Capítulo 9.

998 94 15
                                    

Los últimos trayectos del camino se me hicieron completamente tortuosos. Era sábado, cerca del mediodía y estaba yendo a visitar a Scorpius. Podían pasar años y el sentimiento de emoción que me inundaba al saber que lo vería, no cambiaría.

Doblé sobre la cuadra de su casa, y estacioné frente a la estructura. En ese mismo momento su madre y padre salían cargando algunas cosas.

— ¿Te doy una mano, Tori? —pregunté mientras bajaba y me acercaba.

—No hace falta cariño, gracias —sonrió apoyando la caja en la superficie del auto.

—Mejor sube a ver al pequeño demonio, está insoportable con que quiere verte —acotó Draco haciéndose un lado y dejándome entrar mientras que yo soltaba una risa.

Comencé a subir las escaleras y abrí su puerta despacio. Estaba demasiado absorto repitiendo algún tipo de información sobre Antiguos Egipcios y su religión para darse cuenta de mi presencia. Aproveché unos segundos a observarlo y notar unos pequeños cambios en él.

Su cabello algo ondulado caía sobre sus ojos como enredaderas doradas sobre lagunas infinitas de agua cristalina. Su piel pálida cubierta de lunares asemejaba leche derramada con migajas de chocolate. Mientras que, su pequeño cuerpo cubierto por una de mis prendas de ropa holgada, cerraban a la perfección la imagen. La fachada perfecta para un angelito...

—Toc toc —llamé su atención golpeando mis nudillos en el marco de la puerta y sentándome en la silla del escritorio luego de levantar el cuaderno sobre ella.

— ¡Jamie! —se lanzó sobre mí abrazándome—. Dame eso —quitó el cuaderno de mis manos provocándome curiosidad.

— ¿Qué haces estudiando un sábado? Tu lindo novio está aquí —. Quise quitarle el cuaderno, pero lo alejó de mi alcance —Oye, por favor —pedí con su sonrisita burlona restregándose frente a mis ojos.

Lo entretuve con un beso, mientras que me levantaba sosteniéndolo por la cintura y tomaba el cuaderno.

— ¡Ey! —se quejó, pero no me impidió abrir el cuaderno y revisar.

Era su cuaderno de dibujo, había reconocido la portada. Avancé hasta aquellos que no conocía aún, y comencé a pasar las hojas luego de observarlos con detalle.

Continuaban con el mismo estilo de dibujos a lápiz y sombreado que usaba desde que había empezado a expresarse artísticamente.

— ¿Esto es una indirecta? —cuestioné con diversión al ver que los dibujos comenzaban a perder la inocencia, y se transformaban en algo más íntimo. — ¿Qué más ocultas angelito ya no tan angelical? —bromeé y me levanté aprovechando que se había alejado al quitarme el cuaderno.

—Cállate —tomó mi lugar en la silla mientras yo comenzaba a revisar sus cajones. Su mirada estaba sobre mí.

— ¿Y esto? —Solté una risa ante mi novedoso hallazgo — ¿Condones y lubricante? ¿Acaso me estás engañando? —reí un poco más al ver como ardían sus mejillas.

—Deja de revisar mis cosas, Potter —reclamó haciendo que dejara todo en la mesita y me acercara a él.

—Deberías esconderlas mejor... —lo tomé por los muslos e intercambié lugares sentándolo en mi regazo —. Si quieres hacerlo sólo tienes que decirlo —susurré en su oído besando suavemente su cuello.

—Bien —tomó mi mentón para que lo mirara —Jamie, quiero follar contigo —sonreí de lado, me había contenido mucho tiempo para hacer completamente mío a este pequeño.

Fue él quien me besó en primera instancia, pero fui yo quien lo levantó y lo recostó en la cama, luego de hacerle cosquillas en el estómago y hacerlo girar varias veces.

Infinity - ScamesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora