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Momo.

Cuando era niña me secuestraron. Mi pelota se resbaló y botó hacia el otro lado de la calle, yo corri tras de ella. No regresé a casa ese día.

No recuerdo nada, solo se que me secuestraron, solo se qué le perdí miedo a la muerte, que la oscuridad se volvió mi amiga y los hombres mi enemigo.

Solo recuerdo armas apuntandome una y otra vez, una y otra vez hasta que les quite valor. Hasta que me parecieron nada.

Solo se que desde ese día alguien amable y dulce se escondió en lo mas profundo, ya no puedo alcanzarla, a esa  yo que debí ser, a esa yo que nadie protegió.

Solo yo, solo yo la pude protejer.

—¿Que esperas, preciosa? Estamos siendo amables.

El hombre incistio y me saco de mis pensamientos.

—Métete tu amabilidad por el culo.

Se le borró la sonrisa del rostro y yo sonreí. La desgracia de otros siempre sera mi victoria.

Como esperaba mi comentario lo había hecho enojar, caminó furioso hacia mí y quiso tomar mi mano.

—Ni se te ocurra tocarme, imbécil.

—¿O qué? ¿Le gritaras a tu papá para que te ayude?

Comenzaron a reírse cínicamente, mis manos se hicieron puños. Oh no, nadie se burla de mi. Nunca.

—Oh, bueno.—me mire las uñas desinteresadamente y sonreí de lado, me acerqué a ellos lentamente pero segura de mi misma.—Si me tocas, te mató.

El ignora por completo mis amenazas y toma mi mano para ponerme las esposas y yo sin pensarlo mucho le estampó mi cabeza ena suya haciendo qué caiga como trapo al suelo.

Aunque se qué no me está escuchando me agachó y le digo:

—Te dije que no me tocaras.

Me puse de pie triunfal.

—Ahora solo me quedas tú.—Volteo a ver al otro hombre que solo me estaba mirando fijamente, con miedo.

Le regalé una sonrisa cinica y me agaché lentamente por el arma torturandolo. Un vez con el arma en mi mano me acerque a el.

—¿Tus últimas palabras?.

Lo apunté con el arma y el me miro horrorizado.

Cerro los ojos.

Carge el arma.

Comenzó a llorar.

Sonreí.

Justo cuando iba a disparar un dolor se extendió por mi nuca y cai al suelo. Desorientada intenté ponerme de pie pero estaba muy mareada y el dolor era horrible. Tome el arma fuertemente y la alze sin saber muy bien a dónde apuntar. Una mano tomo la mía apretándola logrando que soltara el arma.

No te duermas, Momo. Aguanta.

Sentí como sangre comenzaba a salir de mi cabeza y me resbalaba por el cuello.

No podia ponerme de pie y estaba a punto de soltarme a llorar.

Alguien me alzó y todo se puso de cabeza.

—Dejame—susurre, apenas se oia mi voz.

Empecé a lanzar golpes torpemente, no me detuve.

—Quedate quieta.

No deje de lanzar golpes.

—Deja de moverte.

Me moví más.

Cada vez esta mas mareada y mis ojos me exigian mantenerce cerrados. Pero yo seguí  intentando safarme de ese hombre que se mantenía firme apesar de todos los golpes que le daba.

—Deja de resistirte, Momo.—su voz era cada vez mas lejana.

Yo me sentía como si volara.

—¿Como sabes mi nombre?.—fue lo último que dije y después todo se volvió negro.

𝐋𝐨𝐬 𝐈𝐦𝐩𝐞𝐫𝐢𝐨𝐬 [𝘉𝘈𝘕𝘎𝘛𝘞𝘐𝘊𝘌 #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora