Siluetas lunares [SeongSang][COMPLETA]

.2.

Corriendo a través del bosque con la esperanza de llegar antes del amanecer, Seonghwa se desespera mientras las ramas filosas le cortan la mejilla. Ha rasgado su camisa blanca de volados y ensuciado las botamangas con el rocío de la madrugada. Todo el aspecto impecable que quiso transmitir como el príncipe que es, se perdió entre rezagados pasos. Le costó mucho abandonar su castillo, los guardias que le impuso su padre fueron difíciles de engañar, pero lo pudo conseguir. Para su desgracia aún le quedan varios metros antes de llegar a ese pequeño lago escondido del mundo, pero, ¿por qué huye alguien de la realeza para adentrarse en la oscuridad de la noche?

Posiblemente es el miedo el que lo impulsa, a pesar de que su rodilla derecha ha impactado de lleno con un árbol caído y duele tanto como para detenerse, pero él no lo hace, porque tiene miedo, porque le aterra que el amanecer llegue al lago antes que él. Sabe muy bien que, si se rinde a sus miserias humanas, aquellos primeros rayos del sol van a alcanzarlo, esos que aún no salen, pero sabe que están llegando, porque esta madrugada, es la presa de la naturaleza. Cojea adolorido con una mano apretando la pierna y arrastra la humedad en la punta de sus botas enlodadas. Las primeras lágrimas recorren sus pronunciadas y finas facciones, dispersas por la velocidad, se baña por completo en su terror, ese que no puede compartir con nadie, pero que alguien cercano a él sospecha y eso es algo que también sabe.

Al fin es libre de los obstáculos, es capaz de ver esa silueta en el medio de lago, nadando con impaciencia mientras llora una pena que ha escuchado antes, es la luna llena la única luz que le permite ver la transición entre la pena y la alegría, esa misma que él siente cuando se encuentra con esos ojos, que lo miran como si fuera algo divino, esos ojos a los que no parece importarle qué tan rota esté su camisa o si su faja cuelga de la cintura, y mucho menos si el rostro está sucio. Él se abalanza a la orilla como un loco y olvida el dolor en cuanto se percata que lo que más ama en la vida se encuentra a salvo. Aquellas manos salen del agua y lo tocan, están tan frías que calman el calor de su cuerpo entero por haber corrido durante tanto tiempo, llevándose sus lágrimas de una vez, él sabe que ya no debe seguir con esto, pero no sabe cómo terminarlo.

— Pensé que no vendrías...

— ¿Falté alguna vez a mi palabra?

— No, pero el bosque me lo ha dicho... — se aleja un poco para seguir nadando — te han conseguido una princesa...

— Son especulaciones, Yeosang.

— ¿Te quedarías con alguien como yo?

— Si.

— ¿Aunque no sea humano? — nada con velocidad hasta la orilla y se impulsa dejando ver casi todo su cuerpo con escamas turquesas.

— Siempre... — susurra sobre los labios, y lo besa.