11. Quizá

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Julia

15 de mayo 2025

Por segundo día consecutivo me despertaba con una sonrisa de oreja a oreja. Una sonrisa real. Estaba feliz, pues por fin las cosas parecían salirme bien. Pero qué poco me duró la felicidad. ¿Quién me iba a decir que el 15 de mayo iba a convertirse en un día tan doloroso?

Tenía el día libre, así que aproveché para hacer recados y arreglar un poco la casa, antes de irme a casa de mis padres. Ahora que todo estaba bien con ellos, quería aprovechar y pasar rato en su compañía. Con mi padre aún había algo de tensión, pero podíamos tener una conversación normal aun así. Y con mi madre (sí, ya me atrevía a pensar en ella como "mi madre") todo estaba genial. ¡Nos abrazamos! Aún me costaba creerlo, pero sí, parecía haber dado un paso gigantesco hacia nuestra reconciliación.

Con una sonrisa y con música a todo volumen, me metí en la ducha cerca de las 11 de la mañana. Pero, de repente, la música paró ya que me estaban llamando. Salí corriendo de la ducha, mojando todo el suelo. En la pantalla de mi móvil leí el nombre de "Nia" y me apresuré a contestar la llamada.

- ¡Mamá! – exclamó Ana al otro lado de la línea.

- Mi amor, ¡qué sorpresa! – dije con una sonrisa. - ¿Cómo está la niña más preciosa del mundo?

- ¡Muy bien! He estado todo el día jugando.

- ¿Tú no deberías estar en el colegio, Ana? – pregunté preocupada. – Pásame a la tía Nia, princesa.

Mi hija me hizo caso y a los pocos segundos pude escuchar la voz de mi amiga, de mi apoyo incondicional.

- ¿Qué pasa, Nia? Y dime la verdad. – insistí apresurada.

- Cálmate, Julita. Ana no se encontraba bien hoy, ha tenido algo de fiebre pero no te preocupes que ya he avisado al médico y está todo bien.

- ¿Segura?

- Sí, te lo prometo. – me aseguró Nia, intentando tranquilizarme. – Ana está bien, pero te echa mucho de menos, cariño. No tardes en volver a su lado.

- Lo sé, no tardaré. Pásamela que quiero hablar más con ella. – dije parpadeando rápidamente para evitar derramar las lágrimas que empezaban a acumularse en mis ojos.

Pasé cerca de media hora hablando con mi niña, y le aseguré pasar juntas su cumpleaños, para el que quedaban pocas semanas. Ojalá todo saliera bien hasta entonces y pudiera pasarlo aquí, en este pueblo y rodeada de toda mi familia. Pero para eso... Sí. Había llegado la hora. Debía hacer frente a mis decisiones pasadas. Mis padres tenían que saber ya de la existencia de Ana. No podía esperar más.

Sin pensármelo dos veces, cogí las llaves del coche y me dirigí a la casa de mi infancia. No podía darle más vueltas. Era el momento. No podía tirarme atrás. Pasara lo que pasara, iba a decirles la verdad. Porque ellos lo merecían. Porque mi niña lo merecía.

Conduje demasiado deprisa, demasiado distraída, pero no tenía la cabeza para pensar en nada más, solo en cómo reaccionarían mis padres al enterarse. No podía evitar pensar en lo peor. Quizá volverían a odiarme, y con razón. Les había ocultado una nieta por cinco años y eso... era muy difícil de perdonar. Pero... ¿y si salía bien?

Me permití a mi misma pensar por unos segundos lo que sería mi vida si todo saliera bien, si era capaz de tener una familia completa. Fantaseé todo el trayecto y cuando por fin aparqué delante de casa de mis padres, cerré los ojos y visualicé lo que tanto deseaba: mis padres, mis hermanos, mis tíos, Ana y yo, juntos, felices. No podía engañarme, en esa imagen perfecta, también entraba Sergio, por mucho que fuera imposible, pues él iba a casarse. Ignoré la punzada de dolor que sentí en mi corazón y salí del coche, dispuesta a todo.

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⏰ Última actualización: Sep 25, 2020 ⏰

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