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Un jadeo salió de sus labios cuando el frío líquido resbaló por su pene, los largos dedos del mayor seguían adentrándose con fuerza en su interior, mientras su otra mano cubría de lubricante todo su miembro.

Luego de un rato, retiró sus dedos con fuerza para colocarlos en la boca del rubio.

– ¿Preparado, pet?

Gustabo solo asintió, dejando caer su cabeza hacia atrás cuando su pene fue apretado, aprovechando para chupar los dedos contrarios.

Jack llevó su mano libre a la cajonera de su mesita de noches, la cual abrió con algo de dificultad por la posición en la que estaba, cuando consiguió abrirla sacó la pequeña vara de metal de color carmesí, haciendo que el menor soltara un gemido y se revolviera inquieto.

Si bien es cierto, a Gustabo le gusta sentir dolor siempre y cuando terminé dándole placer o satisfacción, así que más que asustado se sentía ansioso.

Ansioso por sentir como el pequeño juguete se adentraba en el orificio de su pene, solo había entrado la mitad, pero pudo sentir un pequeño ardor, observaba sin timidez la situación, y algo curioso puesto que era la primera vez.

– ¿Duele? – Jack le tomó de la nuca y plantó un beso en la cuenca de su ojo, mientras seguía con sus acciones.

– U-un poco... Per-ro puedo soportarlo.

Asintió, y empujó el juguete por completo, Gustabo jadeo cuando vio que habían entrado todo, así que con algo de miedo acercó su mano y lo acarició.

– ¡Ah! – Un corriente de placer pasó por su espalda, y supo lo extremadamente bien que se sentía tener algo dentro de su pene.

– Bien muñeca, hora de la acción.

Sus caderas fueron alzadas con brusquedad, al igual que el pene del mayor adentrándose en su interior. Sus labios volvieron a encontrarse en un beso lleno de deseo y lujuria, sus dientes chocaban con insistencia y sus lenguas eran un lío.

Las embestidas agresivas de Conway estaban haciendo delirar a su pareja, quién tenía sus ojos en blanco y no era capaz de pensar ni hablar con coherencia, solo se dedicaba a pedir por más y a gemir en alto el nombre del contrario.

Cambiaron de posiciones, Gustabo tumbado en la cama, mientras Jack no detenía sus movimientos rápidos y agresivos, el menor le estaba apretando tan deliciosamente que no podía pensar en nada más que en correrse.

Su cuerpo se estremeció cuando sintió unas fuertes manos masturbarle, el placer que sentía no era ni medio normal, su garganta totalmente seca y lastimada por los gritos, y su pene siendo estimulado era mucho para su cuerpo. El dilatador obstruia sus ganas de eyacular y se sentía realmente bien, sentía que en cualquier momento su pene estallaría.

– ¡A-amo! Mhm~ – Con su mano agarró la del mayor tratando de detener sus movimientos – Va a-a sALIR~

Una fuerte embestida hizo que sus piernas se cerraran alrededor de la cintura del pelinegro, quien llevó su mano derecha al cuello del menor apretando con algo de fuerza.

En ese momento, Gustabo perdió sus sentidos, su garganta se cerró impidiendo que el aire llegase a sus pulmones, no podía escuchar ni ver nada. Solo podía sentir cosquilleos en su vientre, arqueó su espalda haciendo más fricción, su próstata estaba siendo atacada y entre la falta de aire podía sentirlo mejor que nunca.

Sus pulmones picaban con insistencia pidiendo respirar, pero no quería, todas sus emociones se sentían más fuertes y le gustaba. Su pene se sacudió de gusto cuando llevó su mano hasta el, masajeandolo con rapidez.

Por otro lado, Jack se encontraba fascinado ante tal escena, el rostro del menor estaba algo rojizo y lágrimas caían de sus preciosos ojos, además de que el brillo que el sudor ocasionaba en su pecho era exquisito. Aumentó la fuerza de sus embestidas sintiendo que casi estaba cerca, así que quitó su mano del cuello del menor para que respirara de forma correcta.

– Mierda.. Mi-ierda – Jadeo, Gustabo se había echo más estrecho.

Sus pulmones se llenaron de aire rápidamente, pero su mano no se detenía, levantó su pelvis al menos tres veces gracias a los espasmos. Se sentía muy bien.

– No- ¡Jack! – Gimió.

– Dilo, pídeme que lo quite.

Gustabo mordió su labio y sus manos agarraron las mantas con fuerza.

– Mu-uy fuerte~ va ha s-sali – Su frase se quedó corta, como también su respiración, Conway de nuevo le estaba asfixiando.

Sus lindos y azulados ojos se doblaron de placer, mientras un fuerte gemido salió de su boca, de nuevo podía sentir cada vez que el pene de su novio tocaba en su punto dulce. Levantó sus caderas y chorros largos y calientes salieron disparados, volvió a respirar cuando el mayor llevó sus manos a sus caderas apretandolas fuertemente mientras se venía en su interior.

– Joder... – Se dejó salir lentamente, admirando como salía su líquido del Interior del rubio.

Gustabo seguía teniendo pequeños espasmos, tanto por el placer y por la falta de aire que había tenido, se incorporó un poco apoyando su peso en sus codos y miró el rostro del mayor, quién sonreía con satisfacción.

– Eso.. Eso fue- ¡Aah!

Conway le tomó desprevenido quitándole el dilatador con brusquedad, haciendo que nuevamente chorros de semen salieran disparados, y Gustabo cayera de espaldas a la cama nuevamente.

– Wow, hoy te corriste demasiado – Llevó sus manos al pecho del menor recogiendo algo del líquido admirando el desastre que ahora era su novio.

El rubio jadeaba y apretaba sus piernas, los cosquilleos no se detenían y sus pequeñas manos no sabían de donde agarrarse.

– Santa mie-erda~ – Gustabo tapó su rostro algo avergonzado, se había corrido tres veces seguidas.

Jack, quien lo miraba atento sonrió y se acercó quitándole las manos del rostro para poder verle a los ojos.

– ¿Te sientes bien?

– De puta madre.

Los dos rieron.

– ¿No te lastime? – Paseaba su mano por la mejilla del menor acariciandola un poco.

– ... –

Al no recibir respuesta sus expresión cambio a una de extrema preocupación, y sin quererlo comenzó a revisar cada parte de su cuerpo en busca de alguna herida. Pero el rubio le detuvo y le sonrió.

– Estoy bien, solo fuiste muy intenso.

Los dos se abrazaron por unos minutos, antes de que Gustabo comenzara un nuevo beso, así que aprovechando que al día siguiente Jack se iba de viaje, decidieron tener una segunda ronda.

“Creo que me gusta que me esfixien” – Pensó el rubio.

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Obedeceme. | IntendenteplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora