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En especial para los ojos de la realeza, que desde hace algún tiempo han estado siguiendo los pasos del príncipe muy de cerca. Seonghwa pecaba de ingenuo, a veces hasta pensaba que sus idas y vueltas eran tan sutiles que nadie lo veía o lo oía. Pero, las magulladuras en su piel, los cortes que no sanan de un día para el otro, eran el equivalente a confesar que tenía un amorío y estaba orgulloso de ello. Sin dudas, esta no era una postura aceptada, ni para este reino ni para ninguno, lo que menos deseaba este viejo rey era que el nombre de su único heredero al trono se ensuciara, por eso hizo lo que hizo, empezando por lo básico. Al adelantar la boda, solo conseguiría que la unión ya no pudiera romperse jamás, y si lo enviaba tan lejos como para que solo queden los buenos recuerdos de él, podría seguir manteniendo el orden.

Confrontó a su hijo justo al verlo llegar, este aun traía las botamangas húmedas y camisa de volados mal abotonada, cargaba con la faja en la mano y una mirada despreocupada que lo dotaba de una energía que nunca tuvo, quizás si Seonghwa hubiese mirado a su padre con cortesía, o quizás encontrar excusas creíbles para sus faltas, las cosas serían distintas, pero se encontraba tan decidido que no le importó pasar por al lado de su progenitor y dirigirse al cuarto seguido de dos mujeres que buscaban atender sus malas pintas.

— ¿Adónde crees que vas sin excusarte? — habló entonado el rey— Me dirás que no estuviste en el bosque, ¿cierto?

—Cierto— respondió deteniendo el paso, pero no volteó— Te agradecería que alzaras la voz delante de los empleados— giró a verlo con cierto desprecio.

—El camino que has elegido solo causará penurias... — dijo— La boda será esta semana. — Advirtió y se alejó de la entrada del castillo hacia otra dirección, seguido por cuatro hombres armados que cuidaban su espalda.

Para el príncipe, esta había sido una hazaña, hablarle así al rey y no sufrir ningún tipo de consecuencias lo hizo sentir muy fuerte y en consecuencia decidirse al fin por encontrar el mejor jardín para el hada que iba a ayudarlos. En eso se basó toda su tarde, no solo cercó el jardín real neón naranja, sino también el que estaba en su futuro reino, lo tenía todo, era tan simple. Iba a regalarle a su amor la vida que siempre soñó, aunque sea eso lo último que haga.
Corrió de nuevo hacia el bosque con cinco pétalos de las flores más brillantes del jardín de su palacio y se las enseñó al hada, esta quedó fascinada, y solo se trataba de una muestra.

— ¡Las flores del castillo real! Es un honor príncipe...— revoloteó de alegría.

— ¿Prometes concedernos este milagro? — preguntó con algo de dudas.

— Así es. — Se acercó hasta su rostro iluminando la piel con el aura mágica— Un hada no rompe promesas, mañana tendrá lo que desea.

Siluetas lunares [SeongSang][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora