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El día lunes, Mew despertó sabiendo que lo ocurrido el día anterior fue sólo un mal sueño. 

Porque era imposible que su mamá se hubiera dado el tiempo de un novio a su hijo por una página de internet con un nombre estúpido y hubiera alquilado al chico por seis meses. 

Su mamá no era una loca de patio, así que todo fue sólo una pesadilla de la que se iba a reír más adelante. 

Tenía una clase ahora en la mañana en la universidad donde estudiaba arquitectura, así que ya era momento de levantarse para vivir otro cruel día de esa dura realidad. 

Se giró en la cama y pegó un grito al ver un rostro a centímetros del suyo. 

Oh no. Oh no. 

— ¡Despertaste, pandita! —gritó Gulf encantado.—

— ¡¿Qué haces en mi habitación, tú... maldito cachetes?! —dijo cubriéndose con las sábanas.— 

— ¿Te gustan mis mejillas, pandita? —replicó Gulf sonriendo. —

— ¡No! 

— ¿Te gustaría morderlas?

— ¿Puedo hacer-? ¡No! 

— ¡Pandita! 

— ¡Deja de llamarme así! 

— Se escucha bonito, yo soy bonito, ¿no crees? —y Gulf juntó sus manos llevándolas a sus mejillas, sin dejar de sonreír, y Mew no pudo evitar pensar en algo sucio que incluía la boca de Gulf y su entrepierna.— 

Cálmate. Cálmate. Cálmate, estúpido. Mantén la cabeza fría.

— ¡Fuera de mi cuarto! ¡No te invité a pasar! 

— ¡Puedo pasar cuando quiera, somos novios! 

— ¡No somos novios! 

— ¡El contrato que firmó tu mamá dice que lo somos! 

— ¿¡Qué mierda dice ese contrato!?

— Que debes tratarme bien, darme abrazos y besos, alimentarme y decirme lindura. —Gulf dio un paso y Mew volvió a gritar.— 

— ¡No pienso decirte lindura! 

— ¡Pero, pandita! 

— ¡Fuera antes de que llame a los policías! 

— ¿¡Qué son esos gritos!? —su mamá abrió la puerta de golpe, furiosa y con un sartén en la mano, dispuesta a golpear a todo aquel que estuviera gritando.—

— ¡Saca a Gulf de mi cuar-! ¡MAMÁ, LA CHANCLA NOOOOOOOOOO! 

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Mew estaba murmurando por lo bajo mientras terminaba de comer su leche con cereal en tanto Gulf miraba su reflejo en un pequeño espejo de mano que tenía, lamentándose por el moretón que la mamá de su novio le hizo luego de reírse como enfermo al ver a Mew aturdido por el golpe con la chancla que recibió. 

El pelinegro se puso de pie, mirándolo de forma horrible, mientras Gulf sólo le sonrió mientras pestañeaba rápidamente con inocencia. Mew se limitó a bufar, dejando el bol vacío en el lavamanos, agradeciendo que su mamá se hubiera ido unos minutos antes a trabajar. 

— No sé qué harás ahora. —le gruñó a Gulf.—

— ¿Sigues enojado conmigo, pandita? —Gulf hizo un puchero y Mew desvió la vista, sabiendo que observarlo por mucho tiempo lo haría sentir raro.—

— No soy un puto gato, Gulf. —replicó Mew.— Ahora debo ir a la universidad, así que... 

— Te acompañaré. —dijo Gulf volviendo a sonreír.—

— ¿Qué? No. —Mew se cruzó de brazos.— No quiero que mis amigos-

— Por favor, también tengo clases allí —Gulf le sacó la lengua.— No todo mi mundo gira entorno a ser tu novio, Mew Suppasit. 

Y sin decir nada más, marchándose como si fuera la reina del lugar, Gulf salió de la casa sin mirar atrás y dejando a Mew con una desagradable sensación en el estómago. 

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no olviden darse una vuelta por la historia original.♥

novio de alquiler. | ¡mewgulf!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora