Obedeceme. | Intendenteplay

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Jack y Gustabo versión Fem.
Parte 1.
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Agustina salía de la tienda acompañada de su alegre amiga Hortensia, las dos chicas estaban llenas de bolsas de diferentes tiendas. Habían ido de compras gracias a la insistencia de la pelirroja, así que aprovechó para comprar algunas cosas también.

– Tardaron un siglo allá dentro – Jacky apretó la Caja del jugo de manzana que estaba tomando para tomar lo poco que quedaba. – Espero que sea algo util y bonito.

La mayor estaba junto con la novia de Hortensia, sentadas en una banca frente a una heladería, habían acordado verse en ese lugar luego de que terminaran las compras. Así que la pelirroja saltó encima de su novia, haciendo que Victoria la cargara de los muslos.

– Vaya que si va a ser útil...

– Hortensia calla. – Chistó la rubia con un sutil rojéz en sus mejillas.

Agustina miró rápidamente a su novia para explicarle, pero se encontró con la sorpresa de que estaba analizando las bolsas de su compra, y automáticamente su rostro enrojeció por completo, en un rápido movimiento se apartó lo suficiente para que la mayor no lograra chismear más de la cuenta.

– ¿Qué ocurre? ¿Compraste juguetes sexuales o algo así? – Dijo burlesca tratando de ver el resto de bolsas.

Al no recibir respuesta miró a la rubia con una sonrisa sugerente.

– Vaya... Que recuerde nuestro aniversario es dentro de seis meses más.

– Asies, pero no es para eso, a menos que quieras que me vista de algo para esa ocasión. – Sonrió y le tendió una bolsa a su novia, la marca era de H&M.

Jacky tomó la bolsa con cuidado y la abrió espiando que había dentro. Solo era un conjunto de ropa, y un perfume que no era de esa tienda.

– Es ropa... – Suspiró algo decepcionada.

La única en notar el tono triste de Jacky fué Victoria, quien seguía concentrada en sostener a su novia para que no cayera. Y rió levemente ante la situación tan cómica entre la pareja.

– Venga, Hortensia y yo tendremos una cita, así que ustedes pueden ir adelantadose.

– ¿La tendremos? – Dijo confundida.

Victoria rió falsamente y dió un pequeño beso en el cuello de la pelirroja para que se distrayera de hacer preguntas tontas e innecesarias. Se despidieron rápidamente y dejaron a Agustina y a Jacky solas en mitad de la plaza del centro comercial.

– ¿Nos vamos a casa?

– Sí, dejé el auto estacionado afuera.

La mayor tomó algunas bolsas para ayudar a su novia, y con su mano libre tomó la de la contraria entrelazando sus dedos.

(...)

Habían llegado a casa aproximadamente hace dos horas, sin embargo, Agustina seguía encerrada en el baño admirándose en el espejo con el conjunto que llevaba.

Sus orbes azuladas paseaban por toda su figura inspeccionando si se veía bien. En la parte superior llevaba un sostén gris brillante, que llegaba hasta su cuello, unido al sostén, una cuerda negra reposaba en su estómago que conectaba con la braga del mismo color del sostén, y otras dos cuerdas que estaban unidas a unos cintillos en sus muslos.