IV

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Myrcella había sido prometida al hijo de rey de Dorne, Trystane Martell, lo que significaba que Mayrebelle ahora atendería a la reina. Odiaba hacerlo, Myrcella era amable y tierna y su madre era completamente lo contrario.

Desde la semana que empezó a trabajar con Cercei ya no podía más.
—Doncella, ve por más vino— ordenaba Cercei
— Si, su majestad— respondía
Y cuando llegaba con el vino y rellenaba su copa, solo tomaba un sorbo y la miraba con ojos molestos
—Este vino es horrible, traeme otro— decía mientras vertia el vino en el suelo.
Luego los vestidos fue otra forma de molestarla
—Dile al sastre que quiero un mejor vestido— decía con su voz petulante la rubia
—Si, mi reina— decía Mayrebelle y corria por todo el palacio hasta encontrar al sastre y avisarle el disgusto de la reina por su vestido
—Dale este otro— decía el sastre cansado de las exigencias de la reina
—Muchísimas gracias, mi señor— agradecía la pequeña Mayrebelle y corría de vuelta con Cercei. Cuando le mostraba el nuevo vestido Cercei solo sonreía y decía
—Creo que me convencí por el otro. Doncella, pídele al sastre que te lo regrese— exigía la rubia

Mayrebelle le contó a Sandor todos los obstáculos que la reina vigente le ponía
—No se porque me odia tanto— se quejaba Mayrebelle —Ella lo tiene todo, tiene tres hermosos hijos, es rica y poderosa, no se que tiene contra una simple doncella—
—Tu eres más hermosa que ella, Belle— respondía Sandor mientras tomaba un gran sorbo de un tarro de cerveza
—No lo creo— decía con incredulidad Mayrebelle mientras 
—Creelo— dijo Sandor mientras acariciaba el cabello de su amada
—Tu lo dices porque me quieres— respondió Mayrebelle
—Tal vez— mencionó Sandor —Pero eso no quita que sea verdad—

Durante toda su vida había tenido que lidiar con la envidia, cerró los ojos para recordar a su hermana mayor.
—¡Esvele, por favor sueltame! — rogó la pequeña escuálida de cabello rojo
—Admite que te robaste mi vestido— grito la mayor mientras jalaba del pelo a la otra niña. Lo que exigía su hermana era imposible que fuera verdad, ella había hecho ese vestido, ni siquiera le quedaba a Esvele
—¡Esvele, yo hice este vestido!— dijo la niña entre lágrimas, tratando de safarse del agarre de su hermana
—Mentirosa— rugio la rubia mientras tiro a la niña al suelo, cuando la pelirroja se intentaba levantar la rubia la golpeaba en el estómago.
—¡Esvele!— grito su madre —¿Qué le haces a tu hermana?— corrió la mujer mayor en dirección a sus hijas
—Se robo mi vestido madre— excuso con la cara roja de enojo la de ojos cafés
—Esvele, ella hizo ese vestido— regaño la madre de las pequeñas mientras levantaba a la más pequeña

Una carta había llegado para Mayrebelle, una con no tan buenas noticias, toda su familia iría a la capital, desde su hermano Alper, su padre Garvin, hasta su hermana mayor Esvele, el recuerdo de ella la irritó.

—¡Belle!— exclamó Sandor intentado despertar de su trance a su amante
—Perdón. Estaba recordando uno de los tantos pleitos que tuve con mi hermana— se disculpo la pelirroja con una sonrisa dulce
—Esta bien. No te volverá a hacer nada. Yo te protegeré— dijo Sandor abrazando con fuerza a Mayrebelle
—Ojala yo pudiera hacer lo mismo por ti— mencionó con suavidad correspondiendo el abrazo

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