Capítulo 7.

924 106 8
                                    

Mi cabeza retumbaba y mi estómago dolía a tal punto que me hacía querer llorar. Hundí la cabeza en el oso de peluche que Scorpius me había regalado por nuestro primer aniversario. Mi mano, colgaba por el borde de la cama.

Además, mi ojo estaba adolorido al igual que mi pómulo. Había llegado a casa con varios golpes y sin recordar cómo me los hice. En una pelea con Zabini, según Lys.

Zabini era un chico de nuestra escuela, uno o dos años menor. Se encargaba de hacerle la vida imposible a las personas, y de insultarlos en toda forma y momento. Era detestable.

Cuando mi estómago se revolvía, amenazando con una nueva tanda de vómitos, escuché la puerta principal abrirse seguida de su dulce voz.

No sabía que decía, me era difícil entenderlo con los retumbes de mi cabeza. Pronto, la puerta de mi habitación se abrió y pude divisar su cabellera rubia.

Estiré uno de mis brazos, con la necesidad de los mimos y los abrazos creciendo. Se acercó a mí y besó mi frente, por lo que supuse que mamá le había advertido de los golpes.

Pasó por encima de mis piernas y se recostó entre la pared y mi cuerpo. Me giré a abrazarlo. Aún con mis ojos cerrados supe que me estaba mirando.

— ¿Qué? ¿Tan mal me veo? —intenté bromear pero no le hizo gracia. Abrí mis ojos — ¿Estás enojado por algo? —pregunté por su ceño fruncido.

—James, te fuiste de fiesta, sin siquiera avisarme y volviste con media cara morada ¿Qué carajos? —esperen ¿no le avisé? Intente hacer memoria, ganándome un inminente dolor de cabeza por la simple acción de pensar.

—Lo hablamos luego... —fue más un ruego que una orden, solo necesitaba dormir y tenerlo a mi lado. —finalmente se resignó y se acomodó entre mis brazos. Uhm... olía delicioso.

No sé cuánto tiempo dormí, pero si sabía que mi sueño era demasiado placentero para querer despertarme, hasta que al pequeño se le cayó algo y me despabilé. Me giré sobre mi costado, observándolo sentado en la silla de mi escritorio.

 — ¿Qué haces? —me senté en la cama despacio, frotando mis ojos. — ¿Eso es mi tarea?

—Es para mañana y dudo que te pongas a hacerla en ese estado —explicó luego de asentir. Me quedé esperando la sonrisa que lo caracterizaba, sonrisa que no llego.

—Cariño ¿Qué sucede? —lo veía algo distante, típico de cuando se enfada. Suspiró y se giró hacia mí.

—La semana pasada me dejaste plantado dos veces por salir, y ayer saliste de nuevo. Y mira que no me molesta que salgas, si quieres divertirte con tus amigos me parece perfecto ¿pero tener que enterarme por historias de Instagram? ¿Enserio, James? —se había apoyado en el respaldar de la silla y su ceño estaba fruncido, era una imagen demasiado espléndida para tomarle enserio. — ¡Te estoy hablando inútil! —me lanzó una bolita de papel.

—Lo siento —murmuré saliendo de mi ensimismamiento y levantándome para abrazarlo —Te lo recompensaré.

—No se trata de eso —se cruzó de brazos—. Sólo quiero dormirme sabiendo que estarás bien.

— ¿Puedes dejar de enamorarme? —solté sin siquiera pensarlo. Lo amaba demasiado.

— ¿Por qué no te callas y dejas de alterar tus hormonas deseosas de sexo? —aún así, no me alejó de su cuello cuando comencé a besarlo— ¿Por qué no te buscas a alguien que satisfaga tus necesidades?

— ¿Qué quieres decir?— su tono había sido despectivo, y me daba una gran señal de donde estaba el problema — ¿Acaso tienes miedo de que te esté engañando?

— ¡No! —contestó rápidamente — Tengo miedo de que te canses de esperar. —admitió en un susurro.

No pude evitar reírme. Era un tema que habíamos tocado bastante en los últimos meses, más por su preocupación que por otra cosa. Yo estaba en la etapa donde las hormonas comenzaban a jugar sucio, y él aún era demasiado pequeño como para siquiera pensar en hacer algo, no me atrevería.

—Angelito... nunca me cansaré de esperarte —acuné su rostro y acaricié sus mejillas con delicadeza —. Esperaré hasta que tú estés listo sin importar cuánto tiempo sea... porque mi amor por ti es sincero, Scorpius ¿ok? No tienes que apurarte por mí.

Luego de mirarme unos segundos, asintió. Sin resistirme tomé sus labios en un beso. Uno de verdad, lento, sin ningún tipo de presión y sin ninguna segunda intención.

—Hablando enserio, apestas a alcohol —habló con un tono divertido cuando nos separamos —Ve a ducharte —ordenó dándome un empujón.

— ¿Me acompañas? —arqueé mi ceja divertido, nos habíamos duchado juntos incluso antes de ser novios.

—Lo siento... tengo tareas de un novio irresponsable que terminar —hice un puchero —Agh está bien —. Se levantó y vino hasta mí, lo rodeé con mis brazos y llené de besos su rostro —. Aún apestas —se quejó con mala cara, haciéndome reír y riendo conmigo.

—Te amo. —susurré.

—Cállate Jamie... —esbozó una sonrisa ladeada, seguida de un susurro en el que correspondía el sentimiento.

Infinity - ScamesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora