1 4 A Ñ O S

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Leah en este momento se encontraba en el hospital, aquel por el que su universidad tenía un convenio para que sus estudiantes hicieran sus prácticas en él, este día, a pesar de que ella ignorara la información, era especial para todo aquel que se encontrara en el recinto, pues era el momento del mes donde un grupo de celebridades ingresaban para charlar un rato con las personas, lo cual gracias al renombre que tenía el hospital ocurría como mínimo una vez por mes, y siempre celebridades de todo ámbito, desde magos, hasta ganadores de Oscar, todos estos personajes reunidos en un grupo para lograr sacarle una sonrisa a los pacientes que luchaban constantemente por su vida. y esta vez era el turno de unos actores, los cuales eran comúnmente alabados por los jóvenes, lo que le encantaría a los pacientes de menor edad.

Mas este dato se le escapaba de la mente, al igual que muchas cosas en este momento, pues para ella a diferencia de sus compañeros no estaba feliz ese día de domingo, pues no era como cualquier otro de la semana, el curso en el que ella esta, le tocaba el área de pediatría durante ese semestre, algo por lo que Leah no se preocupó en su momento, pues amaba tratar con niños, mas todo cambió radicalmente hace unas tres semanas. Hace 25 días exactamente su grupo se dividió en diferentes tareas de la misma área, y con el fin de aprender más, se turnaban constantemente, por lo que le tocaba los domingos la dolorosa zona de cáncer, en específico leucemia, y en su etapa más avanzada, a la cual únicamente ingresaban los casos que ya tenían los días contados, y solo un milagro les podría salvar. Por todo esto claramente ella no estaba feliz, ni mucho menos emocionada por la llegada de los actores al recinto. 

cuando le preguntabas a Leah si era una persona sentimental en cuanto se tratara de los pacientes, y los casos que le tocaran ver, ella antiguamente te respondería sin dudar que no; pues ella misma había visto morir a pacientes que no resistían una cirugía, o morían postrados en su camilla, o incluso muchas veces le toco dar la noticia a la familia, y todo esto lo hacía sin llorar, pues bien sabía que era la parte más desagradable de su trabajo, simplemente había aprendido que cuando esto sucedía, debía llorar en su soledad, investigar más de la enfermedad, de la causa de la muerte para poder ayudar si alguien más presentaba un síntoma parecido, por lo que ella se sentía preparada mentalmente, para no tener que soportar la carga sentimental tan grande que es sentirse vinculado con un paciente... pero claramente eso era lo que ella pensaba en el pasado.

Mia Simon, una dulce y tierna niña de tan solo 14 años, es la persona que ha logrado entrar a su corazón y mente sin siquiera intentarlo, la pequeña ha logrado mucho más de lo que los padres de Leah han hecho en años, ha roto su corazón, su alma, ha provocado en ella un gran odio por aquella carrera que tanto amaba. Leah continuamente se siente repugnada por su ser gracias a Mia, ha entrado en un grado de desesperación, sintiéndose exactamente igual que hace muchos años, no sabe qué hacer para continuar con su vida, de antes de su caso. 

no podía entrar al corazón de la menor, su corazón se negaba a entrar, porque sabía que, si entraba, una vez más los sueños y esperanzas de la niña se romperían, pues desde que tomo el caso, de una manera bizarra el destino decidió que solo entrara para darle aún más malas noticias a la pequeña.

en estos momentos se ponía a pensar en lo irónica que llega a ser la vida, como ella una semana antes del caso de mía la habían declarado la interna más prometedora por los mismos doctores encargados de ellos, pensaba en cuanta ironía cargaban las habitaciones del área infantil, en como parecía una habitación llena de vida, con su toque de blanco y verde lima en las paredes, como esos dibujos de animales tan sonrientes te decían: ¡hey!, todo está bien. cuando en realidad niños morían en esas camillas.

Tomo respiración como se le había enseñado a hacer cuando se sentía mal, inhalo, espero y exhalo, como mínimo unas 10 veces antes de poder empezar a caminar para llegar a la puerta, antes de tocar se preparó el pelo, una cola muy alta, como normalmente le gustaba llevar, puso una mano en la perilla, y otra lista para tocar, cuando... se negó a hacerlo, no podía.

Leah sabía que estaba llorando no por el hecho de que sintiera las lágrimas, si no por como las personas a su alrededor la veían, con lastima, el personal entendiendo por lo que pasaba, y los padres y pacientes, pensaban que seguramente era un familiar, pero sin embargo todos coincidían en verlos con aquellas miradas que trataban de trasmitir una condolencia, no lo soportaba, por lo que con su última fuerza, huyo como tal cobarde a un lugar donde sabía que nadie le buscaría, ni le importaría, la recreación para todo los niños a punto de salir, su área de juegos, donde decidió alegrar su corazón mirando a los niños jugar desde un asiento lejano, Sin tener conocimiento que alguien a penas la reconoció, y más noto sus lagrimas, se aproximaba lo mas rápido de lo que los hospitales tenían permiso en un visitante.


honestamente esta seria como ¿la parte 1?, digamos que al editar el capitulo, se me alargo mucho mas de lo que pensaba, por lo que se dividió en dos, así que... mucho gusto y espero que disfruten su lectura.

ONE SHOTS (Timothée Chalamet)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora