El miedo llega muy rápido, comienzo a sudar y mis pies fallan.

Son los gritos de mi madre. Mi madre está gritando de una manera horrible.

Todo empeora cuando dos hombres me apuntan con un arma en la frente.

—Arriba las manos, preciosa.

Así comienza mi infierno, un infierno del que nunca podré salir.

𝐋𝐨𝐬 𝐈𝐦𝐩𝐞𝐫𝐢𝐨𝐬 [𝘉𝘈𝘕𝘎𝘛𝘞𝘐𝘊𝘌 #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora