No habría que decirlo, todos sabemos que por más que el pelinaranja finja sentir odio hacia el suicida, no iba a dejar que viera su casa en el estado en el que estaba.
Chuuya había prácticamente salido corriendo de la mafia apenas pudo. No recordaba que, a pesar de ser una persona bastante organizada, había vuelto un chiquero su casa esa misma mañana. La historia es simple, no encontraba las llaves de su moto e iba tarde porque se había quedado dormido.
Se sentó cansado en el sofá de su apartamento, era un pequeño y modesto inmueble que había podido arrendar por un precio asequible. El ojiazul se la había pasado arreglando la casa para su invitado, estaba tan limpio que se podría pensar que a Chuuya le importaba lo que el castaño pensara de él, bueno, tal vez si le importaba un poco. Al ver lo bien que había quedad el apartamento, Chuuya empezó al maldecirse mentalmente, de seguro levantaría especulaciones de la complicada mente del de ojos marrones, tanto como para descubrir y desempolvar la verdad, así que decidió salir lo más pronto posible de ahí.
Iría a la tienda que quedaba cerca a comprar algo de comer, o simplemente saldría de paseo el tiempo suficiente como para que, al volver a casa, encontrara en la puerta al detective, con sus usuales pucheros o bromas que tanto le caracterizaban.
Así es como con su ropa de siempre, el pelinaranja salió de su casa lo más rápido posible con rumbo a una tienda. Entro a el local empezó a dar vueltas. Camino por un pasillo, era el pasillo de aseo, escobas y traperos, jabones y detergentes, entre otras cosas eran lo que se podía encontrar en este pasillo, nada le interesó mucho al ojiazul, así que acelero el paso un poco. El segundo era el de enlatados y pastas, camino observando detenidamente cada envase y/o paquete, era como si buscara algo, pero ni siquiera él tenía claro exactamente que buscaba; hasta que lo encontró, cangrejo enlatado. No podía creer lo que sus impulsos lo obligaban a hacer, ahora llevaba cuatro latas de cangrejo en las manos, mientras seguía su pequeña caminata por el local. Siguiente pasillo, un pasillo lleno de empaquetados, golosinas y dulces; al final del pasillo se encontró con un rostro que le parecía familiar.
-Ch-Chuuya-san?!- le dijo el albino sorprendido por la presencia del mayor- que hace aquí? -.
El tigre de la Agencia, Atsushi Nakajima, se incorporo luego de haber dejado caer por el asombro un paquete de golosinas; vestía su ropa de siempre, Chuuya lo examino de pies a cabeza y al llegar al pelo se sonrió para sus adentros, siempre le había parecido gracioso el capul mal cortado del albino, pelo con puntas abiertas y desordenado, y lo mas gracioso era que el albino no se lo quería mandar a arreglar.
Luego de que el albino y Akutagawa se volvieran el shin soukoku, es decir la nueva pareja del doble negro; a los jefes les pareció que lo correcto era que pasaran un tiempo con el y el castaño, era una buena forma de aprender de sus mentores. Desde ese día en adelante Chuuya había empatizado mucho con el albino, se caían bien y esa tensión entre rivales se fue disminuyendo poco a poco. Ahora el albino disfrutaba de la compañía del pelinaranja, y mas que eso lo admiraba e idolatraba, y como era de esperarse, al ojiazul esto lo llenaba de orgullo.
-La misma pregunta te hago yo a ti, ¿qué haces aquí a estas horas? -le pregunto el pelinaranja mientras se acercaba mas a el para que no tuviera que gritarle desde la otra esquina del pasillo.
-Estaba haciendo una compra de ultimo momento- le respondió con tranquilidad el albino mientras esbozaba una de sus tiernas sonrisas tan características de él. -Oh? Chuuya-san que lleva ahí? -le pregunto el menor mientras señalaba las latas que llevaba en la mano. -No sabia que a Chuuya-san le gustara el cangrejo-.
-A-Ahla verdad no me gusta mucho que digamos- le respondió torpemente al detective; este le dedico una mirada de confusión. No podía mentirle mucho al albino, después de todo al ser el subordinado de Dazai de seguro conocería la afición de este por el cangrejo. - Tengo un invitado en casa al que le gusta el cangrejo- le respondió Chuuya mientras miraba las latas detenidamente, una sonrisa se dibujo sin querer en el rostro del de sombrero, que rápidamente borro al recordar que el albino lo observaba.
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No me sueltes ~~~~(bsd, Soukoku)
Fanfiction"Del amor al odio hay un solo paso", es algo que muchos dicen por ahí. Pero que pasa cuando tienes miedo a abrir tu corazón a la persona incorrecta? Reemplazarlo por el odio fue la opción por la que opto Chuuya Nakahara, lo que el no sabia es que ne...