II

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Sandor tuvo un día libre pero no le había avisado a Mayrebelle, quería darle una sorpresa. Sabía que debía de estar con sus amigas Gerda y Morwen.
Gerda era la más bajita, con caderas anchas pero pechos planos, su piel era morena y tenía una mandíbula cuadrada con nariz grande como un loro y cejas delgadas negras al igual que su cabello. Morwen era delgada por todas partes, su piel era pálida pero no rosada, tenía una nariz larga aunque delgada y unos labios diminutos con dientes chuecos. No era que fueran especialmente feas, sólo que Mayrebelle era un ángel, incluso al lado de la reina quien obviamente la envidiaba.

Las muchachas se estaban bañando en la orilla de un río donde pensaron que nadie las vería, aunque Sandor sabía exactamente donde estaban puesto que Mayrebelle y el se bañaban ahí e incluso hacían el amor. Cuando las vio no pudo evitar sentir escalofríos al ver a su amada, la luz del sol se encontraba con la piel mojada y reluciente de la pelirroja y aunque Sandor vio también a sus amigas no sintió nada, nada como lo que sentía por Mayrebelle.
Sin pudor se acercó a ellas y las otras dos muchachas corrieron despavoridas, pero Sandor no se inmutó, solo siguió caminando ante su amada que lo miraba sorprendido con una linda sonrisa
—¿No sabes que es falta de educación interrumpir un baño?— bromeó Mayrebelle
—No es como si no te hubiera visto desnuda antes— contestó toscamente Sandor quién estaba al borde del río y atrajo a su chica hasta el, tomándola de la cintura
—Lo decía por Gerda y Morwen— explicó la doncella
—Ni siquiera las vi— respondió el sabueso
—¿En serio? ¿Dos mujeres desnudas al lado mío y no las viste?—
—Carroña comparadas con la diosa que tengo como amante—
Mayrebelle sonrió ante la respuesta de Sandor y lo beso con ternura, pero Sandor no puedo evitarlo y respondió con placer, deslizando sus manos hasta sus glúteos, las lenguas se juntaron y jugaban mientras que Mayrebelle y Sandor quitaban la gran armadura que tenía. Besos apasionados en el cuello fueron los que hicieron que la temperatura subiera, Sandor ahora solo tenía que quitar su camison y su pantalón al cual se le veía el bulto enorme entre las piernas de Sandor, duro y amenazando con salir, Mayrebelle pasó su mano por debajo del pantalón y empezó a acariciarlo haciendo que el sabueso rugiera un poco de placer. Sandor tomó a la chica y la cargo haciendo que ella pusiera sus piernas al rededor de su cintura y sus intimidades rozaran. Más besos y caricias transcurrieron hasta que Mayrebelle estuvo mojada y Sandor pudo entrar con facilidad. Las caderas de ambos se movieron para que chocarán, Mayrebelle abrazaba a Sandor con sus piernas débiles por el placer, Sandor mientras tomaba un poco de su fuerza para seguir cargandola y otro poco para tener un empuje fuerte pero apasionado dentro de ella. Algo que adoraba de Mayrebelle era gemia de una manera en que lo volvía loco, odiaba a las mujeres que gritaban muy fuerte, no solo gemian, gritos de verdad eran algo que él odiaba pero odiaba aún más a las que no hacían ningún sonido, pero Mayrebelle gemia con tanta sensualidad que el sabueso no podía evitar sentirse cada vez más y más al borde. Derramó toda su semilla sobre ella y ella soltó un último chillido de placer.

Todo el resto del día se la pasaron entre bromas y entrenamiento. Mayrebelle quería saber más sobre cómo defenderse y a Sandor le encantaba verla pelear así que en sus días libres el le enseñaba más cosas.

Ella era muy diferente a él en cuanto a personalidad, Mayrebelle, o como le decía a veces Sandor, Belle, siempre sonreía aún cuando su día se viera nublado una sonrisa amable no desaparecía de ella, disfrutaba mucho de las labores manuales sencillas, adoraba hacer coronas de flores y a veces se las ponía a Sandor el cual solo se las quitaba con un gruñido, escondiendo la ternura que le provoca el gesto de su amante. Mayrebelle siempre leía, y cantaba todo el tiempo con su voz dulce y divertida. Sin dudas alegraba la vida de Sandor quien no podía ver a otra mujer.

Al final de la noche cenaron ternera y pan de trigo como el que comía solo la familia real, para este alimento Mayrebelle estuvo ahorrando toda la semana e incluso junto en dinero que su padre le envío.
Belle sabía que pronto su padre le pediría que se casara o el mismo buscaría un marido para ella y eso la deprimia, hasta la fecha Sandor y ella jamás hablaron sobre un matrimonio ni mucho menos pero ella no podía más con la curiosidad.
—Amor mío— pronunció en un tono bajo pero audible para Sandor
—Belle— respondió Sandor con una sonrisa
—¿Alguna vez piensas pedirme matrimonio?— preguntó directamente la hermosa joven, sonriendo nerviosa. Sandor se quedó callado por un momento, no quería arruinar la sorpresa pero tampoco quería que ella pensara que no
—Tal vez— sonrió con pena Sandor pero vio un poco de preocupación en su amor, incluso un brillo de tristeza en los ojos de Mayrebelle
—No quería decírtelo, niña— empezó Sandor —Pero he estado ahorrando— confesó
—¿Ahorrando?— pregunto confusa la pelirroja
—Si, ahorrando para poder tener algo y así ser digno de pedirle a tu padre tu mano— dijo Sandor, con los hombros agachados y ocultando su rubor. Mayrebelle sonrió y se abalanzó contra el haciéndolo caer en el suelo, plantó muchos besos por toda su cara
—¡Oh, mi gran tonto! — sonrió Mayre —¡Estaba empezando a pensar que no me querías!— expresó con felicidad Mayrebelle
—Jamás vuelvas a decir eso, Belle— dijo Sandor con un poco de enojo —Te amo más de lo que alguna vez podrías imaginar— explicó mientras le apartaba un rizo de su frente a su chica

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