Normalmente los días que toca hacer algo importante, uno se siente tan nervioso que debe despertarse mucho más temprano que la misma alarma. Y eso exactamente fue lo que le pasó a Diggory el primer día de clases, habiendo despertado con tres horas de anticipación, decidió sentarse al borde de la cama y se quedó en esa posición por unos veinte minutos, pensando en como serían los estudiantes de esta escuela, si encajaría bien o no, si no se pondría nervioso al momento de presentarse, si los profesores serían buenos con él, entre otras cosas.
Diggory se había sentido emocionado por este día, sin embargo, ahora que estaba a pocas horas de ir a la escuela no encontraba inspiración o motivación alguna para pararse con dirección al baño y tomar una ducha para alistarse, quería volver a meterse en la cama y dormir todo el día.
Paseando su mirada por la habitación, la detuvo al ver una foto de su madre, la misma que lo había dejado a sus cinco años, él era tan joven en ese entonces que no tiene casi muchos recuerdos de ella. Con una leve sonrisa miró por última vez aquel portaretratos y se dirigió al baño.
— ¿Ya tienes todo listo? — preguntó la tía Elaine sentándose a desayunar al lado de su sobrino.
— Sí... — dijo Diggory dándole un bocado a su sándwich — Aunque tengo un poco de miedo — mencionó cuando aún masticaba.
— No tengas miedo, querido — sobó la espalda del brujo — ¿Llevas puesto el collar? — Diggory asintió — Bien, no te lo vayas a quitar por nada en el mundo.
— Okay — respondió él dándole el último sorbo a su jugo de naranja.
Flashback:
— Me gusta mucho tu collar, ¿me lo regalas? — mencionó la joven de ojos verdes y trató de quitarle el collar encantado.
— No — soltó Diggory ya cansado de ella — Ya suéltame, debo irme.
Y así Diggory salió de la que había sido la primera fiesta en sus 17 años de vida, ¿cómo había llegado ahí? Una chica escocesa de su clase lo había invitando diciendo "Eres lindo, ven a la fiesta" y por supuesto el joven brujo asistió, y lo hizo solo porque era la primera vez que alguien lo invitaba a una fiesta, se sintió feliz por un momento y cuando le pidió permiso a sus tías, estas casi se lo niegan pero después de tener un mini debate entre ellas, al final dieron un sí.
Diggory quiso vestirse lo mejor posible aunque no tuviera la mejor ropa del mundo, por ello optó por algo casual. Cuando llegó a la tan aclamada fiesta, nadie lo notó, nadie lo saludó y ni siquiera pidieron permiso para pasar por su lado, causando que casi cayera al suelo, todos bebían alguna clase de bebida alcohólica que él nunca había probado en su vida, así que se acercó a un joven que sostenía una bandeja con varios vasos y tomó uno.
Un sorbo y quiso escupir todo, pero como no encontró un baño simplemente lo tragó y dejó el vaso sobre la encimera llena de otros vasos usados.
No mucho tiempo después se le pegó una chica ebria de ojos verdes, no entendía por qué, no la conocía de nada y esta incluso quería quitarle su collar encantado.
Ahí descubrió que las fiestas no eran lo suyo.
Había estado solamente treinta minutos en aquel lugar y si volvía a casa en ese momento sus tías le iban a hacer un millón de preguntas. Así que simplemente caminó hasta encontrar un local de comida rápida y se sentó a comer, casi no había gente así que resultaba un poco vergonzoso para él hacer bulla mientras masticaba o bebía la soda. Cuando terminó, decidió caminar muy lento con dirección a su hogar, mientras lo hacía por su mente pasaron muchas cosas, entre ellas estaba aquella chica que estuvo muy molestosa con él en la fiesta, lo había enfadado y sin darse cuenta casi se quema la mano, literalmente.
La boleta de la comida de antes que traía en su mano, se había prendido fuego. Y en aquel momento comprendió que tal vez, sus emociones podrían estar conectadas de alguna forma con sus poderes, así que fue practicando, por su cuenta y sin decir ni una sola palabra. Al cabo de unos meses, Diggory era un experto generando llamas en la palma de su mano.
Fin del flashback.
Tal como Diggory ya había previsto, el profesor prácticamente lo obligó a presentarse en frente de la clase, y digo "obligar" porque la mirada que este le dió al joven brujo pondría a cualquiera de pie — hacer ese tipo de miradas debería ser ilegal — dijo en su mente.
— Bueno... — apenas pudo pronunciar una vez estuvo al frente — mi nombre es Diggory Crawford y soy nuevo en la ciudad — dijo con su no muy marcado acento británico.
Tenía la mirada de todos sobre él pero una de ellas llamó su atención.
¿Era chico del café?, Diggory volteó rápidamente cuando sus miradas se encontraron y la PC del profesor parpadeó, casi como si fuera a malograrse, nadie lo notó, solo él y el profesor, pero el segundo no dijo nada.
El mayor suspiró y le dijo que volviera a su lugar, a lo cual el brujo accedió muy rápidamente, la mirada profunda de aquel chico del café lo intimidaba.
Para su alivio, las clases transcurrieron normales, prestaba atención y entendía casi todo, pero cuando llegó la hora del almuerzo se sintió un poco perdido. Le preguntó al profesor a donde se tenía que dirigir y este le indicó el camino con cuatro simples palabras "de frente, a la derecha, de frente, a la izquierda" así que salió del salón de clases repitiendo era secuencia en voz baja y se dirigió primero a su casillero para dejar sus pertenencias.
— ¡Hola! — alguien saludó cuando Diggory cerraba la puerta del casillero.
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Omnia Vincit Amor (Libro 1) - [LGBT]
FantasyDiggory Crawford odia tanto los problemas que hay entre las brujas y los vampiros, no solo porque sean innecesarios (como dice él), sino porque también lo prohíben de hacer ciertas cosas que, para un chico de su edad, son normales y cotidianas; esta...