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Su pene era estimulado por las fuertes vibraciones del aparato que lo rodeaba, su garganta se cerraba con fuerza tratando de tragar lo mejor posible, gracias a que la mordaza que tenía puesta no le dejaba respirar con normalidad. Los toques fríos y bruscos del mayor le estaban haciendo estremecer, nunca lo había visto tan enojado.

- Que lascivo eres, soy rudo contigo y lo único que haces es mojarte aquí abajo - Los dedos del mayor pasaron por el miembro contrario recogiendo algo del presidente que salía a cantidades excesivas.

- ¡Mhm! - Sus caderas se alzaron, y su piernas se cerraron con fuerza, se hubiera corrido de no ser por el fuerte empujón que Conway le dió, regresandolo de nuevo a la cama.

- Quieto pet.

Sus ojos se encontraron, y Gustabo pudo ver la excitación y el deseo que Conway reflejaba. Tal vez estaba enojado, pero a el tambien le calentaba verlo ser torturado.

El vibrador fue removido de su pene, reemplazándolo por la mano contraria, la cual dió un apreton y comenzó un rápido vaivén masturbandolo. El rubio apretó los puños con fuerza, quería correrse, lo deseaba, pero sabía que el juego apenas estaba comenzando.
Justo cuando un espasmo recorrió su cuerpo haciendole saltar, los movimientos pararon reemplazandolos por caricias suaves.

- ¿Se sintió bien? ¿A que sí?

La saliva salía por la comisura de sus labios haciendo un pequeño camino que desaparecía en su cuello, el rostro del mayor se acercó al suyo hasta que pudo sentir su respiración en sus largas pestañas, era pesada demostrando su excitación. Con suavidad sus ojos se fijaron en los movimientos del mayor descubriendo que masajeaba su miembro por encima del negro pantalón.

Su boca se hizo agua, quería chuparsela.

Las respiraciones pesadas de Jack, pasaron a ser jadeos, y para cuando se dió cuenta su pene era otra vez estimulado con rapidez. Su mandíbula dolía un poco pero el placer que sentía era mayor, sus piernas volvieron a cerrarse cuando se sintió desfallecer y un agudo gemido salió de sus labios cuando la punta de su pene fue apretada.

Buscó la mirada del mayor para tratar de supilicarle que le dejara correrse, pero con lo único que se encontró fue con unos ojos azabaches y brillantes de excitación, hasta se atrevería a decir que lograba ver pequeñas olas de pavor salir de su cuerpo. Volvió a gemir.

Con temor movió sus piernas para sentarse de rodillas en la cama, y al ver que no era detenido continuó con su camino. Sus manos se apoyaron en los muslos contrarios y su nariz se pegó al cuello del mayor, aspirando su varonil aroma y restregandola con suavidad, como un gato en busca de atención.

Su mentón fue tomado, y la mordaza quitada con brusquedad. Así que sus ojos brillaron fugazmente con diversión. Estaba siendo castigado, pero le gustaba ir contra las reglas.

– Mhn.. Amo~

Un camino de pequeños besos era creado por sus labios desde el cuello del mayor hasta su pecho, apoyó su mejilla en él y una de sus manos se deslizó hasta la entre pierna de Jack.

– Pet.. – Fue llamado pero le ignoró continuando las caricias.

Cuando pensó que Jack dejaría los Juegos e irían a la acción gracias a sus provocaciones, su boca se secó y su cuerpo se estremeció ante la ronca voz que hizo el mayor.

– ¡Gustabo! Sigues queriendo tomar el control, pero... ¿Quién es el que realmente lo tiene? – jaló la cabellera rubia hacia atrás y le miró fijamente.

– Amo...

– Cierra la boca, y obedeceme sin rechistar.

(...)

Obedeceme. | IntendenteplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora