"La orgullosa comitiva se dirigía hacia la Fortaleza Gris, el ciclópeo hogar de Blaine, tirano de Forgiven."
No me permitieron entrar en el templo.
"La casa de Dios está vedada para un alborotador como tú", eso me dijo el hermano que me impidió el paso. Había repugnancia en sus ojos verdes. No era el único allí con esa mirada.
Traté de explicarme y dije que había venido a ver al Padre Venerable. El sacerdote respondió que había sido el propio Puro quien había dado la orden.
Desesperado, apelé a la Sexta Regla de Cristal, pero ellos hicieron caso omiso a mis palabras. A nadie le importaba.
Me marché y Vanish me siguió en silencio.
Salí del Kandro Feliz tan pronto como abrí los ojos. Los gritos del último de los Doce de Vice se habían convertido en tenues gemidos de dolor a medida que pasaban las vueltas menores. Apenas había podido descansar. Vanish había dilatado la agonía del lysandro mucho más de lo que había creído posible. Pero Storm se había mostrado firme. Insultó a su torturador, lo maldijo y lo retó para que luchara contra él cuerpo a cuerpo, como un lysandro. Storm tenía la fuerte voluntad de un guerrero. Tardó una vuelta menor en suplicar por su vida.
¡Qué el Negro sangre sobre nosotros! ¿Cómo pudimos ser tan estúpidos? El plan para acabar con los Doce de Vice podría haber funcionado si no hubiéramos sido tan descuidados.
La culpa era mía. Titán nos había acompañado la primera vez que Fade y yo visitamos la casa de Vice. Debí imaginar que su guardia habría reparado en ella, así como en el resto de esclavos que nos escoltaron hasta el hogar del Notable.
Habíamos estado extrayendo la toxina de la boca de los kandros durante tres vueltas menores hasta que tuvimos el suficiente veneno para dejar a una docena de mercenarios fuera de combate. Pero el plan era demasiado arriesgado, y ambos sabíamos que estaba lejos de ser infalible. Si éramos descubiertos...Vanish había insistido en estar presente y usar su magia si todo lo demás fracasaba.
Maldición.
Había intentado que Vanish entrara en razón. Le dije que, aunque los Doce de Vice hubieran muerto, ya era demasiado tarde para continuar en el juego político. Su desaparición no pasaría desapercibida para el Gremio de Mercenarios y los Capas Grises no tardarían en fijar su mirada en nosotros. Además, una cantidad de poder semejante a la que había convocado no era algo que los Oscuros fueran a pasar por alto. Tratar de averiguar la fatal ventura de nuestros predecesores rebeldes había resultado imposible. Ya no podía ser nuestra misión, nunca lo había sido. Debíamos actuar de inmediato y alzar a los esclavos antes de que fuera demasiado tarde.
Mi testarudo compañero no quiso escucharme. Sí, coincidió conmigo en que debíamos poner el plan de liberación en marcha, pero pensaba reunirse con Silverborn de todos modos, con o sin mi bendición.
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La Guía de Viaje del Padre Stone
FantasyUna copa. La heráldica de Vice era representativa de su modo de vida. El ayuda de cámara nos hizo esperar en el recibidor que conducía a los aposentos del Notable. Se disculpó ante nosotros alegando que su amo se encontraba inmerso en la realizaci...