Capítulo 6.

922 103 15
                                    

—Tengo hambre... —decía Fred mientras salíamos del colegio. Era cerca del mediodía y el instinto Weasley atacaba.

—Siempre tienes hambre, cariño —Lys tomó su mano besando su mejilla. Eran dos tortolitos.

Al igual que yo con Scorpius, quien por cierto vería en un momento. Desde que había pasado al turno mañana, convencimos a sus padres de que lo trajeran temprano, para poder verlo aunque sea unos minutos antes de que su turno empezara. Pero al salir, no lo vi.

Suspiré, quizás se había cansado de esperar. Podía entrar a buscarlo o volver cuando saliera.

Ignorando un poco las conversaciones de mis amigos decidí entrar a buscarlo, total sabía cuál era su aula.

Me paré en la puerta y golpeé el ventanal con mis nudillos, tranquilizándome al divisar al pequeño sentado con sus amigos y con una profesora que ya conocía.

— ¿Qué tal, James? —Me sonrió con amabilidad  — ¿Vienes por Albus o Scorpius? —Oh, había olvidado que compartían clase.

—Scorpius, será sólo un minuto —contesté mirando al niño sobre su hombro.

Se giró hacia el interior y lo llamó luego de pedir silencio a la clase. Logré visualizar la cabecita rubia mirándome y negando. Hice un puchero, sin importar que la mitad de sus compañeros me miraran.

Soltó un suspiro con pesadez y se levantó caminando hacia mí. Le pasaba algo.

Le agradecí a la maestra y puse mi mano en la espalda de mi novio alejándolo de la clase, nos sentamos en el banco del pasillo.

—  ¿Estás bien? —No negó ni afirmó nada, siquiera me miró. — ¿Scorp?

—No quiero verte —hizo ademán de irse por lo que lo evité tomándolo de la muñeca y lo atrayéndolo hacia mi, para sentarlo en mi regazo.

 — ¿Qué pasa, angelito? —deslicé mi nariz por su mejilla, despacio y con ternura.

 — ¿Por qué sales conmigo? —esa pregunta me descolocó un poco, la respuesta era más que obvia.

—Porque me gustas, y porque te quiero —aseguré sin pensarlo.

—Tus compañeros dicen que... —sus ojos se llenaron de lágrimas, llevándome inmediatamente a abrazarlo— te avergüenzas de mi... porque soy chiquito y llorón.

—Eso no es cierto —susurré. Nunca podría avergonzarme de una personita tan especial y hermosa como él—. Dicen eso porqué nos tienen envidia.

—  ¿Tú me quieres, James? —acuné su rostro con mis manos, haciendo que me mirara y hablé seriamente.

—No te quiero, te amo. Mi amor por ti es verdadero, Scorpius —su sonrisa fue pequeña, por lo que seguí hablando. —Te amo desde el momento en que te vi, aún cuando no era capaz de saberlo. Te amo porque eres la persona que me alegra los días, y que me quita todos los males con un abrazo. Te amo porque eres mi hogar.

Hizo un puchero ameno y tierno. Era la primera vez que le decía que lo amaba, y estaba bien si aún no estaba listo para corresponderme. Lo esperaría. Sabía a ciencia cierta la verdad sin necesidad de palabras.

 — ¿Me lo prometes? —alzó su pequeño meñique.

—Te lo prometo —entrelacé mi dedo con el suyo, sellando nuestra promesa como tantas otras que habíamos hecho.

Me rodeó con sus brazos y con fuerza.

—Debo volver al aula —me susurró — ¿Me das un besito? — seguían siendo besitos tiernos, suaves, que duraban algunos segundos más. Miré a los lados rápidamente fijándome que no hubiera ninguna autoridad y lo besé.

—Vendré por ti a la salida y compraremos helado ¿sí? —asintió bajando de mi regazo —Anda sonríe —le hice unas cosquillas en el estómago antes de que se fuera.

Lo observé entrar al aula, sonriendo ampliamente. Se giró hacia mí y me lanzó un beso. Sí, amaba a este niño.

Infinity - ScamesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora