El clavel

11 2 3
                                        

Desde hace unos meses, Laura había empezado a recibir flores en la puerta de su casa todas las semanas. Cada jueves a las dos de la tarde, sin falta, un arreglo floral aparecía encima de su felpudo, haciéndolo resaltar por encima de los de sus vecinos. Sin embargo, las flores tenían algunas particularidades: siempre eran claveles blancos y nunca venían con información sobre el remitente.

Inicialmente, Laura se tomaba estos regalos como una agradable sorpresa, pero con el tiempo, la situación se fue volviendo más inquietante. El ramo de la semana se volvía cada vez más grande, y con él, las dudas de Laura acerca de la procedencia de aquellos claveles. Un jueves, la sensación de inquietud se volvió demasiado grande para la chica. No sabía de dónde venían los claveles, no sabía nada del remitente, la situación no podía seguir así. Tiró los claveles tan pronto como pudo e intentó pasar página.

Al volver a casa el siguiente jueves, la puerta estaba abierta. Laura la abrió con cautela para ver la silueta de un hombre recortándose contra la suave luz de los ventanales de la sala de estar. Llevaba un clavel rojo en la mano izquierda y un cuchillo. El grito de Laura tronó por todo el vecindario, lo último que se oyó de ella jamás.

Noirtober 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora