Capítulo 9

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-AHHH estoy cansado de caminar tanto- dijo Dazai mientras sostenía varias bolsas que Chuuya había comprado.

-Tu fuiste el que me invitó en primer lugar, yo pensaba quedarme en casa. Ahora tendrás que aguantarme - le respondió el pelinaranja, quien iba adelante con una pequeña bolsa color beige.

-Como si no te hubiera tenido que aguantar todos estos años- se quejó nuevamente- ¿Por qué compras tantas cosas?! ¡Pareces una niñita chismoseando todas las vitrinas en busca de algo que te guste! -.

-Ahhh! ¡Cállate de una buena vez! - le gritó enojado el más bajo -además, tú te ofreciste a cargar las bolsas-. Después de ese comentario, Dazai no volvió a hablar, y Chuuya salió victorioso, pero, ¿qué más podía hacer? El ojiazul no había mentido.

Habían pasado ya una cantidad relevante de minutos cuando el de sombrero se hallaba en una pequeña pelea por la falta de brazos o manos para sostener las bolsas, pudo haber utilizado su habilidad, pero alardear solo le traería problemas, y más estando en un lugar público lleno de gente. El de vendas debatía si ayudar o reírse de él cuándo se cayera, aunque esta última idea le causó mucha gracia, decidió que lo mejor era ayudarlo. Al principio el ojiazul se sorprendió por la caballerosidad del más alto, pero concluyó que era mejor no prestarle mucha atención; soportar la bipolaridad de Dazai a través de los años se hacía cada vez más molesto, especialmente que, con el tiempo se volvía más frecuente esa actitud. Así, cedió y el detective se vio lleno de bolsas y paquetes que de verdad eran pesados. Claro, la habilidad de Chuuya le permitía cargar esos bultos con facilidad, pero para ser sinceros, el fuerte de Dazai era más la mente que la fuerza.

Lo hecho, hecho está. Ahora cargaría estas bolsas junto con un par de más por el resto de la tarde.

-Espérame aquí- le había dicho repentinamente Chuuya mientras desaparecía entre la multitud.

A Dazai lo invadió una extraña sensación de impotencia, no se podía mover, pero ese acto de desaparecer entre la congestión le trajo muy malas memorias al castaño. Llegó un punto en el que el pelinaranja estaba tardando bastante, lo que solo alarmó mucho más a su acompañante, quien se seguía repitiendo una y otra vez mentalmente que él estaba bien, que solo se pudo haber perdido, o no encontró lo que quería en una tienda cercana, pronto volvería. Con cada sonido o estruendo que se causaba entre la multitud, miraba por todos lados desesperado, estaba entrando realmente en pánico. Jamás se había imaginado que esa horrible escena de un Chuuya totalmente cubierto de sangre, usando su corrupción, al borde de la muerte, se volvería a repetir; no se había repetido, pero ese temor de que se repitiera mantenía en alerta a Dazai, quien ni siquiera a la edad que tenía, había dejado de sentirse como el culpable de que ese día el pelinaranja hubiera quedado hospitalizado.

El castaño se pegó el susto de su vida al sentir que alguien le tocaba el hombro, pero se alegró de que eso hubiera pasado, el de sombrero había decidido aparecer. La cara del ojiazul reflejaba pura preocupación y bueno ¿quién no lo estaría? Dazai temblaba y sudaba mientras le agarraba la mano al más bajo. Respiraba con dificultad, pero hacía su mayor esfuerzo para recuperar su aliento.

-Dazai... no te ves bien... paso algo mientras no estaba? - preguntó inquieto el de sombrero.

-N-no pasó nada...- le respondió con una voz entre cortada. Claramente el contrario no se dejó comprar por esa respuesta, solo lo hacía preocuparse más y más, pero no podía hacer nada.

- Cambiando un poco de tema- le habló repentinamente el castaño, su voz ya no era entrecortada, algo que hizo relajar un poco a Chuuya. Dazai había notado que el más bajo traía una pequeña bolsa de papel color café, así que lo utilizó como excusa para evitar revelar su preocupación – No quieres que cargue eso por ti? - inquirió mientras estiraba su brazo tratando de alcanzar el objeto.

No me sueltes ~~~~(bsd, Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora