02

283 23 39
                                    


Nayeon.

Salgo de casa exactamente momentos antes de que mi padre llegue. Suspiró de alivio.

—Muy bien Nayeon, despertarte tempranisimo sirvió de algo.—me hablo a mi misma.—Ahora llegaras dos horas antes a tu escuela ¿Eso es bueno? Supongo que sí.

Me encogo de hombros y comienzo mi caminata. Todavía no sale del todo el sol, el clima es frío pero evito quejarme, es la única chamarra que tengo, es la única fuente de calor que tengo.

Sacuda la cabeza y sonrió en dirección al cielo.

—Mamá ¿Lo estoy haciendo bien?.

No hay respuesta.

Mi día en la escuela es cortó, en realidad todos mis días son rápidos, no sé si eso sea bueno o malo, mayormente lo veo como bueno así me da menos tiempo para pensar.

No me preocupo por otra cosa que no sea llegar a casa y encontrar a papá borracho, solo soy yo contra el mundo.

Ni un amigo.

Ni novio.

Nada más que pura soledad.

Está bien estar sola ¿Verdad?. Así solo me preocupo por mí. Así cuando corro no tengo que mirar atrás por si dejo a alguien.

Llego a casa, tomo un respiro profundo y me preparo.

Que este dormido.
Que este dormido.
Que este dormido.

El silencio inunda el lugar, eso me hace sonreír con tristeza y alegría, el silenció en mi vida es una buena señal.

De puntitas camino a mi cuarto, si llego ahí, estaré segura.

—¿Querida ya estás aquí?.

El sonido de esa voz me hizo temblar.

No, otra vez no por favor.

Me estaba esperando. Comencé a retroceder, tenía que salir de ahí.
No podía soportar esto de nuevo, era demasiado para mí, yo no era tan fuerte.

Corrí a la salida lo más rápido posible, por suerte no estaba tan lejos.

El fue más rápido y me tomo por la cintura, las lágrimas comenzaron a salir inevitablemente, ya sabía lo que haría.

No soy tan fuerte.
Me voy a derrumbar.
No podré soportarlo una vez más.

—¿Papá?.—mi voz salió débil y quebrada.—Soy yo, Nayeon. Tu hija.

Ignoro mis palabras. Me acaricio la mejilla y dejo un beso asqueroso en ella. Mi corazón comenzó a doler. Ya no podía evitar no llorar.

—Querida ¿Como te ha ido hoy?

Esos eran mis únicos recuerdos en la vida, siempre rondaban en mi mente, a todas horas. Desde que murió mamá el me hace cosas. Cosas que hacen que me odié, que odié mirarme al espejo, que odié mi cuerpo y mi existencia. Que lo odié a el.

Pero odio mas el hecho de no hacerlo parar, odio el miedo que se acumula en mi a cada día. El miedo de no poder ir a denunciarlo.

El miedo qué nació cuando el aventó a mi madre de la azotea y luego dijo que se había suicidado. El miedo que se hizo mas fuerte cuando lo hizo por primera vez.

El miedo de que no me creyeran como cuando les dije que el la habia matado. Porque era una niña.

Porque soy una adolescente, y los adultos no suelen escucharnos.

𝐋𝐨𝐬 𝐈𝐦𝐩𝐞𝐫𝐢𝐨𝐬 [𝘉𝘈𝘕𝘎𝘛𝘞𝘐𝘊𝘌 #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora