Capítulo 5.

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La madriguera estaba repleta de aromas deliciosos que abrían mi apetito. Había algo que me encantaba de la navidad, aún más que la misma navidad: las comidas de la abuela.

Tomé una galleta de jengibre y chispas de chocolate y me escabullí fuera de la cocina con una pregunta rondando mi cabeza.

¿Dónde estaba Scorp?

— ¡Mamá! —. Llamé recorriendo la casa en busca de ambos — ¿Has visto a mi angelito? —. De manera inconsciente, un puchero se formó en mis labios.

—Busca bajo el árbol —mantenía una expresión divertida, con esa sonrisa ladeada y tan natural que transmitía confianza.

¿Por qué estaría bajo el árbol?

Una risa salió de mí al encontrarlo recostado debajo de la típica decoración, ensimismado con las luces que cambiaban de color y cubierto de papel de regalo que había sobrado.

— ¿Qué haces? —me acerqué a él y me recosté a su lado luego de quitar el papel de encima y doblarlo. Llevaba un gorrito rojo, con bordes y un pompón blanco, se veía adorable.

—Las luces brillan —no me sorprendió esta respuesta, Scorp era de esos que tomaban los pequeños detalles, básicos para muchos, y los convertían en un mundo —, y son bonitas, igual que tus ojos.. —tragué saliva completamente sonrojado.

Saliendo de su transe, volvió su vista hacia mí.

—Jamie, ¿Santa Claus existe? —fruncí el ceño. ¿Por qué cuestionaba esas cosas?

—Claro que sí —contesté sin dudarlo, no sería yo quien le quitara la ilusión.

—No es cierto —su tono era serio. Lo miré sentándome.

— ¿Por qué dices eso? —lo más seguro es que lo haya escuchado de algún compañero. Estaban en la edad de comenzar a borrar estas ilusiones, pero lo protegería de la realidad lo mejor posible, retrasando la puesta de la verdad lo más que pudiera.

— ¡Porqué..! —se levantó de repente olvidando por un momento el árbol artificial encima de él y golpeándose la frente con una esfera dorada.

— ¿Estás bien? —cuestioné rápidamente con la preocupación reflejada en mis ojos.

—Pfff... —resopló luego de asentir, sentándose con más cuidado. —Si fuera real... —retomó su explicación —Mi deseo se habría cumplido, y seríamos novios.

¿Cómo era posible que este pequeño siempre me sorprendiera? Tenía un efecto en mí que nadie más causaba.

Podía pasar horas junto a él, escuchando como hablaba de algún dibujo animado que vio, verlo dibujar, o volver a mi estado de niñez más puro para jugar con él. Simplemente, analizando cada detalle de su lindo rostro y guardándolo en mí memoria, en un cofrecito bajo llave, al resguardo del olvido.

— ¿Pediste eso? —sonreí tontamente imaginando sus cartas, y la posible reacción de sus padres al leerlas.

—Pues sí... —aparecieron los ojitos tristes —A los cinco, a los seis, a los siete y ahora —por cada año levantaba un dedo de su mano, haciendo énfasis en ello.

— ¿Y por qué no me lo pides tú? —reí viendo como abría y cerraba la boca varias veces buscando una respuesta. —. Inténtalo —. Ya hace un tiempo había aceptado que el pequeño me traía loco, y este, era un capricho que cumpliría gustoso.

—Jamie ¿serías mi regalo de navidad? — finalmente, luego de unos segundos de silencio en los que me miraba expectante, asentí. Se lanzó sobre mi haciéndome caer hacia atrás y llenando mi caras de besos dulces al canto de "tengo novio, tengo novio".

—Ahora puedes darme besitos cuando quieras —aseguré con el único objetivo de ver sus ojitos brillar a causa de la ilusión.

Fred, mi primo, y de mis mejores amigos, entró a la habitación.

— ¡Se están dando besitos! —estaba tan emocionado como aquella vez que nos dieron paletas de caramelo en la escuela —. Quiero darme besitos con Lys— había perdido la emoción. Lysander era otro de mis mejores amigos, gemelo de Lorcan, el niño que le gustaba a Fred.

— ¡Díselo!  —exclamó Scorpius en un tono que casi simulaba una orden —Quizás él también quiera, todos quieren besitos en navidad —reí ante esto, aún más cuando Fred pareció convencerse y salió en busca de Lys.

—Te quiero Scorp, mucho —acaricié su cabeza cuando se lanzó nuevamente sobre mí.

—Yo también te quiero mucho, Jamie —sonreí, recibiendo besos castos en todo mi rostro, incluidos mis labios.

Nos quedamos dormidos así tal cual, en el suelo, rodeados por una burbuja de amor que recién comenzaba.

Un amor con el que crecería, aprendería y sufriría. Un amor lleno de cariño sincero, nuevas experiencias y aventuras. Un verdadero milagro de navidad.

Infinity - ScamesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora