Maléfica #1 Una sombra me persigue

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"Me encanta cuando los planes salen bién. Que los finales felices se tornen fríos y muertos, como el pobre de Geppetto. Nunca me cansaré de ver ese momento, repetido una y otra vez en mi espejo encantado; como la bala le impacta en el ojo derecho y le atraviesa la cabeza hasta incrustarse en la parte posterior de su cráneo. Si este es el resultado, tendría que plantearme el buscarme unos matones como la ballena... Mejor no, no es que sean muy elegantes que digamos, ni mucho menos las muertes que causa; tanta sangre mancha el trágico final. Por el momento, seguiré con el veneno y la magia, son más...sutiles."

"Aunque, no se si considerarlo magia. Si es bastante mágico poder estrangular a una molestia a metros de distancia, o de controlar a algún incauto para que lo haga por ti; pero..."

Me levanto del sillón de mi despacho de la fábrica y camino a la máquina de café de la cómoda a la derecha, esquivando los muebles que me obstaculizan el trayecto. Antes de poder servirme una gota de café, escucho un leve sonido, como una explosión de la que solo sale gas. 

Me giro y, lo que veo, es una mujer sentada en mi sillón, con los pies cruzados sobre mi escritorio. La mujer lleva una ropa blanca con detalles en violeta y plata, como una sabana. La engalanan joyas de amatistas y plata en cuello, muñecas y tobillos. Su cabello castaño corto deja entrever una cinta que le cubre los ojos. Es Némesis, la diosa de la venganza griega.

-Buenos días, Maléfica- dice, esbozando una sonrisa burlona.

-Hola, ciega- le respondo insultante.

-Vamos no seas así, ¿no te gusta tener una visita de alguien simplemente por placer? Por una vez en tu vida.

-Conociéndote, se que no es por placer la aparición, ¿qué quieres? Tengo mucho trabajo.

-Venga va, si te pasas el día tocándote las narices mientras el resto trabaja. Así no se pagan las cosas- deja caer la puntilla.

-¿Te crees que no lo se? El pago completo se efectuará dentro de poco, pido paciencia.

Némesis, crea una pelota violeta de una pequeña nube de humo negro en su mano, y se pone a juguetear con ella.

-Se que lo pagarás, tengo fe. Pero, a los que les pediste el favor, no tienen demasiada paciencia. Te recomiendo que pagues tus deudas.

En ese momento, da un chasquido con los dedos y nos intercambiamos de lugar. Ella en medio de la sala y yo en el sillón. Camina un par de pasos y apoya las dos manos sobre la mesa.

-Me caes bién, me haces trabajar- dice con una sonrisa en la cara, pero su semblante cambia repentinamente a uno más sombrío.- Por eso, no quiero tener que matarte. Recuerda, diez almas de seres mágicos, ni más ni menos.

-Tengo ocho, con un poco de tiempo...

-Tiempo que no tienes, el día de San Valentín, al atardecer, en los Bosques de la Montaña. A 50 km al norte de aquí. No te rastrases.

Hace una sonrisa aterradora y se desvanece en la misma nube gaseosa con la que llegó. Al momento, se abre la puerta del despacho y entra Gretel.

-¿Esta lista para la cita de dentro de veinte minutos?- me pregunta.

-No, no tendré citaciones durante le resto del día, vete.

-Pero...

La empujo un metro atrás y le cierro la puerta en las narices.

-...si es por la mañana- se escucha desde este lado de la puerta.

"¡¡Malditos dioses!!"

Saco del cajón derecho de la mesa unos documentos. Los ojeo.

"Bién, uno...dos...cuatro...siete..."

"¡¡Mierda!! ¡¡Falta una, falta un contrato!!"

Bestias de tinta (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora